Realizado en el Centro de Estudios CEFMA se organizó el
encuentro, ante la visita del Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson
a la Argentina y en repudio por la injerencia de Estados Unidos hacia Venezuela
y la complicidad que profundiza con el actual gobierno Nacional. Se
¿Qué hace Tillerson en Argentina?, Este encuentro contó
con la presencia del Embajador venezolano Carlos Martínez Mendoza, la Autora y
periodista Stella Calloni, Guillermo Varela de Ate Capital e integrante del Comité
de Solidaridad Argentino-Venezolana, quienes fueron los oradores de la charla. También
estuvieron presentes representantes de la Embajada Bolivariana, de Cuba y de distintas
organizaciones sociales, periodísticas y políticas.
Injerencismo, guerras de cuarta generación, guerras de
contrainsurgencia. Las consecuencias que se plantean en la sociedad con las
masivas olas de desempleo y las resistencias en distintos puntos del país. Cómo
la tensión que plantea la defensa de los puestos de trabajo se proyecta
continuamente a la intención cada vez más explícita del gobierno de imponer un
régimen militarizado de la seguridad, para asegurar por medio de la represión
el plan económico digitado por los organismos de comercio. Las zarpas del imperio también nos perjudican, con un
gobierno entregacionista.
En Venezuela la guerra de contrainsurgencia se aplica en
el continuo sabotaje a las políticas del gobierno por parte de la oposición, la
presión económica y el desabastecimiento por parte de las corporaciones. El
Pueblo venezolano fuerte en la conciencia de lucha que les lego la revolución,
proclama: "Chávez vive la lucha sigue!!”
Venezuela es el corazón de América, ya que la revolución bolivariana
es el faro de liberación del continente y de cada país en igual situación, hoy
defender la gesta del heroico pueblo venezolano es un compromiso de todo
habitante que sueñe con el resurgimiento de la Patria Grande.
CHÁVEZ VIVE, LA
LUCHA SIGUE!!!
Audio del encuentro.
El 4 de febrero de 1992, la historia de Venezuela
cambiaría para siempre, luego de que un teniente coronel, de apenas 38 años de
edad y de nombre Hugo Chávez Frías, asumiera la responsabilidad de una rebelión
cívico-militar que encabezó para devolverle la dignidad a un pueblo que se
encontraba sumido en la pobreza, producto de las políticas neoliberales
aplicadas por el gobierno del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez y de los
exmandatarios que lo antecedieron durante más de tres décadas.
Al públicamente reconocer que “lamentablemente, por
ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad
capital”, y con su valentía asumir “ante el país y ante ustedes”, “la
responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”, devolvió la esperanza
a millones de personas hiriendo mortalmente al puntofijismo que llegaría a su
fin el 6 de diciembre de 1998 cuando fue electo por primera vez Presidente de
la entonces República de Venezuela.
Partió la historia en dos.
En el 2001 desde el Campo de Carabobo, manifestó que el 4
F de 1992: “es un día que sin duda partió en dos la historia venezolana (…). Se
trata de una fecha histórica, sin duda alguna, una fecha que marcó el principio
del fin del puntofijismo que durante casi medio siglo destrozó buena parte de
Venezuela”.
Agregó: “Se trata, al mismo tiempo, de una campanada, de
un llamado de alerta, de un toque de corneta que salió de las filas militares
bolivarianas y llamó a un pueblo que siguió, como sigue hoy y continúa hoy
apoyando un proceso que, gracias a Dios, tomó el camino pacífico, tomó el
camino democrático y eso es bueno recordarlo porque nunca hubo en la mente ni
en la acción de los militares bolivarianos del 4 de Febrero ningún plan,
ninguna intención dictatorial. No, lejos estamos y siempre estuvimos, de ese
camino”.
El 4F detuvo el plan neoliberal.
El cuatro de febrero no solo fue la estocada mortal del
puntofijismo. El cuatro de febrero, le dimos también en Venezuela para
comenzar, la estocada mortal al neoliberalismo salvaje que casi acaba con los
pueblos de este continente (…). Si no hubiese ocurrido el cuatro de febrero
tengan ustedes la seguridad que ya PDVSA habría sido privatizada hace tiempo,
para poner un solo ejemplo (…)”.
La frase anterior la pronunció el Comandante Eterno, en
el 2002, durante el décimo aniversario de la rebelión cívico-militar del 4F de
1992, día en que también manifestó que: “El cuatro de febrero detuvo en seco el
plan neoliberal de entregar a Venezuela al gran capital transnacional, esa es
una de las glorias de aquel día memorable”.
Asimismo destacó que “el cuatro de febrero, fue un día de
muerte y de parto, fue un día de fin y comienzo”.
“Claro, ese día le dimos la estocada mortal al pacto de
puntofijo y ahí está debatiéndose entre los muertos políticos de la historia
y no van a volver (…). Así que el cuatro de febrero fue eso, la muerte de un
régimen deslegitimado, pervertido y carcomido que ya no le prestaba ningún bien
a Venezuela. Pero el cuatro de febrero al mismo tiempo, generó la fuerza que
fue capaz de parir una nueva Patria”, agregó.
Derrotar al imperio
Desde la avenida Bolívar de Caracas y ante una multitud
que marchó para conmemorar los 14 años de la rebelión cívico-militar, Chávez
destacó un 4 de febrero de 2006, cuando arrancó la Batalla de Santa Inés con
mira a las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de ese año, que: “esta
batalla nuestra es en verdad contra el imperio norteamericano y que vamos a
necesitar mucha astucia, mucha inteligencia, mucho talento estratégico, mucha
unidad, mucha conciencia, mucho trabajo, todos los días para derrotar una vez
más al imperio norteamericano y su pretensión de sabotearnos el proceso
electoral del tres de diciembre de este año”.
También dijo: “Quienes han estado vomitando sobre América
Latina durante casi dos siglos son los salvajes imperialistas de Estados
Unidos, pero se les va acabar, ahora tendrán que vomitarse ellos mismos porque
América Latina ¡Despierta! ¡América Latina se levanta y los pueblos de América
Latina escribirán en este siglo la página más grande de toda su historia!”.
Unidad, unidad.
El 4F es el pueblo.
En el 2010 desde el Patio de Honor de la Academia Militar
de Venezuela, resaltó que “el 4 de febrero hoy es el pueblo todo, el 4 de
febrero hoy, 18 años después, somos los soldados todos, cada soldado del
Ejército Bolivariano, de la Armada Bolivariana, de la Aviación Bolivariana, de
la Guardia Nacional Bolivariana, de las milicias bolivarianas debe llevar esa
fecha 4 de febrero, ese código 4 de febrero como compromiso irrenunciable de
batalla por la independencia de Venezuela, la independencia, la independencia,
la independencia”.
· Un abrazo infinito para mi pueblo.
En 2003 Chávez recordó y conmemoró el 4 de febrero de
1992, a través de una carta, que fue leída por el entonces vicepresidente de la
República, Nicolás Maduro, en la Plaza Pagüitas, en Caracas, lugar donde
finalizó la movilización que tuvo lugar ese día en el Distrito Capital por
motivo del XXI aniversario de la rebelión cívico-militar.
En la misiva, que fue reseñada en la página web del PSUV,
Chávez expresó: “El 4 de febrero fue un día que generó fuerzas que todavía
están en expansión, el 4 de febrero no ha terminado, su espíritu insumiso debe
acompa- ñarnos cada día porque los poderes que enfrentamos desde hace más de
dos décadas persisten aún en su intento de detener el curso de la historia en
Venezuela, en nuestra América y en el mundo, son los poderes que amenazan con
destruir a la humanidad y el planeta”.
También dijo: “el por ahora de hace 21 años es hoy un
para siempre del pueblo bolivariano”.
El Comandante Eterno se despidió en su carta de la
siguiente manera: “Desde mi corazón de soldado, vaya un abrazo infinito para mi
Pueblo, para mi Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Siéntanme entre ustedes, en
este Día de la Dignidad Nacional; estoy con ustedes, llevando la boina roja y
el brazalete tricolor, multiplicado en el amor popular, en el amor que me llena
y me da vida”.
De: Yuleidys Hernández Toledo
Rex Tillerson, el regreso del Gran Garrote.
El sábado llega a la Argentina el Secretario de Estado de
USA.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció
la visita del Secretario Rex Tillerson a países de América Latina. Según el
Comunicado de Prensa, el jefe de la diplomacia estadounidense “se comprometerá
con sus ‘socios regionales’ para promover un hemisferio seguro, próspero,
democrático y con seguridad energética”.
Su gira comenzará en Austin, Texas, en cuya Universidad
el Secretario Tillerson explicará los lineamientos y prioridades de los Estados
Unidos para el hemisferio occidental. Seguirá por México donde se reunirá con
el presidente Peña Nieto para discutir una serie de asuntos bilaterales,
regionales y globales. El sábado 3 de febrero viajará a Bariloche donde
“tratará una serie de cuestiones y prácticas de conservación” en el Parque
Nacional Nahuel Huapi. Después viajará a Buenos Aires a encontrarse con el
presidente Macri y el Canciller Faurie para tratar “nuestra común agenda
bilateral para el desarrollo y la cooperación en seguridad”. En Lima entre los
días 5 y 6 se reunirá con el Presidente Kuczynski para tratar su alianza
bilateral y regional y la preparación de la próxima Cumbre de las Américas.
Viajará a Bogotá el día 6 donde se reunirá con el
presidente Santos para discutir asuntos de importancia, tales como el apoyo de
EEUU a los esfuerzos de Colombia para evitar el resurgimiento de plantaciones
de coca para la producción de cocaína, cuestiones económicas y de refugiados.
Terminará su viaje en Jamaica, reuniéndose con el primer ministro Holness para
tratar reformas en materia económica.
El comunicado oficial destaca, además, que “durante su
viaje el Secretario Tillerson abogará para aumentar la atención regional a la
crisis en Venezuela”. En algunos medios locales se traduce “aumentar la
presión”.
Es decir, se trata de un road show de la máxima autoridad
de la diplomacia estadounidense para erosionar al gobierno de Nicolás Maduro.
El itinerario, que comienza en Texas y llega a la
Patagonia, dibuja con preciosismo geográfico el concepto de “América para los
Americanos”, aunque quienes rechazamos las hegemonías preferimos ver una
frontera trazada al sur del Río Grande.
¿Cómo puede explicarse esta indisimulada —desfachatada—
injerencia de los Estados Unidos en asuntos internos de nuestra región? ¿Qué
experto en materia medioambiental podría aconsejar que baje a darnos lecciones
de conservacionismo en nuestros Parques Nacionales el representante del
gobierno que se ha negado a firmar los Acuerdos de Tokio y de Paris? ¿Quién
puede considerar deseable tener como aliado principal en materia de Defensa y
Seguridad al Gobierno de los Estados Unidos que ha intervenido sistemáticamente
en Latinoamérica para apoyar golpes militares y civiles contra gobiernos
democráticos?
Bastaría con recordar las lecciones que la Escuela de las
Américas impartía a los militares genocidas del Plan Cóndor, la ayuda que el
gobierno de Estados Unidos prestó a Margaret Thatcher en el conflicto armado de
Malvinas, el espionaje global al que nos someten actualmente los organismos de
inteligencia, para ser reticentes. Los adalides de la democracia y los derechos
humanos acaban de informar que mantendrán abierto su campo de concentración en América
Latina, el ominoso Guantánamo, donde la mayoría de detenidos son sujetos a
torturas, sin juicio ni cargos.
Para explicarnos estas cuestiones debemos remontarnos al
siglo XIX, cuando EE.UU. concibió su teoría del “Destino Manifiesto”, la
creencia de una “misión para promover y defender la democracia” a lo largo y
ancho del mundo.
Esta misión —que habría sido asignada por la Providencia—
incluye la tarea de extender sus valores e instituciones, y combatir a todos
aquellos que se contraponen.
Los predicadores de las virtudes del american way of life
han justificado las más diversas cruzadas, invasiones e intervenciones
militares y sirven principalmente al complejo industrial-militar, los
vendedores y traficantes de armas que se han visto beneficiados junto con la
próspera industria de la reconstrucción. Todo Medio Oriente está siendo
devastado por las intervenciones militares de los Estados Unidos de América.
Cientos de miles de civiles han perdido la vida y las condiciones de esos
países —Iraq, Afganistán, Libia, Siria, Yemen— han empeorado drásticamente. Los
países miembros de la OTAN, aliados europeos en sus aventuras guerreras, exponen
diariamente a sus ciudadanos a las sangrientas venganzas del terrorismo, que
pueden explotar en cualquier momento en un subte o en una discoteca.
Y ahora vuelven a mirar al patio trasero. La doctrina
Monroe de “América para los americanos” se completó con el “corolario” del
presidente Roosevelt, quien postulaba que “los desórdenes internos de las
repúblicas latinoamericanas constituían un problema para el funcionamiento de
las compañías comerciales estadounidenses establecidas en dichos países; en consecuencia,
los Estados Unidos debían atribuirse la potestad de establecer el orden en los
asuntos internos presionando a los caudillos locales con las ventajas de contar
con el apoyo político y económico de Washington; y finalmente recurrir a la
intervención armada —el gran garrote— de no obtener resultados favorables”.
Esta expresión del presidente Roosevelt fue tomada de un proverbio africano
“Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos” (Speak softly
and carry a big stick, you will go far.)
Y así llegará Rex Tillerson a la Argentina, trayendo
limones para Macri y el garrote para Maduro. En pleno siglo XXI.
No es la primera vez que Tillerson viene a la Argentina.
En 2016 visitó como CEO de Exxon al presidente Macri y entonces dialogaron con
el ministro Aranguren de igual a igual, de Exxon a Shell.
Pero ahora llega por la revancha política. Es en esta
tierra donde, hace poco más de una década, bajo el gobierno de Néstor Kirchner,
Estados Unidos sufrió la más grande derrota estratégica después de Vietnam: el
rechazo al ALCA propinado por pueblos y gobiernos que repudiamos la gobernancia
política y económica de los Estados Unidos, mientras estaba en construcción un
poderoso bloque regional (CELAC) conformado por los 33 países de América Latina
y el Caribe capaces de lograr, con unidad y determinación, la tan ansiada
soberanía política e independencia económica.
La República Bolivariana de Venezuela encabezó esa gesta
con Chávez y dispuso todos los esfuerzos necesarios a nivel económico,
político, geopolítico. Las novedades que presentó Venezuela al continente en la
búsqueda del socialismo del siglo XXI, el rechazo al sistema capitalista, una
nueva institucionalidad participativa y protagónica, una revolución en
democracia, pusieron a Caracas en la mira de Washington. Chávez sufrió un golpe
de estado en 2002, apoyado por los Estados Unidos. Es interesante ver uno de
los documentos filtrados por Edward Snowden que revela la Lista de Objetivos y
Prioridades Estratégicas 2007 de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados
Unidos (NSA). Esa lista marca a seis países como “objetivos permanentes” y
destaca las respectivas Misiones: China, Corea del Norte, Irak, Irán, Rusia y
Venezuela. Se puede leer en el punto F-” Mission: Venezuela- Establecer
responsables políticos para impedir que Venezuela alcance un liderazgo regional
y aplique políticas que afecten negativamente los objetivos globales de US.
Evitar que crezca la influencia y liderazgo de Venezuela en áreas política,
ideológica, energética.” (*)
Después de la trágica y temprana muerte de Chávez, volvió
con más fuerza la andanada golpista a través de diferentes acciones
desestabilizadoras que, desde entonces hasta ahora, no han cesado. Estados
Unidos llegó a declarar a Venezuela, durante el gobierno de Obama, como “una
amenaza inusual y extraordinaria”. Donald Trump fue aún más lejos y en agosto
pasado expresó que “no descartaba una intervención militar”. Mientras tanto,
apoyaron a la oposición en sus intentos de golpe y financiaron a través de
distintas ONGs una formidable campaña mediática mundial contra Venezuela. La
violencia desatada por la oposición —que incluyó el linchamiento y asesinato de
ciudadanos quemados vivos “por ser chavistas”— era presentada por los medios
masivos como desmanes del gobierno. Maduro logró controlar la violencia
redoblando la participación popular a través de un nuevo proceso de Asamblea Constituyente;
la oposición, en cambio, dividida en facciones, se desprestigió con las
acciones de violencia callejera que se hicieron insoportables para todos.
Actualmente Venezuela sufre un bloqueo económico que
produce un grave desabastecimiento de alimentos y medicamentos. La inflación
desatada por la especulación es galopante. Sin embargo, las ilusiones de
Washington de sofocar a Maduro para que perdiera apoyo no se concretaron. Podrá
opinarse que el gobierno de Venezuela debería atender mejor su crisis económica
tomando medidas urgentes como suspender el subsidio al combustible, promover y
ordenar un aparato productivo que sustituya las importaciones; pero no podrá
decirse que no tiene apoyo popular y goza, a pesar de las privaciones, de la
confianza de su pueblo. El Partido Socialista Unido (PSUV) triunfó ampliamente
en las recientes elecciones de Gobernadores y Alcaldes en las que participó la
oposición obteniendo pocos puestos. El diálogo con la oposición continúa
avanzando. La Asamblea Constituyente, dentro de sus atribuciones, ha convocado
a elecciones presidenciales para el término del mandato constitucional de
Maduro. Es previsible que triunfe en este comicio, en el que podría competir
con quienes designen los partidos de la oposición, entre otros, Henry Ramos
Allup, líder de Acción Democrática (AD) ex presidente de la Asamblea Nacional,
el candidato más estable de la oposición.
En este contexto, quienes durante dos años clamaron por
elecciones anticipadas no están dispuestas a reconocerlas ahora. Así lo ha
hecho saber el presidente Trump. A diferencia de las épocas en que en esta
parte del mundo no éramos permeables a las presiones de Bush, Trump cuenta
ahora con “socios regionales”, a quienes viene a insuflar Tillerson de pasión
destituyente contra un mandatario de nuestra región.
Cuenta con el llamado Grupo de Lima, que —como voceros de
Washington— ha repetido que no reconocerá el resultado de las elecciones en
Venezuela, sin dar ninguna razón valedera. Este grupo está integrado, entre
otros, por Michel Temer que gobierna Brasil sin haber sido electo, después de
haber destituido a Dilma Rousseff votada por 54 millones de brasileños; Horacio
Cartes, un empresario y dirigente deportivo paraguayo que llegó al poder merced
al golpe “blando” que sufrió Fernando Lugo; Pedro Pablo Kuczynski, quien evitó
su destitución como presidente del Perú “por incapacidad moral permanente”
negociando la impunidad de Fujimori; los presidentes Peña Nieto y Santos,
quienes por atender la cuestión venezolana parecen no advertir la corrupción,
el crecimiento de los brutales carteles del narcotráfico, el paramilitarismo y
la violencia criminal que se cierne sobre México y Colombia; Juan Orlando Hernández,
quien se acaba de reelegir como presidente de Honduras mediante un fraude
electoral —que denunciaron todos los observadores, hasta los de la OEA— y
asumió su cargo en medio de enormes protestas y represión con muertos.
Recordemos que Estados Unidos ya había participado anteriormente del golpe que
destituyó a Manuel Zelaya.
Algunos de estos mandatarios tienen entre el 2 y el 10%
de aprobación popular; todos están imponiendo un ajuste salvaje, la
privatización de las empresas públicas, los Acuerdos de Libre Comercio con
Estados Unidos y la extranjerización de sus recursos naturales. Ninguno de
ellos cuenta con la popularidad que tiene Nicolás Maduro entre su pueblo. Es
notable que en Venezuela no protestan los más pobres, sino las clases
dominantes que no quieren perder sus privilegios.
También integra el “Cartel de Lima” Mauricio Macri,
quien, como sabemos, no se caracteriza por el respeto a la democracia, a los
derechos humanos, a la libertad de prensa, ni a la vida humana. Aspira, sin
embargo, a ser el alfil de Washington en estas tierras en que, según él, “somos
todos descendientes de europeos”, representando el triste signo de la época en
nuestra región: el neocolonialismo. La subordinación que presagiaba aquella
confesión al “querido rey de España” de la angustia que le reportaría sentirse
parte de un país libre, independiente y soberano.
Alicia Castro, Embajadora en la República Bolivariana de Venezuela
y ante el Reino Unido.
Vídeo:
Texto,recopilación periodística. audio y fotos: Susana De Luca.




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