Es un día soleado, al menos eso nos tenía que regalar la
vida, un poco de sol en medio de tanto caos y oscuridad.
Cae la tarde en el conurbano bonaerense, y en un ratillo
libre puedo darme el lujo de reflexionar un poco.
Uno busca, desde lo mejor de la formación, ser correcto en
las expresiones, exaltarse lo menos posible para el que discurso sea claro y
comprensible. Pero… como cuesta.
Cuesta porque nos vamos hartando lentamente, nos vamos
cansando, no sólo de lo que hacen quienes detentan un poder inmerecido e
ilegítimo, sino también de ciertas opiniones libradas al éter bajo el sólo
amparo de la libertad de expresión.
Y si, quien les escribe estas líneas se harta como cualquier
mortal.
Me he hartado de leer y escuchar imbéciles pedir la pena de
muerte frente a cada hecho terrible. Y digo imbéciles porque repiten lo que
escuchan sin ahondar en los datos, porque si lo hicieran sabrían que la pena de
muerte no baja el índice de delitos, por el contrario, los países con penas más
duras muestran el más alto índice de crímenes sangrientos y perversos.
Sabemos que cada hecho terrible nos llena de rabia, es
comprensible, pero no admite que frente a la inseguridad salgan, como
energúmenos, a pedir que salgamos de Pacto de San José de Costa Rica, demos por
tierra con todos los tratados internacionales de derechos, porque justamente,
esos tratados garantizan los derechos de los mismos que piden a gritos volver a
la edad media en materia de derecho penal y de derechos humanos.
Hartan las moralinas de morondanga que conforman relatos
cuasi míticos con respecto al aborto, a las reivindicaciones feministas, a los
paros, a los piquetes… CANSA… ese deporte de hablemos sin saber, pero hablemos
nomás es terrible. Y si va a esgrimir el “libertinaje reinante” habrán de saber
que los más conservadores son los más libertinos (pero puertas adentro para que
la sociedad y sus dioses no lo sepan)
Por supuesto, nadie pretende que toda la población sea
erudita en todo, pero si que se haga el ejercicio lógico de preguntar ¿Qué es
eso? Antes de decir apoyo la moción y encontrarse que votaron al rey de los
orcos.
Nuestra sociedad tuvo el blasón de ser una de las más
lectoras y mejor formadas, mérito de nuestra educación universal, obligatoria y
gratuita. Pero cómo dice Rosichner, (Alejandro) el pensamiento crítico hace
daño y agarrado de eso la derecha avanza en pos de una educación cada vez más
pobre, desfinanciando el sistema y empobreciendo a los docentes que deberán
pronto buscar otras fuentes de ingreso, porque, para los que se quejan de los
paros, hoy están bajo la línea de pobreza.
Si, esto es un ejercicio del cansancio en palabras.
Formarnos es lo mejor que podemos hacer, no cambiamos el
mundo desde la ignorancia del loro que repite sin pensar ni procesar lo que
dice. Y si no entendemos, hagamos el bien común preguntando antes de opinar. El
final de la dominación inicia con el acto liberador de informarse e investigar.
Sino marchamos al oscurantismo pleno, a la falacia y a la zoncera interminable.