lunes, 17 de octubre de 2016

Peronistas, somos.

Por Guadalupe Podestá Cordero

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Nosotros, esos, los negados por la historia. Los trabajadores que cobraron rostro, como decía, Marechal, en esas horas del 17.
Nosotros, alma de la patria, no dejamos de ser. Somos más, crecimos, para disgusto oligárquico, como un acto de resistencia de la naturaleza. Estamos en la historia y en la memoria popular.
Seguimos cruzando a nado los ríos para encontrarnos en la hora decisiva de la historia popular, soñando revoluciones que algún día llevaremos a cabo sin que nos la disuelvan los oligarcones.
En el 45 la lucha era para liberar a Perón de la prisión en Martín García que se había ganado por pensar en los obreros. Después fue por construir una Patria que cobije a todos y por generar industria, generarla contra la idea del país agroexportador de la Sociedad Rural. Cuando logramos un país de orgullo y pujanza, las garras asesinas del antipueblo se impusieron para que “el hijo del albañil muera albañil”, para que el pueblo supiera que no podía aspirar a doctorados ni a ser autónomo, ni a nada, se impusieron para que los pobres supieran que sólo tenían derecho a ser pobres y que cualquier mejoría en sus vidas era una aberración y afrenta a la “sobriedad” conservadora.
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Luego tocó luchar en voz muy baja contra la proscripción, los fusilamientos, las desapariciones y golpizas, luchar porque estaba prohibido decir a Perón y mentar a Eva, porque muchos pagaron con sus vidas la osadía de reclamar la tan mentada libertad que decían traer, libertad de morirse, porque en su afán de negar la historia, hasta los tanques de oxígeno tiraron al río.
Más tarde, luego del Cordobazo, el Rosariazo, y más, llegó la hora de pelear afuera y adentro, porque el aguijón imperialista había transformado en burócratas  y en furiosos perseguidores a algunos que se dijeron peronistas, pero que pintaron de muerte y sangre la vida del movimiento al que decían pertenecer, se nos llenó de enemigos internos y quintas columnas persiguiendo a los más jóvenes, que habían caldeado sus ideas con los mismos textos que el general, y con los escritos de Cooke.
Para los setenta, la mejor generación de los nuestros sería perseguida, una parte torturada y asesinada, mentida cruelmente, ocultada y usada de escarmiento del horror, para que nadie se atreva a pensar.
Sin embargo, cada 17 de octubre, durante todos esos años, unas mariposas revoloteaban en el alma recordando la gesta inicial, esa movida popular que logró la libertad de Perón y el inicio de uno de los movimientos más innovadores de la realidad latinoamericana del siglo XX,
Esquivando la aniquilación amanecimos a los ochenta, pero ya no era lo mismo, lo que quedó de aquella lucha, se levantó como pudo, pero esa reconstrucción compleja sirvió para que los que éramos chicos pudiéramos vivir el primer atisbo de militancia en democracia, podíamos cantar las consignas y la marcha aprendidas a escondidas, empezamos a palpitar la primera elección (aunque la verdad la lista no era ninguna genialidad, los pelofino ya nos habían invadido de a poco) pero teníamos mística y esperanza.
Los noventa empezaron a dibujarnos la bronca, el desencanto y la desilusión. Un presidente que se decía peronista y se desesperaba por conducir una Ferrari y bailar con la vedette de turno, mientras iba fundiendo la Patria, contradiciendo todo lo que Perón, Eva y cada uno de nuestros héroes y mártires nos habían demostrado que era ser peronista. Así, con bronca y dolor, transitamos los 90 de los yupis y la bolsa, esa etapa histórica signada por el plástico kitsch y una banalidad que chorreaba por todos lados, hasta que el oleaje nos dejó en las costas de una crisis que inauguraba un siglo XXI con 39 muertos por los que nadie pagó, durante el gobierno inconcluso de De La Rúa.
Pese a tanto, los peronistas no dejamos de serlo, a algunos nos habían desafiliado del justicialismo por exigirles posicionamientos reales, frente a un país que se desangraba, pero, como el establishment se había hecho cargo del justicialismo, transformándolo en un PJ liberaloso de centroderecha, no se iban a parar a luchar al lado de los desposeídos. Que cosa, nunca vi a seres negar tanto el numen ideológico que dicen representar.
Resultado de imagen para eva, peron, nestor y cristinaPara cuando Néstor llegó al poder, muchos no creíamos más en nada, estábamos más listos para mandar a pasear todo que para militar, pero, cosa mágica, nos fue contagiando, que locura, un gobierno empezaba a hacer los que reclamábamos desde hacía mucho,  y fuimos volviendo, como quien vuelve a casa después de un largo viaje, los que no habían sido expulsados o no se habían desafiliado, miraban con ojos esperanzados la novedad, los que volvíamos después de mucho, nos emocionábamos, como nos seguimos emocionando con Cristina y con la llegada de miles de jóvenes a la militancia, como en viejas épocas. Volvían a nuestros ojos las imágenes de fiestas populares que ya no pensábamos ver.
Para pesadilla de los oligarcas, los peronchos, recuperamos las calles, catábamos en plazas interminables, nos atacaron con los micros, el chory, la coca, jajajaja no entienden nada, no es pecado viajar en micro, los chorys nos los podíamos pagar, como las tantas cosas que se podían comprar en las plazas y ferias, lo que los asusta enserio es ver a ese pueblo, que cada vez que se corporiza en una avenida los confronta con la propia limitación que tienen ellos, los oligarcas.
Los oligarcas no bailan al son de bombos, no aman en miríada, ni toman las calles para decir su verdad.
Hace 71 años, fue aquel 17, ese, el único que nos parió a la realidad de la patria, demostrando que no hace falta importar movimientos políticos, porque podemos construirlos. Porque con la colaboración de Yrigoyenistas, anarquistas colectivistas, algunos socialistas y el pueblo todo, conformamos una fuerza que no tenía antecedentes y que hoy se encuentra fragmentada porque los que dicen conducir se han olvidado de su origen.
El peronismo no necesita renovarse, sino repopularizarse, volver a su origen, porque el enemigo ha vuelto a su esencia, los que hoy nos gobiernan lo hacen como si hubiesen salteado 7 décadas y hubiesen vuelto al 30. Entonces tenemos que volver al origen del peronismo, a las miríadas de obreros en las calles. Así como liberamos hace 71 años a Perón, hoy deberemos liberar al peronismo del ostracismo al que los burócratas lo condenaron.
Usemos las paredes para gritar nuestras verdades, las redes, papelitos y lo que sea. Porque la sangre derramada no puede ser negociada, y los peronistas hemos  dado muchas veces la vida por Perón. Que no queden en saco roto las luchas de los nuestros, son 7 generaciones de lucha, que no deben perderse en la noche del olvido burocrático. Desliberalicemos el partido, recordemos que el peronismo debe ser revolucionario o no ser. No nos dejemos domesticar compañeros, la vida del pueblo nos va en esta lucha.
Volvamos, seamos millones, hay que rescatar la memoria, la mística y la capacidad épica de cambiar la historia y sacársela del buche a los contreras.

Venzamos, compañeros, esta vez es vencer o morir.

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