lunes, 22 de julio de 2013

Eternizado.

El texto vino a mi como un torrente de indescriptible potencia. No pude detener los dedos repiqueteando el teclado en las últimas horas del viernes. 
Aquí lo que manaba de mis manos como un río incontenible. Así como surgió de mi lo comparto. 
Espero les guste. 
Y las/os invito a compartir sus textos en este espacio. 
Abrazos
Guada

Eternizado
Por Guadalupe Podestá Cordero

El hombre se internó pacientemente, con el paso cansado, pero firme, comprendiendo en el eco de sus pasos que no había retorno.
Hace mucho ya la sombra se había apoderado de las ciudades, los campos y los corazones que alguna vez había conocido bien y que ahora le resultaban gélidos y extraños.
Las garras de la muerte se cernían sobre las jóvenes almas entre las que estaba la suya, pese a las canas, a los achaques, a los dolores, su alma seguía siendo joven, llena de brotes de hoja nueva, de historia nueva.
Millones de imágenes, cientos de voces se agolpaban en su interior mientras caminaba el túnel interminable que lo llevaba a destino… destino, esa excusa tonta que usamos los humanos para exculparnos de nuestras elecciones, de nuestras ansias viscerales de estar vivos y saborear los sueños.
No había ya pasado, no quedaba ya presente, sólo la inminencia de futuro, un futuro con formas raras… colores chillones con partículas negras… con invasiones esporádicas de baratijas compradas al país de moda, al modelo de vida que está en boga.
Sus pasos describen un eco cada vez más apresurado…
El hombre, envuelto en una gabardina digna de las viejas novelas detectivescas, apresura el paso, no por huir, sino por llegar.
Huir es de cobardes, describe un viejo sargento de la segunda guerra en sus oídos, un viejo conocido que vive en su mente, como tantos miles…
El túnel se llena de sombras fantasmales, fétidas gárgolas, rostros del horror. Están llenas de rencor, del odio guardado por tantos años, desde que esa mujer les robó el hábito de la dádiva miserable, desde que ese generalucho les dio soga a los negros, desde que los pibes soñaban con un futuro de letras y ciencias en vez de aspirar al oficio mínimo de ser sirvientes. Los seguían los fantasmas del odio que sólo tienen los que no son capaces de soñar mundos alternos, los que no quieren gestas heroicas, los que no entienden la sublime poética de la mística revolucionaria, esos apestosos espectros alimentado por el mismo odio que nos robó la historia, que nos negó la luz del amor libertario de la revolución.
Los espectros cazadores, lo odian por sus manos hábiles para darle voz a Ernesto, ese Ernesto que nunca se nombra más que por su apodo, lo odian por inventar a un héroe que renacerá treinta y pico de años más tarde para que un advenedizo ignorante lo vuelva a censurar.
Pero nuestro hombre no huye de los fantasmas, no… corre porque sabe que queda poco tiempo, que les querrán robar, a los muchachos y a las chicas, las chispas del alma, el calor de sus corazones y las pasiones que les habitan el cuerpo, todo en nombre del modelo occidental y cristiano.
Corre en un pasillo cada vez más estrecho, con el dolor en las entrañas, buscando aquellos cuatro espíritus luminosos que no morirán jamás porque comparten la eternidad de los iluminados de amor, de lucha, de ideales.
El túnel de pronto se llena de música, una música indescifrable, el corazón parece estallar, la garganta se abre en un grito incontenible de lucha y de pasión…
AHHHHHHHHHHH nuestro héroe salta…
Las gárgolas del horror sólo encontrarán un cuerpo, que no les pertenecerá, lo que buscaban está bien lejos, la luz del final se lo ha tragado, lo abrazó para salvarlo, protegerlo, acunarlo hasta que un día, en uno de esos momentos de alumbramiento un muchachito, una chica abra por primera vez ese volumen glorioso… y entre el ruido de páginas amarillentas reaparezcan ellos a preguntar por la ausencia, a instar a la rebeldía… El Che, Kirk, Pike.. y él, siempre él, eterno Eternauta, intocable, inalcanzable por las fuerzas de mal.

Entonces será libre, para vivir en miles de almas y corazones encendidos, vibrante en las manos del hacer, en los pies de caminar el mundo imaginando realidades.

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