martes, 23 de octubre de 2018

Hegemonía mediática y el paupérrimo ejercicio de la entrevista.

Por Guadalupe Podestá Cordero


Desde hace muchos años venimos observando el espantoso ejercicio de la entrevista en los periodistas que responden al orden reinante en los medios hegemónicos.

Pasan de no repreguntar a ninguno de los personajes que sus jefes prefieren a preguntar aleccionando e inclusive retando y ninguneando al entrevistado previamente estigmatizado por quienes regentean la corporación.

Escuchar diversas entrevistas realizadas desde los medios que responden al poder financiero y fáctico que hoy regentea el país es similar a ver un loop de “Claudio Tepongo en: Vas a Decir lo que Quiero que Digas”, dicho esto sin ánimo de ofender a Capusotto y a Saborido.

El “Está usted diciendo que…” “si para esto sería aquello” “usted sabe de lo que está hablando?” y demás, transforma toda entrevista en una lucha de sumo en la que, no se observa el talento del entrevistador, sino el amor por su propia voz y a la vez la habilidad o no del entrevistado para eludir trampas y faltas de respeto.

Qué ha sido de los maravillosos ejemplos de entrevista en la que se podía escuchar la repregunta atinada, sin acusación implícita… Hasta dónde el vicio lanatesco de hacerse en canchero ha calado en  nuestro espectro periodístico. Así como Galeano decía recorrer canchas en busca de un poquito de buen y bello futbol, siento que recorro espacios pidiendo buenas entrevistas, y muchas veces (por suerte no todas) encuentro berrinchudos preguntadores que más se parecen a Legrand que a un o una periodista

Sabemos a esta altura, de sobra, que la finalidad es manipular, confundir y desinformar a la audiencia, pero ¿hace falta ser liminal? ¿Se te tienen que notar tanto los hilos? Qué fue de la habilidad de hacerlo sin que se note a leguas, ¿será que están cebados?

Podría argumentarse que el nivel de un porcentaje de la audiencia, la adicta, ha bajado ¿Pero no temen que el resto se de cuenta? Porque hemos pasado de la esgrima de ideas en un debate a la lucha con bastos rústicos en una pelea de cavernarios. Pasamos del exquisito uso de la lengua al “pará, pará, que mi tía fulana no entendió”

Evidentemente los medios, garantes del burdo ejercicio del poder fáctico y financiero, apuntan a los básico, a los rústico, casi al límite de la vergüenza…

Neguémosle entonces nuestros oídos al gruñir de los cerdos, elijamos los buenos contenidos, ya que el gobierno actual ha desmembrado al A.F.S.C.A, en manos de ciertos personajes de baja estofa, uno que de prensa entiende lo que uno de hacer encurtidos, y el otro que por rastrero se dedica a la censura con la misma fruición que un ávido consumidor de porno barato.

Apostemos a los medios alternativos, a la búsqueda de fuentes, a la investigación activa. Volvamos al verdadero debate y al vuelo de las palabras armoniosamente escritas… que el resto es hojarasca y limo fétido.