lunes, 23 de septiembre de 2013

Los apátridas

Por Tabby Cordero

Luego de un largo y profundo desierto, en que nos hemos debatido, con un esfuerzo consensuado de los miembros activos del País, hemos logrado una estabilidad creciente que asoma en el horizonte mejoras continuadas.

Aún falta mucho por hacer, salud, educación, mayores ofertas de trabajo, la organización misma de una sociedad enferma de miedo y desconfianza, descontaminar la paranoia mediática, restablecer la solidaridad, en fin, volver a ser lo que fuimos en tiempos mejores.

Pero entre nosotros hay una clase media, creciente día a día, que se dedica a denostar cada logro, trabajosamente conseguido, como si fueran logros de los otros, los de afuera. Mira con ojos extranjeros, critica como colonizador, se burla desaforadamente y pone trabas al crecimiento económico con una avaricia contumaz, propia de los enemigos de una Nación.

La avaricia de la clase media, en general, que desconoce o se horroriza de la inclusión, no se percata de que los Planes Sociales garantizan un mejor futuro, mientras decrece el abismo de la exclusión.

La clase media, siempre tan pendular, siempre tan colchón entre los poderosos y los desarrapados, no ve que en los esfuerzos de esta democracia, aún inestable, por sus propios embates (de la clase media), está buscando un equilibrio que atempere la lucha de clases, para poder reacomodar el piso económico de la región. Derechas y ultraizquierdas mueven constantemente la balsa social, y como el cáncer que mata al huésped, no ve que es su propia muerte la que prohíja.

Esa clase media, la que piensa con el bolsillo, la que siente la vida correr por la billetera y no por el corazón, es la clase cipaya, la Malinche argentina, la que le abre, cantando, las puertas a los monopolios transnacionales, los enemigos de adentro, la clase que corroe el verdadero patriotismo, celebrando y asumiendo la colonización cultural con avidez.

Son los apátridas, los tibios, los que se aman a sí mismos al rescoldo de los poderosos, lamiendo sus botas, alimentándose de sus migajas y esperando trepar los escalones dorados que se les negarán, despreciándolos una y otra vez. Los chupamedias contumaces, puro ego sin identidad.


¡Ah, sí, los apátridas, ellos: los colonizados hasta raíz! 

viernes, 20 de septiembre de 2013

El Neoliberalismo, la New Age y la Política.

Por Guadalupe Podestá Cordero

Los humanos deseamos, como todos los seres vivos de la vida animal desear es lo que nos da impulso en la vida, lo que nos hace seguir adelante. Lo que muchos llaman “instinto de conservación” es, en realidad, el impulso que nos da el deseo.
Qué sentido tendría, sino, generar proyecto, pensar a futuro, cuál sería el sentido de nuestro avance, sino la búsqueda de la realización, de esa sensación de completud que será quebrantada por un nuevo deseo, para ser alcanzada nuevamente. Ese deseo que viene a romper la momentánea completud es lo que evita que el placer se transforme en meseta y nos lleve a una profunda pena, fruto de sentir que nada nos falta, ni nos desafía, ni nos interesa.
Es decir, entonces, que el deseo no es esencialmente negativo, pero es factible de desborde.
La historia está plagada de deseos desmedidos de esto o aquello, esos deseos desmedidos han conducido a guerras, matanzas, invasiones, y demás. ¿Pero de quienes eran esos deseos desmedidos?
Las coronas nunca callaron ni disimularon su avaricia (es decir, su deseo desmedido por poseer oro, tierras, bienes) pero si le cargaron los crímenes cometidos para saciar ese deseo, en las espaldas de sus pueblos “en nombre del bien del reino, el imperio (o lo que tocare en turno)” . Hemos pasado por eras feudales, reinados, imperios pero un día, el deseo desmedido se corporativizó y apareció la revolución industrial y el liberalismo económico.
Un día comenzó a especularse con los capitales y aparecieron las grandes industrias, y de allí al capitalismo, como por un tubo, el capitalismo y sus industrias necesitaban generar valores y ganancias, entonces hizo falta crear el consumo interno y externo.
En principio la gente adquiría lo que necesitaba, tal como antaño, pero, a medida que la producción crecía y el mundo se ensanchaba a ojos de los negociantes fue necesario crear el deseo, entonces aparecen las primeras formas de publicidad.  Es decir se hizo notorio el producto, publicitar es hacer público algo. Esta idea surgió del fuero legal francés y más tarde, a medida que crecieron las necesidades de mercado pasó al ámbito comercial. Recordemos que publicidad hoy implica algo comercial, mientras que la propaganda implica la propagación de marcos ideológicos. Ambas pueden mezclarse pero no son lo mismo.
El aparato publicitario fue generando la idea de que “la vida sería mejor con…”,  esto obviamente no es nuevo, como sabrán el público viene comprando y resonando hace mucho, un día las publicidades comenzaron a hacer eje en lo afectivo y en los deseos básicos. Esto no fue el máximo punto, porque si bien se buscaba generar empatía con los personajes y con el producto, es decir, encontrar que se desea tener eso porque nos hace mejores. Ojo, no sólo se promocionan productos, sino formas de vida.
Pero vamos a nuestro tema, después de esta introducción breve.
Como bien dice Naomy Clein, fue necesario poner sociedades en shock para que en neoliberalismo pueda insertarse en ellas. El capitalismo salvaje fue delineando conductas sociales que en otros momentos hubiesen resultado censurables, o al menos, molestas.
El querer tener para mostrar y pensar que se es algo, convierte al habitante de ciudades y pueblos grandes, en un consumidor cuya estabilidad depende de la seguridad de ser admirado e incluso envidiado por sus pares.
Cuando en los noventa se anuncia el fin de las ideologías, crece la crisis personal, porque aquellos cuya existencia seguía atravesada por sus principios ideológicos, políticos, religiosos e incluso partidarios, era mirado como un dinosaurio extraño que no había evolucionado hacia cierta melange de creencias que no definía, no cuestionaba y si acataba las revelaciones pseudodivinas de los gurúes de moda, sean estos religiosos, comerciales, o del pensamiento.
Es en ese contexto post dictadura militar (pero con la dictadura económica neoliberal aún en el poder rezumando exclusión y elitismo) que la New Age gana poder en estos lugares del mundo, los nuestros y nuestra identidad termina de perderse en un rincón, para ser sólo recordada por aquellos que el sistema considera afuera o los que son tomados como intelectuales transgresores (y como transgresor sonaba complejo era una palabra interesante para usar de etiqueta, entonces quedaba bien ¿viste?)
Claro, me van a pregunta que le veo de malo a la New Age, te cuento, es individualista en su profundidad, genera la idea de que los elegidos existen, destruye la construcción colectiva.  Terminó por anclarse el pensamiento de que el que está fuera del sistema, lo está porque quiere y que ayudar sin que te lo pidan está siempre mal aunque el otro sufra frente a vos. La New Age contó que la política era mala y que los movimientos que buscan alcanzar el poder, lo buscan sólo por la intensión de dominar, omitiendo ex profeso, que los cambios profundos de un país o de una región sólo pueden materializarse desde el poder político y económico. Que lo mejor que te puede pasar es vivir meditando y “decretar” lo que deseas. Decretar… me recuerda a algo… a sí!!! Es una atribución del poder. Claro, el deseo y la decisión surgen del debate interno o de las preguntas, de las charlas. Se puede luchar por un deseo, por un sueño, pero cuando uno decreta no hay construcción posible, porque un decreto personal no es como un decreto de estado, que se usa cuando no queda más opción. No en el decreto personal me importa nada la discusión que puedan tener las figuras de mi mundo interno, es mi sola vos. Entonces ese meditador New Age, que habla de paz y misericordia, se convierte en un ser prepotente que no sueña, decreta. Al desterrar el concepto de decisión  se va con él la idea de responsabilidad. Porque cuando yo decido me hago responsable de esa alteración temporoespacial que surge como consecuencia del cambio que haga.
¿Y qué tiene que ver esto con el Neoliberalismo? Me vas a preguntar.
Mirá, esta escuela de pensamiento es producto de las variables neoliberales, cuanto más solos estamos, cuanto más concentrados en el centro del ombligo, más lejos de lo colectivo y lo popular estamos. Dejamos de ser pueblo para ser “la gente” y la gente puede ir con otros miles a un lugar, pero no siente la pertenencia profunda que sí siente quien se identifica con el pueblo.
Si todo se lo achaco al Karma (y aclaro que soy reencarnacionista) entonces no tengo responsabilidad en las vivencias que atravieso, pero tampoco hago nada por modificar la realidad política y económica del país y de la región.
Las figuras elevadas de la New Age, los que llaman Maestros Ascendidos, no se parecen en nada a nuestros pueblos, nooooooo… hasta los que tomaron de oriente son blancos y de ojos claros, pelo de cualquier color, pero la piel blanca. Se tomaron dioses de la antigüedad humana y se los vaciaron de contenido y significado, cosa que los poderes expansionistas de las coronas han hecho desde siempre.
Entonces seguimos mirando lo que viene del norte del mundo como ideal, bello, divino, como el neoliberalismo. Esa misma actitud tomaban los economistas y muchos periodistas, frente a los enviados del fondo monetario.
Cuando estas formas sociales se enquistan hay problemas, porque surge la envidia como pasto, y la envidia genera dos cosas terribles como la frustración y el resentimiento. Cuando desde los medios se bombardea al público con productos para que los compre y se sienta exitoso, realizado, lindo, aceptado, elegante o inteligente, se le dice que no será amado si no “tiene” esas cosas, por lo tanto hay que tenerlas como sea.
Bien dirá Deleuze, que lo que se busca no es la cosa, sino el paisaje detrás de la cosa, o mejor dicho lo que la cosa implica y su contexto. Por ejemplo, el auto tal, no se desea el auto por eso, se desea el auto por la libertad de viajar, por el status que se demuestra, por las conquistas que pueden hacerse con él, por ganar una picada al estilo de rápido y furioso, como en aquella publicidad del Renault Fluence, en el que un hombre que se queda al costado de la ruta, es llevado en un Renault Fluence a buscar combustible y cuando vuelve quema su auto porque no es igual al auto en el que lo llevaron.
Cuando salen a pedir dólares, los que salen no salen por el objeto mismo, salen por lo que tener dólares significó desde la bicicleta financiera de fines de los setenta para acá, salen porque el que tiene dólares “es vivo y tiene guita”
La cultura de los noventa, donde Punta del Este era status y Miami la meca, no empezó allí, se gestó en el golpe de estado del 76, donde no sólo se mutó el modelo económico y social, sino el filosófico y el psicológico.
Muchos se preguntarán cuanto se para hablar de esto, pero una parte de mi vida está ligada a las filosofías antiguas y a la Parapsicología. Como docente en Parapsicología, maestra de meditación, ritualista y algunas cosillas más, puedo decir que la New Age bastardeó, como movimiento, muchas de las prácticas y conocimientos antiguos, pero también afectó la forma en la que las personas ven la realidad de este país.
Como psicodramatista, veo cómo la sociedad fue mutando roles, aunque algunos permanecen, y como fue descartando arquetipos antiguos para adoptar un marco arquetípico semi moderno, que lo aleja de la profundidad  indentitaria.
Como militante y como una observadora que ejerce el periodismo (o lo intento) no puedo evitar darme cuenta que estos temas se interrelacionan a tal punto de volverse uno herramienta del otro. El Neoliberalismo no se hubiese impuesto como formato ideológico sin un marco filosófico y religioso a su servicio. Pero aclaro, esto no es nuevo en la historia. Cada avance imperial tuvo las mismas características.
No nos invadieron con los marines, pero si con el idioma, la moda y lo que consideramos o no formas aceptadas de vivir. Esto generó un parámetro de exclusión que dejó, como siempre, afuera a las mayorías.
Hoy, cuando el retintín de la palabra inseguridad no cesa de aparecer en cuanta charla se tiene, gracias a la contaminación mediática, y se habla de la baja en la edad de imputabilidad de los menores, deberíamos tomar en cuenta, que los que hoy salen a robar son producto del accionar del neoliberalismo.
Si lo que tenés te define ¿Qué definición tiene el que nada posee? ¿Deja de ser persona? ¿Si no hablo ingles no merezco nada?
La penetración cultural es clave en esto, porque, por supuesto, luego de la plaga neoliberal, quedó claro que da más puntos comprar en outlet que en saldo, aunque sean lo mismo, se sabe que da mejor imagen que en una vidriera diga off que descuento, queda mejor escribir en twitter “wtf” (what the fuck) que poner “¿qué carajo?” (Que sería su correspondencia argentina). Una puede ser abierta de mente sin necesidad de decir open mind, que es lo mismo pero suma porque es en inglés, o puede cocinar sin hablar francés o italiano.
Esto no implica ni ignorar ni censurar, pero seamos conscientes que el trabajo fue finito, llevo tiempo y hoy cuesta salir de la trampa.
Tal vez, al recuperar, como está sucediendo, la identidad popular, reaprender la historia sin mirarla con los ojos del dominador sino con los propios, si volvemos a ser orgullosos habitantes del sur del mundo, empecemos a salir de esa caverna en la que “ser es tener” y en la que sólo importa “que yo esté bien”.
La salud mental y espiritual de los pueblos surge sólo de la construcción popular y colectiva de la felicidad.

Entonces seremos libres de elegir, entre todos y tal vez entonces Pachamama nos mire orgullosa porque hemos vuelto a ser sus hijos e hijas.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Los tres 16

Por Guadalupe Podestá Cordero

Se suceden los días de septiembre y siguen saliendo pensamientos de mi cabeza, así como las plantas se llenan de flores yo me lleno de palabras, que locura.
Los caminos de la memoria me llevan hasta hace 58 años, si, 58, porque un 16 de septiembre de 1955 unos tipos con la mente cerrada al pueblo y muy abierta a los poderes económicos concentrados, le dijeron a los y las argentinas que ya no había espacio para sus reivindicaciones, que el sueño se había terminado y que las ideas peronistas no existían más.
Sólo unos meses después de bombardear plaza de mayo para matar a Perón y matar trabajadores, si matar trabajadores, porque esas muertes siempre se calculan -porque los señores de poder concentrado siempre calculan el precio de sus operaciones en sangre de pobres-  se alzaban contra un gobierno popular, por ese mismo pecado, ser popular.
Porque para ellos “los negros” no tenían nada que hacer en las universidades, ni en los balnearios y mucho menos en los teatros.
En la nota anterior, decía, que al imperio y su hija dilecta, la oligarquía, le molesta que el pueblo festeje, tiene que negarle la felicidad, pero también la pertenencia y la identidad.
El golpe se hizo en nombre de aquellos que sintieron mancilladas sus sagradas calles de la capital federal, como si sólo le perteneciera a esa minoría que se considera elegida por algún mesías foráneo, iglesia mediante, esto venía preparándose desde el mismo 17 de octubre. No soportaban al hijo del obrero en la universidad, ni las escuelas pagas soportaban tener que becar hijas/os de trabajadores. La “gente bien” los “decentes” eran blancos, los más bajo de la escala era oficinista, el resto, para ellos, era “chusma”, “lacra”, “cabecitas negras”, “grasa”.
Hace 58 años se le prohibió al pueblo nombrar y hasta pensar los nombres de Perón y Evita, se tiraron pulmotores y ropas al río para borrar la obra de la fundación, se demolió una casa histórica, porque fue la residencia presidencial, se derogó una constitución para volver a imponer una constitución unitaria, se le dijo al pueblo que no habían más sueños colectivos no regionales, porque desde adentro y desde afuera se le decía basta a los pueblos libres, basta a la igualdad, basta a la justicia la soberanía y la libertad de ser quienes eran.
Y claro, cada vez que las sombras se ciernen sobre el pueblo llegan con muertes, y fueron los fusilamientos, los de José León Suarez, el de Valle, y tantos otros.
Esa no iba a ser la última vez que se le negara al pueblo la capacidad de soñar y luchar por esos sueños colectivos. Pero si iniciaba la implantación del miedo como una forma sistemática de dominación.
Años más tarde, en 1974, el mismo día, asesinarían a Atilio López, dirigente obrero, que había sido, hasta que lo derrocaron, vicegobernador de Córdoba.
A él lo criticaron a más no poder, no sólo a él, también al gobernador Obregón Cano, por su cercanía con la juventud y con ciertos ideales revolucionarios. Pero a López se le criticaba el no tener doctorados ni licenciaturas, lo criticaban porque era un trabajador, y por ser peronista, por haber participado en el Cordobazo junto a Tosco y Torres, por haber sido secretario general de la CGT Córdoba, que era muy combativa.
Me dirán, a él lo mataron en épocas de Perón, si pero cuidado, que no todos los que se embanderan con el movimiento son en efecto expresiones del pueblo. En una estructura tan amplia, siempre la mano oligarca ha podido meterse y trenzar. A Atilio López lo mató la mano del imperio vestida de Triple A, porque esa visión no es popular, a la derecha recalcitrante y en este caso asesina no la creo el pueblo, son las patas del imperio contaminando almas.
Aquí me detengo un momento, el peronismo, a los largo de su historia albergó personas maravillosas, pero el Justicialismo ha tenido cosas que mejor perderlas que encontrarlas, y no le digo desde afuera, yo me reconozco peronista, pero no puedo reconocerme justicialista, porque el justicialismo permitió Vandores, Lopez Regas y otras vergüenzas, permitió sindicalistas que se  vendieron al patrón en desmedro de la historia de la CGT y de la unidad del pueblo trabajador, permitió la Tripe A y el Comando de Organizaciones, la CNU y otras tantas cosas que uno enumera desde el dolor, pero que con los años, y después de preguntar hasta el cansancio y leer, y ponerse a revisar, llega a entender que los oligarcas que pueden estar latentes dentro de algunos militantes son más peligrosos que los contreras, porque esos son los cipayos de adentro que abren puertas a los invasores de afuera.
Atilio López se jugó por los trabajadores, creyó en la importancia esencial de lo popular y lo colectivo y le robaron la vida por eso. Hoy debemos recordarlo con honor, cariño y orgullo, como a tantos miles de compañeros/as.
Pero dos años después el imperio y la oligarquía, de la mano de sus asesinos de turno volverían a decir que no se puede desear, que no se puede pedir ni luchar ni soñar, lo dijo secuestrando, desapareciendo a 10 estudiantes secundarios, militantes algunos de ellos de la UES, tenían entre 16 y 18 años, muchos sueños, millones de cosas por hacer en este mundo. Ellos no fueron los únicos. Muchos jóvenes y niños perecieron a manos de las garras asesinas, eso no se debe olvidar.
Esa noche se llevaron a: DANIEL ALBERTO RACERO  "Calibre", 18 años; MARIA CLAUDIA FALCONE16 años; MARIA CLARA CIOCCHINI 18 años; FRANCISO LOPEZ MUNTANER "Panchito", 16 años; CLAUDIO DE ACHA 17 años; HORACIO UNGARO 17 años.  Algunos de los chicos sobrevivieron PABLO DIAZ 18 años; GUSTAVO CALOTTI "Francés", 18 años; EMILCE MOLER17 años; PATRICIA MIRANDA 17 años.
La Noche de los Lápices, no es más que la obra asquerosa de los asesinos de sueños y vidas, y era otro paso en la imposición del miedo como agente de dominación psicológica de la población, porque esa es la razón de la existencia del terrorismo de estado, atemorizar al pueblo para poder hacer lo que los señores del poder quieran con vidas, tierras y bienes.
Esa noche terrible de La Plata, fue utilizada mucho tiempo para evitar la formación de centros de estudiantes secundarios, incluso recuerdo en el 91, frente a las marchas contra la Ley Federal de Educación, la noche antes de que los estudiantes marchásemos a la Plaza de Mayo, canal 13 que ya era del grupo Clarín (recuerden que fue la primera privatización), proyectó “la Noche de los Lápices”, al otro día, muchos padres le negaron el permiso a sus hijos de asistir a la marcha.
Lo que le asusta al imperio de los movimientos juveniles es la potencia de la conciencia clara, los asusta la conciencia militante y el conocimiento político en manos de los jóvenes, porque eso implica la revolución de muchas formas, pero sobre todo la revolución cultural, porque implica romper con los cercos internos que la dominación ha creado.
Los jóvenes, de esa época, discutían política al nivel de los adultos, pero además accionaban en el mundo real, se buscaba generar “el hombre nuevo” del Che, alcanzar un país para todas/os, una Patria Grande nuevamente, y mucho más.
Ahora que se vuelve a alcanzar el punto en que los jóvenes vuelven a meter la política en su marco de realidad, y vuelven a tomar para si las calles, las plazas, ahora que se vuelve a la idea de la organización del barrio para bien del barrio y que se siembran centros culturales, y movidas populares, ahora que se despierta la potencia creativa, es que debemos recordar a esos que lucharon hasta la última gota de sí mismos.
Me van a decir que los estoy idealizando, pero no, es sólo tomar dimensión del peso histórico de las personas, porque desde los que conformaron la resistencia peronista, hasta los treinta mil en lucha y resistencia desde sus ideologías propias (porque por supuesto esto excede al peronismo) tienen un peso histórico innegable, un peso que ninguna teoría de los dos demonios podrá borrar, por mucho que se intente.
Hoy es un día para recordar.
En medio de esta marea emocional y subjetiva en la que escribo, resurge en mí el orgullo de venir de la clase trabajadora, peronista, nacional y popular, y desde allí miro a los ojos de mis padres y mis abuelos, y desde aquí miro feliz los ojos de los que vienen.
Nada está perdido, lucharemos porque las palabras de Evita aún resuenan en el corazón: “sobre las cenizas de los traidores construiremos la patria de los humildes”.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El Imperio y la primavera.


Por: Guadalupe Podestá Cordero.

A veces es bueno abstraerse por unas horas de lo que sucede alrededor, porque eso permite “lavar” los ojos para poder mirar con mayor claridad después.
Pues bien, ayer me tomé unas horas para estar “fuera del mundo” por decirlo así, y cuando volví,  volví inserta en la fecha que trascurría lentamente adentro mío y tan vertiginosa afuera.
Claro está estamos en septiembre, arrastrando los restos del invierno para renacer en primavera, si, para muchos de nosotros/as, que practicamos el chamanismo u otras formas de espiritualidad antiguas, en la que los equinoccios y solsticios son puertas hacia cambios vitales importantes, la llegada de una estación como la primavera (o lo que el cambio climático dejó de ella) implica, en nuestras vidas, un reflorecimiento, un renacer en belleza. Será, acaso por esto, que el imperio se ha especializado en arruinarnos la primavera a los que vivimos al sur de las fronteras de su gendarme.
Septiembre en sus fines nos presenta la primavera, pero al imperio no le gusta que los pueblos tengan primaveras, y menos si son revolucionarias. Entonces instiga conspiraciones internas, invasiones, malestares, golpes, todo lo posible para que ningún pueblo tenga primaveras para festejar.

Con esto no digo que las fuerzas imperiales estén en contra de los picnics, no, al contrario, eso les gusta, que nos reunamos a comer, bailar, coquetear mientras cantan  os muchachos y las chicas de moda, con un fondo kitsch, está bien, mientras puedan presentar a jóvenes inmersos y rezumando venalidad de pseudoromanticismo hollywoodense está todo bien. Pero, primaveras populares, donde el pueblo festeje reivindicaciones fundamentales, donde se organice el poder popular, esas donde “el otro soy yo” y nos encontramos codo a codo con compañeros y compañeras unidos para hacer un país, una región, un mundo de y para todas y todos, eso les da tirria.

Ayer fue 11 de septiembre, una fecha muy importante para el corazón de nuestra región. Para los argentinos y argentinas, fue el día del maestro (homenaje inmerecido a un Sarmiento que de docente no tuvo nada y que no fue el que más hizo por la educación de nuestro pueblo, digamos que tenemos mejores maestros y maestra para homenajear), y a esto se suma la conmemoración del golpe de estado para derrocar a Salvador Allende y que se llevara su vida junto con la libertad de ese hermano país.  La entereza de Allende y de ese pueblo trabajador que se organizó de mil y una formas para resistir las operaciones internas de destitución, que encabezaron industriales, dueños de transportes y los medios (que casualidad) junto a algunos partidos políticos, todos cobijados en el poncho estadounidense, que los financió y asesoró para que entonces Friedman pudiese ensayar sus teoría de concentración de capitales y exclusión, conmueve inevitablemente.
Pero hubo otros días en septiembre, en la historia latinoamericana que me hacen sostener mi teoría, veamos:
1 de septiembre de 1979, es asesinado Jesús Jimenez, campesino, Delegado de la Palabra, mártir de las Buenas Noticias a los pobres en el salvador.
6 de septiembre de 1839, es ahorcado Manuel Congo, líder de la rebelión de esclavos más grande que se produjo en la región del Valle de Paraíba del Sur, específicamente en Paty do Alferes, en Río de Janeiro. Y en 1930 El presidente radical Hipólito Yrigoyen es derrocado por un golpe militar, encabezado por el teniente general José Félix Uriburu.
10 de septiembre de 1924, Los marines ocupan varias ciudades hondureñas para apoyar al candidato de los EEUU.
11 de septiembre de 1973, Golpe de estado que derroca a Salvador Allende.
12 de septiembre 1821 El gobierno suprime por decreto la Gaceta de Buenos Aires, primer órgano de prensa de las ideas revolucionarias, nacido el 7 de junio de 1810. Y 1989, es asesinado el dirigente campesino Valdicio Barbosa Dos Santos.
14 de septiembre 1816, El coronel Manuel Asencio Padilla, tras salvar la vida de Juana Azurduy, su compañera, es alcanzado y decapitado por el Cnel. realista Javier Aguilera en El Villar, Alto Perú.
15 de septiembre 1842, Es fusilado en Costa Rica Francisco de Morazán, héroe de la independencia centroamericana.
16 de septiembre de 1955, Golpe autodenominado “Revolución Libertadora” más conocido como “la Fusiladora”.
16 de septiembre de 1973, Es asesinado por la dictadura del Gral. Pinochet el cantante popular chileno y latinoamericano Víctor Jara. Y en 1976, La llamada Noche de los Lápices, horrible acto del terrorismo de estado, en el que secuestran a 10 estudiantes secundarios de entre 14 y 17 años, en La Plata.
23 de septiembre 1850, Muere exiliado en Paraguay, el “protector de los pueblos libres del Sur”, José G. Artigas. Y en 1973 Con mucho sufrimiento por ver como se derramaba la sangre por nuestro continente muere, asesinado con arsénico, Pablo Neruda.
24 de septiembre 1553 Es ejecutado el líder mapuche Caupolicán.
Claro, que en septiembre, a pesar del imperio, florecen los pueblos:
4 de septiembre 1970 Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular, gana las elecciones presidenciales de Chile.
7 de septiembre 1822 Se declara la independencia de Brasil, “Grito de Ipiringa”.
14 de septiembre 1810 La ciudad de Cochabamba, Alto Perú (actual Bolivia) se levanta en armas apoyando la Revolución de Mayo.
15 de septiembre 1821 Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua proclaman su independencia.
18 de septiembre1810 Chile se declara independiente. Y en 1969 Se produce en la ciudad de Rosario “el Rosariazo”.
21 de septiembre1981 Independencia de Belice.
24 de septiembre 1976 Trinidad y Tobago se declara independiente.
La mano imperial reacciona siempre ante los atisbos de florecimiento popular. Porque la mente imperial al igual que su hijita, la oligarquía, detesta a los pueblos que se revolucionan por amor, detesta la poesía y la mística que muchas veces enmarcan a los movimientos populares.
Puede que lo que les digo les suene a una rara mezcla de romanticismo y conspiración. Pero no. Cuando los poderosos ven al pueblo festejar, crecer, florecer en la conciencia y el debate, se enfurecen, porque un pueblo feliz no es fácil de avasallar.
Desde las usinas del pensamiento dominante, el pueblo marchando para luchar o para festejar, es el “aluvión zoológico”, es el “quilombo” (quilombo en tanto desorden, gresca, caos. Ignorando que era el vocablo con el que se nombraba a los territorios habitados por esclavos que escapaban del patrón para vivir en libertad, en Brasil)

Para el pensamiento oligárquico, elitista, prohijado en el imperialismo, la alegría popular es grotesca, es garantía de desastre, es anárquica (desde una visión caótica y destructiva del anarquismo, los significados tergiversados son una especialidad de las producciones lingüísticas imperiales), les molesta el pueblo en la calle, como molestó siempre. A ellos les asombra incluso lo variopinto del color, porque para ellos el pueblo es negro –claro, no faltará el que atajándose diga “negro de alma, no de piel” como si eso disfrazara su racismo- iletrado, pobre, sin derecho a nada, porque según las oligarquías, por mandato divino, nacieron para ser esclavos.
Anoche escuchaba, en la proyección que hizo “Filmoteca” de “la Batalla de Chile” (se los recomiendo ampliamente) la consigna “¡¡Crear, Crear, Poder Popular!!” y además de emocionarme, me hizo notar por enésima vez el miedo que tienen las élites, al poder del pueblo, porque ellos son poquitos y nosotros muchos, la diferencia es que ellos tienen todas las corporaciones, todos los mercenarios y cipayos, y nosotros nos tenemos a nosotros y nuestras ideas. Pero aunque parezca que ellos las tienen todas para ganar, nosotros tenemos algo que ellos no, nos tenemos a nosotros en la identificación profunda, tenemos las raíces que nos impulsan a la eterna rebelión contra los amos actuales.
Septiembre es un mes que hace visibles las contraposiciones de modelos ideológicos, parece ser un mes creado para despertar conciencia para no dejar que ellos nos roben la posibilidad de seguir derribando los muros que nos ha construido a fuerza de despolitización, aculturamiento y consumismo.
Podría haber escrito esta notita, este casi homenaje, hablando desde el dolor, porque los genocidios duelen, ocurran donde ocurran, pero preferí contarles lo que sentía, porque no quiero que nos sigan robando primaveras.
Festejemos, sigamos floreciendo en conciencia, avanzando, creciendo y fortaleciéndonos. Que la primavera nos encuentre gestando, pariendo y formando una Patria Grande Justa, Libre y Soberana.

Venceremos.