sábado, 10 de febrero de 2018

Acto de Solidaridad con la Revolución Bolivariana.


Realizado en el Centro de Estudios CEFMA se organizó el encuentro, ante la visita del Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson a la Argentina y en repudio por la injerencia de Estados Unidos hacia Venezuela y la complicidad que profundiza con el actual gobierno Nacional. 
Se conmemoró otro aniversario de la rebelión cívico-militar.
 del 4 de febrero de 1992.

¿Qué hace Tillerson en Argentina?, Este encuentro contó con la presencia del Embajador venezolano Carlos Martínez Mendoza, la Autora y periodista Stella Calloni, Guillermo Varela de Ate Capital e integrante del Comité de Solidaridad Argentino-Venezolana, quienes fueron los oradores de la charla. También estuvieron presentes representantes de la Embajada Bolivariana, de Cuba y de distintas organizaciones sociales, periodísticas y políticas.

Injerencismo, guerras de cuarta generación, guerras de contrainsurgencia. Las consecuencias que se plantean en la sociedad con las masivas olas de desempleo y las resistencias en distintos puntos del país. Cómo la tensión que plantea la defensa de los puestos de trabajo se proyecta continuamente a la intención cada vez más explícita del gobierno de imponer un régimen militarizado de la seguridad, para asegurar por medio de la represión el plan económico digitado por los organismos de comercio.Las zarpas del imperio también nos perjudican, con un gobierno entregacionista.


En Venezuela la guerra de contrainsurgencia se aplica en el continuo sabotaje a las políticas del gobierno por parte de la oposición, la presión económica y el desabastecimiento por parte de las corporaciones. El Pueblo venezolano fuerte en la conciencia de lucha que les lego la revolución, proclama: "Chávez vive la lucha sigue!!”

Venezuela es el corazón de América, ya que la revolución bolivariana es el faro de liberación del continente y de cada país en igual situación, hoy defender la gesta del heroico pueblo venezolano es un compromiso de todo habitante que sueñe con el resurgimiento de la Patria Grande.


CHÁVEZ VIVE,  LA LUCHA SIGUE!!!


Audio del encuentro. 

El 4 de febrero de 1992, la historia de Venezuela cambiaría para siempre, luego de que un teniente coronel, de apenas 38 años de edad y de nombre Hugo Chávez Frías, asumiera la responsabilidad de una rebelión cívico-militar que encabezó para devolverle la dignidad a un pueblo que se encontraba sumido en la pobreza, producto de las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez y de los exmandatarios que lo antecedieron durante más de tres décadas.
Al públicamente reconocer que “lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital”, y con su valentía asumir “ante el país y ante ustedes”, “la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”, devolvió la esperanza a millones de personas hiriendo mortalmente al puntofijismo que llegaría a su fin el 6 de diciembre de 1998 cuando fue electo por primera vez Presidente de la entonces República de Venezuela.


El 4 de febrero contado por Hugo Chávez.


Partió la historia en dos.
En el 2001 desde el Campo de Carabobo, manifestó que el 4 F de 1992: “es un día que sin duda partió en dos la historia venezolana (…). Se trata de una fecha histórica, sin duda alguna, una fecha que marcó el principio del fin del puntofijismo que durante casi medio siglo destrozó buena parte de Venezuela”.
Agregó: “Se trata, al mismo tiempo, de una campanada, de un llamado de alerta, de un toque de corneta que salió de las filas militares bolivarianas y llamó a un pueblo que siguió, como sigue hoy y continúa hoy apoyando un proceso que, gracias a Dios, tomó el camino pacífico, tomó el camino democrático y eso es bueno recordarlo porque nunca hubo en la mente ni en la acción de los militares bolivarianos del 4 de Febrero ningún plan, ninguna intención dictatorial. No, lejos estamos y siempre estuvimos, de ese camino”.

El 4F detuvo el plan neoliberal.
El cuatro de febrero no solo fue la estocada mortal del puntofijismo. El cuatro de febrero, le dimos también en Venezuela para comenzar, la estocada mortal al neoliberalismo salvaje que casi acaba con los pueblos de este continente (…). Si no hubiese ocurrido el cuatro de febrero tengan ustedes la seguridad que ya PDVSA habría sido privatizada hace tiempo, para poner un solo ejemplo (…)”.
La frase anterior la pronunció el Comandante Eterno, en el 2002, durante el décimo aniversario de la rebelión cívico-militar del 4F de 1992, día en que también manifestó que: “El cuatro de febrero detuvo en seco el plan neoliberal de entregar a Venezuela al gran capital transnacional, esa es una de las glorias de aquel día memorable”.
Asimismo destacó que “el cuatro de febrero, fue un día de muerte y de parto, fue un día de fin y comienzo”.
“Claro, ese día le dimos la estocada mortal al pacto de puntofijo y ahí está debatiéndose entre los muertos políticos de la historia y no van a volver (…). Así que el cuatro de febrero fue eso, la muerte de un régimen deslegitimado, pervertido y carcomido que ya no le prestaba ningún bien a Venezuela. Pero el cuatro de febrero al mismo tiempo, generó la fuerza que fue capaz de parir una nueva Patria”, agregó.

Derrotar al imperio
Desde la avenida Bolívar de Caracas y ante una multitud que marchó para conmemorar los 14 años de la rebelión cívico-militar, Chávez destacó un 4 de febrero de 2006, cuando arrancó la Batalla de Santa Inés con mira a las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de ese año, que: “esta batalla nuestra es en verdad contra el imperio norteamericano y que vamos a necesitar mucha astucia, mucha inteligencia, mucho talento estratégico, mucha unidad, mucha conciencia, mucho trabajo, todos los días para derrotar una vez más al imperio norteamericano y su pretensión de sabotearnos el proceso electoral del tres de diciembre de este año”.
También dijo: “Quienes han estado vomitando sobre América Latina durante casi dos siglos son los salvajes imperialistas de Estados Unidos, pero se les va acabar, ahora tendrán que vomitarse ellos mismos porque América Latina ¡Despierta! ¡América Latina se levanta y los pueblos de América Latina escribirán en este siglo la página más grande de toda su historia!”.
Unidad, unidad.

El 4F es el pueblo.
En el 2010 desde el Patio de Honor de la Academia Militar de Venezuela, resaltó que “el 4 de febrero hoy es el pueblo todo, el 4 de febrero hoy, 18 años después, somos los soldados todos, cada soldado del Ejército Bolivariano, de la Armada Bolivariana, de la Aviación Bolivariana, de la Guardia Nacional Bolivariana, de las milicias bolivarianas debe llevar esa fecha 4 de febrero, ese código 4 de febrero como compromiso irrenunciable de batalla por la independencia de Venezuela, la independencia, la independencia, la independencia”.

·        Un abrazo infinito para mi pueblo.
En 2003 Chávez recordó y conmemoró el 4 de febrero de 1992, a través de una carta, que fue leída por el entonces vicepresidente de la República, Nicolás Maduro, en la Plaza Pagüitas, en Caracas, lugar donde finalizó la movilización que tuvo lugar ese día en el Distrito Capital por motivo del XXI aniversario de la rebelión cívico-militar.
En la misiva, que fue reseñada en la página web del PSUV, Chávez expresó: “El 4 de febrero fue un día que generó fuerzas que todavía están en expansión, el 4 de febrero no ha terminado, su espíritu insumiso debe acompa- ñarnos cada día porque los poderes que enfrentamos desde hace más de dos décadas persisten aún en su intento de detener el curso de la historia en Venezuela, en nuestra América y en el mundo, son los poderes que amenazan con destruir a la humanidad y el planeta”.
También dijo: “el por ahora de hace 21 años es hoy un para siempre del pueblo bolivariano”.
El Comandante Eterno se despidió en su carta de la siguiente manera: “Desde mi corazón de soldado, vaya un abrazo infinito para mi Pueblo, para mi Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Siéntanme entre ustedes, en este Día de la Dignidad Nacional; estoy con ustedes, llevando la boina roja y el brazalete tricolor, multiplicado en el amor popular, en el amor que me llena y me da vida”.

De: Yuleidys Hernández Toledo


Rex Tillerson, el regreso del Gran Garrote.

El sábado llega a la Argentina el Secretario de Estado de USA.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció la visita del Secretario Rex Tillerson a países de América Latina. Según el Comunicado de Prensa, el jefe de la diplomacia estadounidense “se comprometerá con sus ‘socios regionales’ para promover un hemisferio seguro, próspero, democrático y con seguridad energética”.
Su gira comenzará en Austin, Texas, en cuya Universidad el Secretario Tillerson explicará los lineamientos y prioridades de los Estados Unidos para el hemisferio occidental. Seguirá por México donde se reunirá con el presidente Peña Nieto para discutir una serie de asuntos bilaterales, regionales y globales. El sábado 3 de febrero viajará a Bariloche donde “tratará una serie de cuestiones y prácticas de conservación” en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Después viajará a Buenos Aires a encontrarse con el presidente Macri y el Canciller Faurie para tratar “nuestra común agenda bilateral para el desarrollo y la cooperación en seguridad”. En Lima entre los días 5 y 6 se reunirá con el Presidente Kuczynski para tratar su alianza bilateral y regional y la preparación de la próxima Cumbre de las Américas.
Viajará a Bogotá el día 6 donde se reunirá con el presidente Santos para discutir asuntos de importancia, tales como el apoyo de EEUU a los esfuerzos de Colombia para evitar el resurgimiento de plantaciones de coca para la producción de cocaína, cuestiones económicas y de refugiados. Terminará su viaje en Jamaica, reuniéndose con el primer ministro Holness para tratar reformas en materia económica.
El comunicado oficial destaca, además, que “durante su viaje el Secretario Tillerson abogará para aumentar la atención regional a la crisis en Venezuela”. En algunos medios locales se traduce “aumentar la presión”.
Es decir, se trata de un road show de la máxima autoridad de la diplomacia estadounidense para erosionar al gobierno de Nicolás Maduro.
El itinerario, que comienza en Texas y llega a la Patagonia, dibuja con preciosismo geográfico el concepto de “América para los Americanos”, aunque quienes rechazamos las hegemonías preferimos ver una frontera trazada al sur del Río Grande.
¿Cómo puede explicarse esta indisimulada —desfachatada— injerencia de los Estados Unidos en asuntos internos de nuestra región? ¿Qué experto en materia medioambiental podría aconsejar que baje a darnos lecciones de conservacionismo en nuestros Parques Nacionales el representante del gobierno que se ha negado a firmar los Acuerdos de Tokio y de Paris? ¿Quién puede considerar deseable tener como aliado principal en materia de Defensa y Seguridad al Gobierno de los Estados Unidos que ha intervenido sistemáticamente en Latinoamérica para apoyar golpes militares y civiles contra gobiernos democráticos?
Bastaría con recordar las lecciones que la Escuela de las Américas impartía a los militares genocidas del Plan Cóndor, la ayuda que el gobierno de Estados Unidos prestó a Margaret Thatcher en el conflicto armado de Malvinas, el espionaje global al que nos someten actualmente los organismos de inteligencia, para ser reticentes. Los adalides de la democracia y los derechos humanos acaban de informar que mantendrán abierto su campo de concentración en América Latina, el ominoso Guantánamo, donde la mayoría de detenidos son sujetos a torturas, sin juicio ni cargos.

Para explicarnos estas cuestiones debemos remontarnos al siglo XIX, cuando EE.UU. concibió su teoría del “Destino Manifiesto”, la creencia de una “misión para promover y defender la democracia” a lo largo y ancho del mundo.
Esta misión —que habría sido asignada por la Providencia— incluye la tarea de extender sus valores e instituciones, y combatir a todos aquellos que se contraponen.
Los predicadores de las virtudes del american way of life han justificado las más diversas cruzadas, invasiones e intervenciones militares y sirven principalmente al complejo industrial-militar, los vendedores y traficantes de armas que se han visto beneficiados junto con la próspera industria de la reconstrucción. Todo Medio Oriente está siendo devastado por las intervenciones militares de los Estados Unidos de América. Cientos de miles de civiles han perdido la vida y las condiciones de esos países —Iraq, Afganistán, Libia, Siria, Yemen— han empeorado drásticamente. Los países miembros de la OTAN, aliados europeos en sus aventuras guerreras, exponen diariamente a sus ciudadanos a las sangrientas venganzas del terrorismo, que pueden explotar en cualquier momento en un subte o en una discoteca.
Y ahora vuelven a mirar al patio trasero. La doctrina Monroe de “América para los americanos” se completó con el “corolario” del presidente Roosevelt, quien postulaba que “los desórdenes internos de las repúblicas latinoamericanas constituían un problema para el funcionamiento de las compañías comerciales estadounidenses establecidas en dichos países; en consecuencia, los Estados Unidos debían atribuirse la potestad de establecer el orden en los asuntos internos presionando a los caudillos locales con las ventajas de contar con el apoyo político y económico de Washington; y finalmente recurrir a la intervención armada —el gran garrote— de no obtener resultados favorables”. Esta expresión del presidente Roosevelt fue tomada de un proverbio africano “Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos” (Speak softly and carry a big stick, you will go far.)
Y así llegará Rex Tillerson a la Argentina, trayendo limones para Macri y el garrote para Maduro. En pleno siglo XXI.
No es la primera vez que Tillerson viene a la Argentina. En 2016 visitó como CEO de Exxon al presidente Macri y entonces dialogaron con el ministro Aranguren de igual a igual, de Exxon a Shell.
Pero ahora llega por la revancha política. Es en esta tierra donde, hace poco más de una década, bajo el gobierno de Néstor Kirchner, Estados Unidos sufrió la más grande derrota estratégica después de Vietnam: el rechazo al ALCA propinado por pueblos y gobiernos que repudiamos la gobernancia política y económica de los Estados Unidos, mientras estaba en construcción un poderoso bloque regional (CELAC) conformado por los 33 países de América Latina y el Caribe capaces de lograr, con unidad y determinación, la tan ansiada soberanía política e independencia económica.
La República Bolivariana de Venezuela encabezó esa gesta con Chávez y dispuso todos los esfuerzos necesarios a nivel económico, político, geopolítico. Las novedades que presentó Venezuela al continente en la búsqueda del socialismo del siglo XXI, el rechazo al sistema capitalista, una nueva institucionalidad participativa y protagónica, una revolución en democracia, pusieron a Caracas en la mira de Washington. Chávez sufrió un golpe de estado en 2002, apoyado por los Estados Unidos. Es interesante ver uno de los documentos filtrados por Edward Snowden que revela la Lista de Objetivos y Prioridades Estratégicas 2007 de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA). Esa lista marca a seis países como “objetivos permanentes” y destaca las respectivas Misiones: China, Corea del Norte, Irak, Irán, Rusia y Venezuela. Se puede leer en el punto F-” Mission: Venezuela- Establecer responsables políticos para impedir que Venezuela alcance un liderazgo regional y aplique políticas que afecten negativamente los objetivos globales de US. Evitar que crezca la influencia y liderazgo de Venezuela en áreas política, ideológica, energética.” (*)
Después de la trágica y temprana muerte de Chávez, volvió con más fuerza la andanada golpista a través de diferentes acciones desestabilizadoras que, desde entonces hasta ahora, no han cesado. Estados Unidos llegó a declarar a Venezuela, durante el gobierno de Obama, como “una amenaza inusual y extraordinaria”. Donald Trump fue aún más lejos y en agosto pasado expresó que “no descartaba una intervención militar”. Mientras tanto, apoyaron a la oposición en sus intentos de golpe y financiaron a través de distintas ONGs una formidable campaña mediática mundial contra Venezuela. La violencia desatada por la oposición —que incluyó el linchamiento y asesinato de ciudadanos quemados vivos “por ser chavistas”— era presentada por los medios masivos como desmanes del gobierno. Maduro logró controlar la violencia redoblando la participación popular a través de un nuevo proceso de Asamblea Constituyente; la oposición, en cambio, dividida en facciones, se desprestigió con las acciones de violencia callejera que se hicieron insoportables para todos.
Actualmente Venezuela sufre un bloqueo económico que produce un grave desabastecimiento de alimentos y medicamentos. La inflación desatada por la especulación es galopante. Sin embargo, las ilusiones de Washington de sofocar a Maduro para que perdiera apoyo no se concretaron. Podrá opinarse que el gobierno de Venezuela debería atender mejor su crisis económica tomando medidas urgentes como suspender el subsidio al combustible, promover y ordenar un aparato productivo que sustituya las importaciones; pero no podrá decirse que no tiene apoyo popular y goza, a pesar de las privaciones, de la confianza de su pueblo. El Partido Socialista Unido (PSUV) triunfó ampliamente en las recientes elecciones de Gobernadores y Alcaldes en las que participó la oposición obteniendo pocos puestos. El diálogo con la oposición continúa avanzando. La Asamblea Constituyente, dentro de sus atribuciones, ha convocado a elecciones presidenciales para el término del mandato constitucional de Maduro. Es previsible que triunfe en este comicio, en el que podría competir con quienes designen los partidos de la oposición, entre otros, Henry Ramos Allup, líder de Acción Democrática (AD) ex presidente de la Asamblea Nacional, el candidato más estable de la oposición.
En este contexto, quienes durante dos años clamaron por elecciones anticipadas no están dispuestas a reconocerlas ahora. Así lo ha hecho saber el presidente Trump. A diferencia de las épocas en que en esta parte del mundo no éramos permeables a las presiones de Bush, Trump cuenta ahora con “socios regionales”, a quienes viene a insuflar Tillerson de pasión destituyente contra un mandatario de nuestra región.
Cuenta con el llamado Grupo de Lima, que —como voceros de Washington— ha repetido que no reconocerá el resultado de las elecciones en Venezuela, sin dar ninguna razón valedera. Este grupo está integrado, entre otros, por Michel Temer que gobierna Brasil sin haber sido electo, después de haber destituido a Dilma Rousseff votada por 54 millones de brasileños; Horacio Cartes, un empresario y dirigente deportivo paraguayo que llegó al poder merced al golpe “blando” que sufrió Fernando Lugo; Pedro Pablo Kuczynski, quien evitó su destitución como presidente del Perú “por incapacidad moral permanente” negociando la impunidad de Fujimori; los presidentes Peña Nieto y Santos, quienes por atender la cuestión venezolana parecen no advertir la corrupción, el crecimiento de los brutales carteles del narcotráfico, el paramilitarismo y la violencia criminal que se cierne sobre México y Colombia; Juan Orlando Hernández, quien se acaba de reelegir como presidente de Honduras mediante un fraude electoral —que denunciaron todos los observadores, hasta los de la OEA— y asumió su cargo en medio de enormes protestas y represión con muertos. Recordemos que Estados Unidos ya había participado anteriormente del golpe que destituyó a Manuel Zelaya.
Algunos de estos mandatarios tienen entre el 2 y el 10% de aprobación popular; todos están imponiendo un ajuste salvaje, la privatización de las empresas públicas, los Acuerdos de Libre Comercio con Estados Unidos y la extranjerización de sus recursos naturales. Ninguno de ellos cuenta con la popularidad que tiene Nicolás Maduro entre su pueblo. Es notable que en Venezuela no protestan los más pobres, sino las clases dominantes que no quieren perder sus privilegios.
También integra el “Cartel de Lima” Mauricio Macri, quien, como sabemos, no se caracteriza por el respeto a la democracia, a los derechos humanos, a la libertad de prensa, ni a la vida humana. Aspira, sin embargo, a ser el alfil de Washington en estas tierras en que, según él, “somos todos descendientes de europeos”, representando el triste signo de la época en nuestra región: el neocolonialismo. La subordinación que presagiaba aquella confesión al “querido rey de España” de la angustia que le reportaría sentirse parte de un país libre, independiente y soberano.

Alicia Castro, Embajadora en la República Bolivariana de Venezuela y ante el Reino Unido.
  

CHÁVEZ VIVE,  LA LUCHA SIGUE!!!

Vídeo:



Texto,recopilación periodística. audio y fotos: Susana De Luca.

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