viernes, 6 de octubre de 2017

Guerras de cuarta generación, mala muerte naturalizada como bienestar y progreso.

Entrevista realizada a la periodista y escritora Stella Calloni quien a través de un relato muy personal define y caracteriza lo que se da en llamar “las guerras de cuarta generación”, una estrategia establecida por distintos actores del imperio para desestabilizar gobiernos populares, hundir sociedades en una profunda precariedad de valores, corromper la conciencia identitaria de los pueblos.  Los que manejan las distintas formas de expresión, difusión, formación de criterio, medios de información y culturales, quienes a través de la demonización de la imagen de los que luchan por construir otra realidad política y social sean  considerados como enemigos por una parte de la población, la población adiestrada. Esa franja que se dejó convencer que la política es corrupta, la proscribió de su criterio de análisis y dio un sesgo limitado a la crítica que posibilita políticas integradoras y la construcción de un Estado presente y distributivo donde los derechos y el bien vivir sean una continua realidad.
Susana De Luca.



 Argentina y la Guardia Nacional de Georgia 

Juan Gabriel Tokatlian
Tal como ha ocurrido con varios asuntos de la defensa ligados a las relaciones internacionales de la Argentina, el gobierno de Cambiemos ha optado, otra vez, por el sigilo y la opacidad. Pero a diferencia de otras cuestiones—por ejemplo el eventual envío de militares a misiones de Naciones Unidas en África—ahora hay un hecho consumado: el 13 de diciembre de 2016 se firmó un acuerdo, no un tratado, entre el Ministerio de Defensa argentino y la Guardia Nacional del estado de Georgia de Estados Unidos.

El tema es delicado y merece analizarse. El denominado National Guard State Partnership Program (SPP) se enmarca en los llamados Security Cooperation Programs del Departamento de Defensa estadounidense. El papel del Departamento de Estado en este programa es menor. De hecho, hay que localizar este tipo de iniciativas en el marco más amplio del debilitamiento del tacto diplomático y el auge del músculo militar en la política exterior estadounidense desde el fin de la Guerra Fría. El origen del SPP se remonta al comienzo de la Posguerra Fría y su propósito era brindar asistencia y entrenamiento, mediante convenios entre distintas guardias nacionales estaduales y las ex repúblicas que fueron parte de la Unión Soviética. Como bien señala un informe de la Oficina de Auditoria estadounidense de 2012 (“State Partnership Program: Improved Oversight, Guidance, and Training Needed for National Guard’s Efforts with Foreig Partners”), en el contexto de 1992-93 se optó por involucrar a las guardias nacionales estaduales pues ello resultaba “menos provocador” hacia Rusia que la presencia de “militares propiamente dichos” en naciones de su otrora área de influencia.
El SPP fue evolucionando, creciendo y diversificándose. En la actualidad hay acuerdos de distintas guardias nacionales con más de 70 países; la mayoría de ellos—23—con las naciones bajo la órbita del Comando Sur. Como indicara en marzo de 2015 el entonces Comandante del USSOUTHCOM y hoy designado por el Presidente Donald Trump en el cargo de Secretario del Departamento de Seguridad Nacional, general John Kelly, el SPP es un programa de “gran impacto y bajo costo”. Cabe aclarar que Brasil no ha firmado hasta el momento este tipo de compromiso.
En su comienzo, en los noventa, la asistencia provista por las guardias nacionales se destinó a instruir a las fuerzas armadas de varios países de la antigua URSS en temas tales como las relaciones cívico-militares y el aporte para eventuales misiones de paz. De acuerdo con la información del National Guard (http://www.nationalguard.mil/Leadership/Joint-Staff/J-5/International-Affairs-Division/State-Partnership-Program/) entre los beneficios que brindan hoy estos acuerdos está el mejoramiento de las “capacidades militares de espectro completo” tales como la “respuesta a desastres”, la “seguridad en las fronteras, los puertos y la aviación”, y las tareas “contra el tráfico de narcóticos”.
En años recientes, efectivos de las guardias nacionales han participado en situaciones de conflicto en los Balcanes y en grandes guerras como Irak y Afganistán. En ese contexto, y ante lo que los especialistas estadounidenses identifican como el incremento de las “amenazas asimétricas” (terrorismo, criminalidad transnacional, etc.) y los “conflictos híbridos” (que involucran actores estatales y no estatales que recurren a la ciberguerra), han surgido voces que procuran asignarle un papel más importante a las guardias nacionales en el marco del Departamento de Seguridad Nacional y en la política internacional estadounidense. Así, en la plataforma electoral del partido Republicano en 2016 titulada “Estados Unidos Resurgente” se destaca que desde septiembre de 2001 las guardias nacionales se han transformado de “una reserva estratégica en una fuerza de combate operacional completamente integrada”. En esa dirección, y para “evitar una sobre-extensión de los militares” el programa del partido triunfador en las últimas elecciones propone una “mayor fuerza activa” reforzando legislativa y presupuestariamente a las National Guards. En breve, todo lo anterior apunta a una nueva readecuación del rol de esas guardias en la política interna de seguridad y de defensa externa de Estados Unidos. Ahora, como lo fue en los noventas en otra coyuntura, el argumento es similar: bajar relativamente el perfil de involucramiento de las fuerzas armadas estadounidenses en ciertas tareas militares en el exterior y elevar la participación de las guardias nacionales en cuestiones en las que se borran los linderos entre seguridad y defensa.
El “agreement” argentino-estadounidense respecto a la National Guard de Georgia es sumamente escueto y vago. Es importante que el Congreso de la Nación realice audiencias para conocer en detalle a qué se compromete el país con este acuerdo. No es un tratado y no debe ser ratificado por el legislativo, pero sí es un compromiso político-militar que exige estudiarse, debatirse y aclararse.

Profesor plenario de la Universidad Torcuato Di Tella.


Comando Sur de EEUU combate al «populismo radical» en América Latina.

Por Altercom, P. José Mullighan S.J.

En estos años las Fuerzas Armadas de los EE.UU. están definiendo explícitamente el «populismo radical» como una nueva amenaza a sus intereses. De hecho, Washington ha luchado por muchas décadas contra las "amenazas" de movimientos socialistas y nacionalistas bajo el pretexto de la Guerra Fría y la Seguridad Nacional. Pero ahora los militares y la CIA hablan más francamente y claramente sobre sus propósitos.

Gral. James T. Hill ante el Congreso estadounidense.

El 24 de marzo del 2004, en testimonio ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense, el Gral. James T. Hill, Jefe del Comando Sur (el mando basado en Florida y ’responsable’ de América Latina), explicó:
"Nos enfrentamos a dos tipos principales de amenazas en la región: un conjunto establecido de amenazas descrito detalladamente en años anteriores, y un conjunto naciente que probablemente levanta cuestiones serias durante este año".
Las amenazas "tradicionales" son "de los narcoterroristas y sus semejantes; una amenaza creciente al orden y a la ley en naciones socias de pandillas urbanas y otros grupos ilegales armados, que son generalmente ligadas también al comercio de drogas; y una amenaza menor pero sofisticada de grupos radicales islámicos en la región".
Luego especificó: "Los que apoyan a los grupos radicales islámicos, desde el Caribe al área de la Triple Frontera de Paraguay, Argentina y Brasil, llevan a cabo actividades para recaudar fondos".
Mientras estas amenazas persisten, según el Gen. Hill, "se les complementa ahora una amenaza emergente mejor descrita como el populismo radical, en que el proceso democrático es socavado para disminuir más que proteger los derechos individuales.
Algunos líderes en la región están sacando provecho de las frustraciones profundas derivadas del fracaso de las reformas democráticas en hacer llegar los bienes y servicios anticipados. Utilizando estas frustraciones, que se dan concurrentemente con las frustraciones causadas por la inequidad social y económica, los líderes pueden al mismo tiempo reforzar sus posiciones radicales inflamando el sentimiento anti-estadounidense.
Además, otros actores buscan socavar los intereses de los EEUU en la región apoyando estos movimientos".
La CIA también reconoce el fracaso del modelo económico imperante en estos años y el peligro de las resultantes frustraciones.
Según Antonia Juhasz en su nuevo libro, "The Bush Agenda — Invading the World, One Economy at a Time" , cada 5 años la CIA hace un estudio para predecir las amenazas más serias a la seguridad de los EEUU para 15 años en el futuro.
El informe del 2000 dijo:
"La marea creciente de la economía mundial creará muchos ganadores económicos, pero no levantará todos los barcos...
Resultará en conflictos aquí en EE.UU. y en el exterior, asegurando una brecha aún más ancha entre ganadores y perdedores regionales que la que existe hoy...
Regiones, países, y grupos que se sienten abandonados en el atraso van a enfrentar un estancamiento económico, inestabilidad política, y alienación cultural que se profundizan. Van a alentar el extremismo político, étnico, ideológico, y religioso!, junto con la violencia que frecuentemente lo acompaña."  Juhasz presenta también un estudio más reciente de la CIA, publicado en 2005.
Predice que las características significativas del mundo del 2020 probablemente incluirán "un sentido más extenso de la inseguridad, incluyendo el terrorismo...
Los beneficios de la globalización no serán globales...
Aún en países ganadores persistirán grandes áreas de pobreza...
La brecha entre los que tienen y los que no tienen ampliarán...
La globalización sacudirá profundamente el statu quo — generando enormes convulsiones económicas, culturales, y consecuentemente políticas."
Concluye el estudio:
"Los factores claves que produjeron el terrorismo internacional no muestran indicios de disminuir durante los próximos 15 años." 
La estrategia militar de los EEUU responde a esta situación socio-económica y política, siempre protegiendo sus propios intereses.

Así concluyó el Gen. Hill:


"Estoy orgulloso del esfuerzo hecho por los hombres y mujeres del Comando Sur durante el año pasado. Han sido capaces de proteger nuestros intereses en al área de responsabilidad mientras la atención de la nación estaba enfocada en otro lugar...
Estos éxitos, sin embargo, tal vez no sean suficientes para parar el crecimiento del populismo radical y de la insatisfacción popular en algunos países donde las reformas han fracasado en solucionar los ayes (woes, miserias. Nota del autor) sociales y económicos subyacentes...."
Termina con la promesa de "continuar trabajando diligentemente" para mejorar "la seguridad, y resultante salud económica y social, de todas las Américas..."
La referencia obligatoria al mejoramiento de las condiciones de vida se contradice por el testimonio dado por el mismo General.
Agradeciendo al Comité del Congreso por su apoyo al Comando Sur, el general describe su obra como "una buena inversión de sus dólares y de su confianza."
Podríamos observar, de hecho, que el Comando Sur pretende ser una "inversión" en un futuro hemisférico que sea un paraíso para las Corporaciones multinacionales, principalmente las de los EEUU.
A nivel mundial, la política económico-militar de los EEUU se define en el documento oficial, «Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América» (septiembre de 2002), que afirma: "Vamos a trabajar activamente para hacer llegar la esperanza de la democracia, desarrollo, mercados libres, y comercio libre a cada rincón del mundo."
Juhasz y otras personas describen esta cruzada moderna a imponer mercados libres, comercio libre, privatización, etc., como la "militarización de la globalización" , especialmente evidente en el gobierno de Bush.

Las alianzas y "ayuda" militar de EEUU a otros países sirven para esta finalidad, y van fortaleciéndose, según el Gral. Hill:
"Estas amenazas tradicionales y emergentes se dan en estados en la región marcados generalmente por instituciones débiles y economías en lucha. Esta resultante fragilidad del control estatal puede desembocar en lugares y pueblos mal gobernados o sin gobierno, corrupción, y clientelismo...
Debemos mantener y ampliar nuestros contactos de sistema militar a sistema militar como un medio para institucionalizar irrevocablemente el profesionalismo de los sistemas militares con que hemos trabajado tan estrechamente durante las últimas décadas.
Estamos ayudando a los esfuerzos de nuestras naciones socias a dirigirse a estas amenazas y a los actores estructurales subyacentes...
Esta región del mundo ... requiere de una atención creciente en el año venidero...
El sentimiento anti-EEUU también inquieta a nuestras naciones socias, pues líderes electos tienen que tomar en cuenta los puntos de vista a veces muy fuertemente vocalizados de sus constituyentes...
Vamos a mantener la vigilancia.
Vamos a... promover una creciente cooperación en seguridad."
Para muchos, la obligación de los líderes a escuchar a sus electores es un aspecto positivo de la democracia, aunque sea preocupante para el Comando Sur.

Declaraciones del comandante de las Escuela de las Américas.
Para los líderes militares de los EEUU, la "cooperación en seguridad" quiere decir apoyo activo a la política exterior de Washington.
El Coronel Roy R. Trumble, Comandante saliente de la Escuela de las Américas del Ejército de EEUU, en su discurso durante el cambio del mando, 17 de julio de 1998, dijo:
"Esta organización (la Escuela de las Américas) ha sido el eje para la estrategia militar de EEUU en América Latina por más de 50 años. Hemos ayudado al Comando Sur a vencer el fascismo en la era después de la Segunda Guerra Mundial; luego ayudamos a vencer a las insurgencias comunistas ampliamente difundidas de Castro; y ahora estamos ayudando a parar el flujo de drogas a nuestro país..."
No sabemos qué dominio tiene este Coronel de la historia de su propio país, o qué perspectiva histórica se enseña en su Escuela: ¡la verdad es que Washington ha apoyado los golpes y dictaduras fascistas por más de 50 años!
Su interpretación de la guerra en El Salvador sorprendería mucho a los combatientes salvadoreños de ambos lados, pero revela su propio punto de vista y tal vez el de muchos en Washington:
"En América Central 20,000 salvadoreños entregaron sus vidas porque los EEUU les pidieron luchar contra la insurgencia apoyada por Castro. Enviamos a 5.500 asesores y entrenadores allá para ayudar a ganar este importante capítulo en la Guerra Fría...
En el fondo se reduce a esto: ¿vamos a mantener nuestro compromiso con los soldados estadounidenses que cumplieron su deber honradamente allá y con los soldados latinoamericanos que llevaron a cabo los objetivos de nuestra política exterior? No voy a olvidarme de los 20 hombres buenos de mi batallón, ni los 21 que murieron en El Salvador, ni los hombres y mujeres [graduados] de la Escuela de las Américas que llevaron a cabo la política exterior de los EEUU".
Venezuela.
Otra fuente importante de petróleo para EEUU es Venezuela.
En su testimonio ante el Comité del Congreso estadounidense, el Gral. Hill observó:
"Venezuela sigue siendo una nación rica en petróleo que provee un 13% del petróleo importado a los EEUU. La situación política doméstica sigue siendo extremadamente compleja, y las perspectivas del referendo presidencial (recall) están todavía en considerable duda.
La sociedad venezolana está profundamente polarizada, y va a seguir así mientras el gobierno de Venezuela continúa en un camino autoritario.
Protestas bien organizadas en las calles, con cientos de miles de participantes, se dieron frecuentemente durante el año pasado."
Casi dijo ’gracias a Dios’ por la alegada polarización y las protestas "bien organizadas".

América Central.

Por otro lado, "gobierno democrático sigue siendo el modelo aceptado en América Central y la región y es generalmente pro-estadounidense", según el General.
Para él y sus colegas, el apoyo a los EEUU es casi un elemento esencial en la definición de un gobierno ’democrático’.
Sigue: "Los líderes centroamericanos han mostrado un compromiso al comercio libre y economías abiertas, y además han empezado a construir el fundamento para una mayor integración regional..."
Este compromiso en su política económica es lo que demanda Hill, y sus Superiores, de todos los países del mundo — que practiquen la "democracia del mercado libre", como solía decir el ex-Secretario de Estado Gral. Colin Powell. Otro motivo de alegría para Hill en su informe es que "Honduras, El Salvador, y Nicaragua enviaron tropas para apoyar la Operación Libertad Iraquí. Las relaciones actuales con Nicaragua son un testimonio del mejoramiento que se ha hecho en solo dos décadas por medio de esfuerzos pacientes y cooperativos".
Los nicaragüenses tendrían mucha dificultad en entender como pueden ser llamados "esfuerzos pacientes y cooperativos" la agresión política, económica, y militar del gobierno de Reagan contra Nicaragua durante 10 años contra el gobierno revolucionario Sandinista.
"Además,-continúa Hill- El Salvador provee al Comando Sur el uso del Aeropuerto Comalapa como Lugar de Cooperación en Seguridad para los esfuerzos de contra-tráfico en toda Centroamérica, el Pacífico oriental, y el Caribe occidental. En Honduras la Fuerza Conjunta de Tarea Bravo sigue proveyendo una base de apoyo logístico a las misiones críticas humanitarias de la región y también para combatir operaciones de traficantes ilícitos".

Plan Colombia
En agosto del 2006 el Comandante de la Base militar estadounidense de Manta, Ecuador, dijo (provocando protestas de los ecuatorianos) que esta Base sirve los fines del Plan Colombia — la operación de EE.UU. contra no solamente los narcotraficantes, sino también contra la guerrilla revolucionaria.
Hill solicitó un aumento en el personal oficial en Colombia:
"Actualmente la presencia estadounidense en Colombia está limitada a 400 militares y 400 contratistas...
El gobierno (de EE.UU.) ha solicitado (al Congreso) un aumento a un límite de 800 militares y 600 contratistas civiles en Colombia en apoyo al Plan Colombia".
En resumen, Hill terminó diciendo:
"Las actividades del Comando Sur en cooperación para la Seguridad expanden la influencia de los EEUU, aseguran a amigos, y disuaden a los adversarios potenciales".


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Entrevista y audio:Susana De Luca.
Recopilación periodística:Tabby Cordero.




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