lunes, 27 de octubre de 2014

Para los que no las conocen, dos grandes películas de Costa Gavras

Z - 1969
 





Estado de Sitio - 1973
 

Triunfos, luchas y recuerdos.

Por Guadalupe Podestá Cordero

Existen sonrisas inevitables, veo ganar a Dilma y con ella al pueblo del Brasil, y no puedo evitar sonreírme pensando en el dolor de O Globo.
Muchos pueden decir que la mía es una sonrisa un tantín maléfica, pero no. Mi sonrisa es por saber que, pese a todo lo que han hecho, aún hasta el viernes anterior a la elección, no han podido contra ella ni contra Lula.
Los medios concentrados de comunicación son, hoy en día, la infantería de los mega grupos económicos, si esos vampíricos grupos que buscan concentrar su capital sin importar un gramo lo que pase a los pueblos.
Estos grupos mediáticos influyen y hasta llegan a determinar la forma de ver, pensar y sentir de un gran porcentaje de la población. Funciona por la saturación. No es lo mismo ver una noticia manipulada en un medio, que la misma noticia es tres diarios, dos revistas, tres canales de televisión y oírla en cinco radios, repetida, en el caso de los medios audiovisuales, en intervalos de treinta minutos, musicalizada debidamente y con el presentador, si es televisión, acodado en su escritorio y con ceño fruncido, ni les cuento si es antecedida por una placa roja de “Urgente” o “Primicia”.
Lo cierto, es que gran parte del llamado “cuarto poder” tiene dueños y esos dueños no son carentes de malicia.
No hablo, obviamente, sólo de O Globo, hablo de Clarín, Fox, CNN, BBC, y muchas cadenas más, que se espantan cuando alguien le abre las puertas de Rusia Today o la Al Jazeera, o el mismo TeleSur. Como se espantan atacan, pero atacan como perros feroces, de esos salvajes que atacan en manada en los desiertos.
Las respuestas plutocráticas no se hicieron esperar en Brasil, hoy cayó la bolsa, el castigo es evidente, a los gobiernos de neto corte popular se los castiga así, desde la economía. Todo el secreto es crear pánico, pero como cantaban ayer “el pueblo no es bobo…”
Aquí no es la excepción, en el “Coloquio de IDEA”, como cada vez que pueden se han juntado a despotricar, un desencajado Sabsay gritaba “Si es abogada que muestre el titulo! ¡Lo tiene que mostrar!” repetía que “como judío me avergüenza que exista otra persona judía así” refiriéndose al canciller Timerman. De más está decir, o tal vez no, que del coloquio de idea han salido las ideas más retorcidas para favorecer al mercado en desmedro del bienestar popular. No puedo evitar recordar la película “Estado de Sitio” y su asamblea de L’Idée (si tienen un rato véanla, como todo lo de Gavras es para verse)
Hay tanta desesperación en la derecha y el liberalismo de la Patria Grande que no saben por dónde más atacar. Y no se confundan, están todos articulados, si se fijan los discursos, de cada oposición, tienen el mismo contenido, de hecho la misma retórica, el mismo ritmo, en fin, parece que lo escriben sacan fotocopias y cada uno lleva una cuantas para su país. Lo peor es que no estamos totalmente a salvo, ya que ese discurso cala en parte de la población, y se lo ve en el hecho de la repetición sin pensar lo que se dice.
Dar por sentado algo que se vio, se escuchó o se leyó en los medios sigue manteniendo cierta visión tabú de la vida. Así como antes lo escrito en los libros era palabra santa, ahora lo que sale en la tele o la radio se vuelve inapelable, claro, la mayoría no sabe que con un movimiento mínimo se edita un audio o se recorta una imagen. También se ha adoptado el tono “chusma de barrio” para soltar el veneno comunicacional, por ejemplo “sabe Ud. donde fue fulano?... porque yo sé que…” y se echa a andar el rumor, de por si las noticias surgen, en el último tiempo del rumor, ya que los informativos pasaron al rubro “show”.
Lo peor de todo es que se apuesta a crear angustia y miedo, cualquier posibilidad para alegrarse debe ser teñida de oscuridad a fin de que no resulte, ya que si un pueblo está angustiado y atemorizado es más débil y dominable. Aquí debemos prestar atención a la cuestión del poder, los gobiernos están lejos de ejercer el poder, ya que hace muchos años el poder lo ejercen los grandes grupos económicos que deciden el ascenso o la caída de un país o región, cuando surgen gobiernos que buscan, de una mejor o peor forma, disputar ese poder para bien de su pueblo, es asediado, aplastado y condenado. Claro, los antiguos patrones esperan que los estados y gobiernos se rindan, cuando esto no ocurre siempre estará la conspiración y sino las enfermedades terminales o los accidentes.
Nada ocurre porque si, y esto no tiene que ver con designios divinos, sino con las dinámicas que surgen en el mundo, las que son puestas en marcha para favorecer intereses específicos.
¿Qué hacemos entonces? Seguir, pelear.
El triunfo de Dilma, la segunda vuelta en Uruguay con buenas posibilidades para Tabaré-Sendic, el triunfo aplastante de Evo Morales en Bolivia, marcan un rumbo, muestran una búsqueda de los pueblos que se debe garantizar con el esfuerzo de todas y todos.
Hoy, 27 de octubre, a cuatro años del fallecimiento de Néstor Kirchner, en Argentina seguimos la lucha, cada uno desde sus lugares pero juntos en la concepción del país que queremos, con aciertos y errores, coincidencias y discrepancias, seguros de que no queremos matar al otro, aunque el otro insulte hasta quedarse sin fuerzas, porque no es así que se construye.

Seguimos la lucha por Abya Yala (Saben que no me gusta decirle Latinoamérica) y sé que alcanzaremos el triunfo si continuamos con objetivos firmes y claros. Pueden asustarse muchos al escuchar que vamos por más, porque ese más significa más soberanía, más derechos, más inclusión y más justicia para nuestros pueblos. El Suma Causay está en camino y es nuestra lucha hacerlo realidad.

jueves, 9 de octubre de 2014

Los motivos duermen en la memoria

Por Guadalupe Podestá Cordero

Uno puede pensar la realidad pasada desde muchos ángulos, la historia argentina siempre nos permitió mirarla y mirarnos en un ir y volver de imágenes y sensaciones, porque nuestra historia se siente.
Palpar las realidades pasadas desde un hoy es más simple en la definición, porque uno puede volver a ver y sentir las cosas como eran entonces.
En mi caso ese sentir es como un giro espiral descendente. Si descendente.
Hoy, con una película recordé como me sentía en la crisis de 2001, si, en mi vida ese fue un quiebre, no tanto económico como emocional.
Empecemos por el principio. Nací cuando la dictadura del 76 estaba ya declarada, así que siempre tuve esa sensación del pasado velado por el verde militar, como si hubiese nacido en tiempos eternamente nublados y austeros de textura (aclaro que tenía el amor de los míos y que mi infancia no fue triste).
Como se recuperó la democracia cuando tenía 6 años, recuerdo la primavera alfonsinista, y también recuerdo mis primeros festejos de primavera, juntando flores de trébol del fondo de casa y robando flores a cuanta planta hubiese para armar un florero y ponerlo en una mesa en el patio. Ansiaba el sol de la primavera. Los inviernos no me gustan por sus grises tristes, tal vez por como recuerdo los primeros años en un país donde la libertad era una palabra negada.
Recuerdo la felicidad de los míos por la recuperación del estado de derecho, aún el vértigo preelectoral y los actos de campaña, asistir a alguno a upa de mis padres y sentirme pueblo, cantar la marcha a voz en cuello como si tuviese clarísimo la importancia histórica del momento, aunque no.
Tengo más que presente la angustia en casa con el levantamiento carapintada y la rabia de sentir que nos querían cortar las alas que no habíamos empezado a usar.
Entendí, a los 12, lo que nos esperaba con la llegada de un señor que, disfrazado de peronista, terminaba de imponer el plan económico de la dictadura. Es decir, aprendí desde los 12 hasta los 25 lo que implicaba el neoliberalismo puesto en práctica sin pensar en nada, comprender que nada le importaba, a esos que firmaban acuerdos y créditos en nuestro nombre, cuantos niños morirían ese mismo día sumidos en una hambre feroz.
En ese tiempo hacíamos todo lo que podíamos para colaborar, abrimos comedores, formamos frentes políticos que en lugar de pensar la lista pensaban en repartir comida, apoyo y ropa. Mientras muchos seguían en la fantasía de “un peso un dólar” nosotros, en el conurbano buscábamos paliar la realidad dura del costo de esa fantasía del consumismo.
El neoliberalismo tiñó todo, pero todo, aún las expresiones espirituales, el mundo se volvía individualista y posmoderno de una manera atroz, cruel. Lo más granado del racismo salía a relucir y miles compraban un libro llamado “El Atroz Encanto de ser Argentino”, se replicaban por la naciente internet presentaciones de PowerPoint contando lo buenos que eran los demás países y lo caóticos, pobres e ignorantes que éramos nosotros. Claro nos tenían que vender un primer mundo que no existía, que era una escenografía de cartón y plástico sajón pintada de los más chillona y decorada con etiquetas “made in”. Lo triste fue que todo eso fue record de ventas.
Si, a la crisis de 2001 no llegamos de sorpresa, era un caldo que se venía cocinando desde el 55, y ahí es donde todo se cae no sólo en lo contextual, se cae adentro.
El 17 de diciembre alguien me dice “…mirá que mañana se cae todo…”, respondí riéndome porque, pese al ambiente pesado y denso, esas amenazas las había escuchado desde siempre.  “…sacá lo que tengas en el banco…” dijo, y mi respuesta fue concreta “…pelusas tengo! Yo no tengo cuenta bancaria! jajajajaj” No supe hasta un tiempo después que la corrida había sido armada durante unos quince días, acto del cual se ocuparon las empresas y familias más granadas del espectro nacional.
18 de diciembre, hacía calor, mientras chateaba con unos amigos, uno de ellos dice, “se escuchan ruidos, parece que alguien patea tachos…” seguidamente… “Che, pasa marchando gente con cacerolas??!!!” esto me lo contaban mis amigos del centro, después lo sabido, 19 y 20, represión atroz de la mano del sobrino nieto de Tito Luciardo, ruido de un país entero que se quiebra, explosión y rabia, una rabia feroz, dura y caliente.
El estado de sitio y escuchar por radio como la montada le tira encima los caballos a las madres, el odio profundo que despierta ese que le dispara por la espalda a un señor en las escalinatas del congreso y el dolor de saber que esto es por el hambre del pueblo, pero también, por la mano de quien quiso ser presidente y lo anunció en la embajada estadounidense… pensó que no nos enteraríamos nunca…
Y luego de eso, de cambiar de presidentes como de calzón durante una semana, un silencio triste.
Ahí estaba el impacto, estábamos solos de toda soledad. En el proceso de individuación plena del pensamiento liberal, nos fuimos desgajando del planeta y quedamos boyando solos en el espacio como una nave que no tiene rumbo.
Quedamos en estrés postraumático largo tiempo, porque el daño fue gigante y porque sabíamos que iban a quedar absueltos.
El ministro de economía de entonces con ojos saltados (a veces creo que de servilismo y codicia) desaparecía lo más rápido posible y el resto se mandó a guardar calladitos, para que no nos diéramos cuenta.
Recuerdo el frío del alma por la pena de lo ocurrido y, que aunque siguiéramos buscando motivos para reunirnos con amigos, siempre, en el fondo había un dejo amargo de lo contextual.
Me recuerdo discutiendo con amigos porque apoyaba los piquetes y las marchas, porque me tocaba ver lo que ellos no, las caras de hombres y mujeres que habían perdido el trabajo y los sueños, que las casas se llenaron de jefas de familia porque los jefes, sumidos en la depresión ya no sabían que hacer, ver a los chicos vestidos de hilachas y juntar ropa, comida, armar cooperativas para trabajar de algo, lo que sea.
A nosotros, la crisis no nos mató, siempre fuimos independientes, la pelemos, lo que sí dolía era ver a los de alrededor sufrir y leer a idiotas que decían que los pobres son pobres porque no les gusta el trabajo, en lugar de reconocer que cuando vendes tu país te estas vendiendo a vos mismo y que el amo hace con el esclavo lo que quiere.
Para 2004 ya estaba más que descreída, como muchos, me sentía traicionada por el partido al que pertenecí como toda mi familia chica, traicionada por todos los que figuraban en el hacer político.
Costaba  mucho creer que había salida para tanto pozo, porque de verdad era un pozo oscuro. Encima un pozo que no habíamos cavado nosotros, sino que los poderes económicos concentrados, los serviles nacionales, los vendepatrias  habían hecho ese pozo y los ridículos analistas de los medios masivos nos decían que meterse era la solución. Era como decir que entrar con un auto a toda velocidad en un túnel sin salida es el mejor plan para el fin de semana.
Lentamente las cosas empezaban a suceder en 2004 el acto en la ex ESMA y la bajada de los cuadros, dos emociones fuertes para mí. En 2005, por primera vez en toda mi vida, me tocó ver un presidente argentino decirle “no” a un estadounidense, increíble, honorable, el tren contra el ALCA era una novedad que, por supuesto, despertó la ira de los proyanquis de siempre, al igual que la respuesta del presidente argentino.
Cuando me preguntan por qué apoyo este proyecto, la respuesta más profunda es este ejercicio de memoria.
Los que están del otro lado han pasado por todas las administraciones que nombre, han estado metidos en todas aunque ahora hayan sido absueltos por unos jueces para los que la justicia es red que atrapa al bicho chico y libera peces gordos.
Recordar de dónde venimos nos ayuda a elegir con quiénes y cómo queremos caminar hacia adelante.
Porque si visitás Estados Unidos un 24 de marzo no tenemos nada para discutir, si decis que querés cerrar o
privatizar las nuevas universidades nacionales porque las hizo este gobierno no tenemos nada que decirnos, porque si te molesta la AUH, o los PROCRE, o te molesta la moratoria de jubilaciones entonces sabemos que no caminamos juntos, porque si los juicios sobre delitos de lesa humanidad te parecen venganza es que no nos entenderemos, porque para mí, cada paso dado en función del bien común del pueblo es festejable, porque cada desacato a los jueces buitres del imperio (porque no tiene autoridad jurídica para lo que hacen) es un acto de dignidad y soberanía.
Tal vez el mayor problema es la memoria, los que la tenemos intacta sabemos dónde estaba cada uno en qué momento, que cosas decía, que sosa hacía y eso nos da un fuerte filtro para detectar la mentira y un arsenal inacabado de argumentos. Conocemos la historia porque la hemos caminado y sabemos que no estamos ni cerca de tener todo solucionado, pero acordate (cuando alguien te diga que estamos peor o como en 2001) de la soledad y el abandono que se sentía y contáselo para que recuerde, porque los medios fabrican olvidadores seriales y esos son los que se quejan de lleno.