martes, 23 de octubre de 2012

Defender la Democracia


Muchas cosas se dicen es este tiempo. Algunas veraces, otras falaces.
La Democracia es un preciado bien que nos ha costado sangre conseguir y que hay que defender a ultranza ya que es el único baluarte de los ciudadanos para organizarnos y hacer oír nuestras  voces.
Es imperfecta, ya lo sabemos, pero en lugar de dinamitarla, aprendamos a corregirla, a ajustarla. No es con golpes militares, ni económicos como saldremos adelante, menos con golpes mediáticos, sino tirando juntos en pro de la Patria que a todos nos cobija.
Ya hace muchos años don Arturo Jauretche nos alertó de los traidores de afuera y de adentro, nos habló de los vendepatrias que por un puñado de dólares son capaces de las mayores vilezas contra el bien común.
Nos alertó contra los grandes monopolios económicos y sus gerentes nacionales. Hace varios años que Stella Calloni nos alertó sobre la Guerra Mediática, en ella decía que la información que dan los medios es la que forma la opinión de los ciudadanos y con ella se logra el consenso para destituir a un presidente o realizar actos destituyentes en general, en países de estilo progresista o que vayan contra los interesas imperiales y a favor del pueblo.
Eso es lo que denunció el Presidente Raúl Alfonsín, cuando casi rogando, se refirió a los ataques de Clarín en su contra. Desgraciadamente no pudimos verlo, es decir, no creíamos que fuese realmente tan tremendo como se nos contaba, no sabíamos de todo este proyecto terrible de manipulación mental.
La nueva Ley de Medios Audiovisuales, tan atacada, porque va en contra de los dineros de los grandes medios, es una herramienta que debemos defender y aprender a utilizar a nuestro favor, es la que nos permitirá hacer oír otras voces, otros pareceres, otras opiniones para poder pensar en otros tonos y no mansamente de la mano del imperio económico.
Ya hace años Michel Foucault, en “Vigilar y Castigar” y “Genealogía del Racismo” nos demostró como las clases populares son moldeadas por los poderosos, en su beneficio, por la escuela, por los credos y las instituciones.
Podemos estar de acuerdo o no con un gobierno, pero nunca en contra de los intereses del pueblo. Tanto desde la política, como desde la economía, desde la salud y la educación, como desde la religión, sea esta la que sea, nuestro lugar debe ser el de la defensa de los desposeídos, buscar el bienestar de los que menos tienen y del patrimonio nacional, seamos oficialistas u opositores, ya que se puede ser contrario a un sector político, y es saludable que así sea, pero nunca a los intereses del país.
Desgraciadamente, hoy el Patria no cuenta con una clase política reconocible para una saludable alternancia en el poder, por lo que es seguro que no habrá tal, sino lo contrario, y, lejos de ganar la posición de “votable” se dedica a mostrar sus miserias al público en general, dando zarpazos desesperados, recurriendo a ententes con los lobistas y vendiéndose a los carniceros foráneos, que pretenden hacer escarmiento con una presidenta que no se doblega a sus voluntades usurarias.
Se puede o no defender un modelo de gobierno, lo que no se puede es ser traidor a la Patria.
Tabby Cordero

viernes, 12 de octubre de 2012

Awka Liwen - Rebelde Amanecer

Véanla, es excelente
 

12 de Octubre…Invasión!!!


Hace 520 años, un señor se perdió, llegó a estas tierras pensando que eran “Las Indias” y amablemente, con los muchachos que trajo en sus tres carabelas, se llevó algunas cosas y alguna gente para mostrar a los reyes lo que había conseguido. Bautizó lugares, hizo cinco viajes y murió convencido de que eran las indias nomás lo que se había encontrado.
En ese cuentito se ignoraron exprofeso algunas cosas.
Cuando Colón llegó a las costas de lo que él no pensaba descubrir ya existían mapas que hablaban de nuestra tierra. Los mapas de Piri Reis que estaban en manos de su suegro en Portugal. Se omite que la Europa medieval conocía de estas latitudes tanto por vía de antiguos navegantes de Oriente como por vikingos y templarios.
Pero por sobre todas las cosas este relato, como otros, es el núcleo-origen para imponer autoridad en el eje norte sur de nuestra historia.
Pero supongamos que lo anterior no pasó, que no anduvo don Piri por estas costas, que los vikingos no navegaron tanto, que no constamos en los textos sumerios (ver a Sitchim) que los templarios no conocían el sur del continente., supongamos que las columnas con runas que están en la selva brasilera no están. Omitamos todo dato nuevo de los viajes anteriores.
¿Qué nos hace pensar que no han sido los viajes al revés? ¿Por qué decir que las barcas de junco del altiplano son parecidas a las de China y no al revés? ¿Por qué pensar que aprendimos de ellos y no ellos de nosotros?
Miramos nuestra historia desde el mirador del invasor.
Como quien culpa a la victima de la violencia del victimario.
¿Quiénes son los victimarios? ¿Quién los forjó?
Hace milenios, los pueblos que luego nos invadieron, fueron invadidos y masacrados. Roma, creada por dos griegos desterrados, imperio en expansión, devorador de almas, cuerpos y bienes, avanzó sobre los pueblos bárbaros (bárbaro es aquel que no habla latín) robándoles la soberanía sobre sus tierras. Cuando se cristianizó el imperio, les robaron además sus dioses, los demonizaron, los desarraigaron de sí mismos. Se impuso la visión de un imperio en el que se le había dado el lugar de “hijo de Dios” a Constantino, Constantino tuvo a su servicio tierras, humanos y almas.
Esos, los dominados, condenados de la tierra europea, vinieron a invadirnos y saquearnos, a extender el imperio, a poner a servicio de su Dios a las almas, a demonizar la fe de la tierra, a romper huacas, a perseguir a quienes cantaban a la Pacha para la buena siembra, a violar mujeres y matar niños y viejos.
Vinieron a borrar la historia de las paredes de los templos, con cruces.
“Tu libro no habla, no quiere hablar” cantaría siglos más tarde Víctor Heredia en el Taky Ongoy. Veamos esta letra: 
Encuentro en Cajamarca
CREO EN MIS DIOSES. CREO EN MIS HUACAS
CREO EN LA VIDA Y EN LA BONDAD DE VIRACOCHA
CREO EN INTI Y PACHACAMAC
COMO MI CHARQUI, TOMO MI CHICHA
TENGO MI COYA, MI CUMBI,
LLORO MIS MALLQUIS, HAGO MI CHUÑO
Y EN ESTA PACHA QUIERO VIVIR.
TU ME PRESENTAS RUNA VALVERDE
JUNTO A PIZARRO UN NUEVO DIOS
ME DAS UN LIBRO QUE LLAMAS BIBLIA
CON EL QUE DICES HABLA TU DIOS:
NADA SE ESCUCHA POR MÁS QUE INTENTO
TU DIOS NO ME HABLA, QUIERE CALLAR
POR QUE ME MATAS SI NO COMPRENDO
TU LIBRO NO HABLA, NO QUIERE HABLAR.
Así desparrama el imperio sus creencias en la antigüedad, llegaron sin comprender, sin saber pero sobre todo sin querer saber de esos a los que llamaban bárbaros, indios (que significa sin dios).
Se mezclaron a la fuerza con ellos, por el abuso, generaron hijos a los que condenarían por no ser sumamente blancos, cholos, chinos decían con desprecio.
El sesenta porciento de los argentinos tiene, merced al mestizaje, sangre originaria, sin embargo no se los mira. La historia mitrista nos los sacó hasta del himno “Se conmueven del Inca las tumbas /y en sus huesos revive el ardor /lo que ve renovando a sus hijos /de la Patria el antiguo esplendor.”
La historia oficial nos enseñó a ver a nuestras Naciones Prexistentes como básicos, bobos, manejados por el diablo, hacedores compulsivos de sacrificios (en Europa también se hicieron durante milenios, de hecho, en la misa cristiana se come el cuerpo y la sangre de Cristo.)
Sería terrible callar todo esto, sería doloroso, es necesario reconocer esto.
No reniego por decir estas cosas, de mi parte italiana, la tengo, pero también corren por mis venas sangre ranquel y sangre aymara, y esas sangres son mi fuerza.
Un amigo, viejo, del norte me dice al uso de su pueblo, que soy una “dos tierras”.
Esta “dos tierras” quiere hoy pararse para homenajear la sangre de todas las naciones prexistentes de Abya Yala, dejando en la tierra parte de su corazón, sembrando su conciencia para que sus hijos frutos que un día vendrán se paren tan orgullosamente como lo hago yo cuando miro mis ancestros. Quiero con esto recordar a los 150.000.000 de originarios que perecieron por la mano o la herencia del invasor, porque no podemos negarlo más: a nuestra tierra la invadieron y la saquearon, impusieron su cultura y su fe, nos dejaron sin espacio, sin autoestima.
Pero los pueblos no mueren, guardan sus dioses, los disfrazan para sobrevivir, así como alguna vez los invasores, en su pasado de invadidos escondieron sus dioses en los santos del imperio romano cristiano, nuestros pueblos han salvado de la misma forma a los suyos y también han salvado a Mama Coca, al Tabaco, que como dijera el último Inca sería veneno para el blanco.
Hoy el esquema de dominación no se ha roto, hoy no son invasores con espadas y cañones, son los hijos de los  “conquistadores del desierto” con su credo y su fe, la de Monsanto, matando compañeros del MO.CA.SE, desalojando hermanos de sus tierras, robando y masacrando.
Si, la INVASION del continente, hace 520 años trajo esto.
Hoy nos toca recobrar el equilibrio desde el hacer, en 2005 empezó el nuevo Pachacutec, el nuevo tiempo, 500 años de luz dicen los amautas. Este es el tiempo de recuperar la conciencia y la historia nacional y popular, nacional de la Patria Grande, recuperarnos y reconocernos como hermanos.
Hacer visibles a las Naciones Prexistentes ( si naciones, porque tienen idioma, ley, religión y entramado social propio) compartir su lucha, porque al fin y al cabo, profundizar un modelo de inclusión es eso, incluir a todos, legislar para todos, proteger a todos, en especial a ellos. Luchar unidos para que se respete la pertenencia ancestral, pero también aprender a sacarnos la visión occidental sobre la tierra, somos de la tierra, vivimos en ella, morimos en ella.
La conquista nos negó la identidad, nos robó la soberanía sobre nosotros mismos, eso debemos recuperar.
Volver a aprender de nuestros hermanos, recuperar el amor a la tierra, no del que le pone alambrado, sino del que se siente acunado por ella, hermano de todo lo que respira.
Deseo que un día, no haya “día de la raza”, que la sangre de nuestros muertos sea reconocida, que podamos ver esa parte originaria que duerme en cada uno de nosotros, despertarla y valorarla. No pasa sólo por colgar una Wilpala, sino por comprometerse en la lucha.

Guadalupe Podestá Cordero

lunes, 1 de octubre de 2012

Yo se donde me paro, y vos?


Hoy un amigo querido me sirvió de inspiración para plantearme y contarles por qué me paro donde me paro.

Se supone que una persona que realiza mi trabajo debe estar distanciada de los aconteceres de su país, no debe dejarse llevar por las pasiones y jugar al iluminado respirando hondo y viendo colores.

Esta es una idea que se implantó desde el pensamiento imperial, porque conviene que quien transite el mundo de la espiritualidad no haga lectura política, conviene que no se comprometa con lo social más que desde la mísera dádiva, conviene a los señores del imperio que seamos meros individuos que protegen su quintita espiritual y mantiene su energía limpia de controversias, bah, conviene que seamos pobres zombis…

Yo elegí mi lugar, soy directa, he tomado posición, igual que muchos a los que conozco y quiero, he cometido el terrible pecado de reconocer la ideología en que se enmarcan mis acciones y defiendo mis convicciones políticas con las tripas, pulseando la vida, actuando desde mi chakra sacro, porque no niego mis pasiones.

Podrían venir cientos de Sri Sri y yo seguiría sintiendo lo mismo, como ser buena chamana si no piso el mismo suelo que los que me piden ayuda, es más, con qué cara recordar y mirar a mis ancestros si no camino con el pueblo, con los desplazados, con los excluidos…?

Qué sería de la inmortalidad de mi alma si me transformo en una ameba que late y repite las frases hechas de la New Age…?

Media sangre de la que me compone es anarquista, anarquistas que abrazaron en primer peronismo, provengo de una familia obrera, crecí con todo ese bagaje en una casa donde era tan natural leer a Marx, como a Bacunín,  como a Blavatsky (Helena P.) y la literatura espiritual y esotérica.

Desde chica me apasionó la historia, el revisionismo que hoy algunos condenan, es maravillosos cuando uno se pone a ver los procesos revolucionarios con los que se conformó la verdadera historia popular de la Argentina y de la Patria Grande.

Claro, a muchos les resultará inentendible, que siendo chamana, astrologa, parapsicóloga y maga en varias disciplinas (además de Psicodramatista, Coach y Terapeuta Floral)  tenga este espacio sobre política, pero es que antes que todo eso soy mujer, humana, habitante, conjunción de sangres que viene de la historia.

Negar las ideas que uno tiene es negar el alma, negar la pulsión, negar la vida. 

Me paro del lado que me paro (y si hay lados) porque elijo luchar por lo que creo. Porque siento que los hijos que traiga al mundo deben nacer en una Argentina de la que se sientan orgullosos y no de la que descreer como me pasó mucho tiempo. 

Creo que muchas veces en el afán de la paz mental muchos se olvidan de asumir lo que creen, me parece que quizá no se dan cuenta que así, sin comprometerse, manteniendo una distancia simbólica, se hacen más mal que bien, porque es así como se estereotipa la postura mental y se llega a la enfermedad. 

Las ideas no se matan (escribió en los Andes, Sarmiento, que amaba matar las que no eran la suya) Sin querer dijo algo que es verdad, las ideas son nuestro asidero, nuestra forma de ver y sentir, nuestra métrica del mundo.

Para adherir a algo hay que indagar, y luego ver que resuena adentro.

Cuando vi el pueblo en la calle en el bicentenario, cuando los sentí en la discusión de la ley de medios, festejando el matrimonio igualitario, defendiendo las medidas con presencia, cuando veo las vigilias de los juicios por crímenes de lesa humanidad, cuando veo la plaza llena de banderas en ocasiones especiales, cuando festeja el pueblo, ¡como quedarme afuera!, ¡cómo no ir al encuentro de eso que algunos con asco llaman “aluvión zoológico”, si me toca ver lo que nunca creí, porque pensé que esa mística había muerto con los 30.000!.

Esto no es una revolución, todos lo sabemos, pero si es un cambio, sí es volver a recuperar ciertas cosas. 

Por eso me paro donde me paro, por amor y convicción, porque por una vez alguien me representa.

Guadalupe Podestá Cordero