jueves, 28 de julio de 2016

Querido Hugo.

Por Guadalupe Podestá Cordero

Me hubiese gustado conocerte, cara a cara, digo. Charlar y construir la revolución junto a tantos compañeros.

Comandante, la primera vez que escuché de vos, no fue de la mejor manera, quién me hablaba contaba de un militar que había ganado elecciones pero que era un dictador, y, como te imaginarás, con la historia que tenemos, pareció factible. Entonces sobrevino el golpe. Y de purísima casualidad, alguien me mandó tus palabras por mail. Entonces entendí, te entendí.

También comprendí que nos fueron conectando a una macabra forma de comunicar, mintiendo porque cuando un gobernante pertenece al pueblo es, sin duda, maltratado por los medios y asediado por los intereses financieros concentrados, pero, claro, uno se olvida, porque hasta el 2003 no tuvimos presidentes parecidos a nosotros, desde Perón, no teníamos fronteras adentro, gobiernos del pueblo.

Sabés, compañero Hugo, aún recuerdo tus discursos, no me los perdía por nada, también te recuerdo bajo la lluvia en el cierre de tu última campaña, con el último hilo de vida, mirando sonriente al pueblo, jugándote para asegurar la revolución. Recuerdo que tu imagen recortada en las pantallas de Tele Sur (al que ya, salvo por internet, es prácticamente imposible ver) y las lágrimas de los que te mirábamos, porque tu discurso nos sonaba a despedida. La marea roja mirándote y cubriendo las calles, tu voz resonando en un “Aquí no se rinde Nadie”.

En una actualidad en la que la derecha avanza sin piedad machacando a nuestros pueblos, somos muchos los que te extrañamos. Tu pueblo te extraña más que ninguno, pero los demás nos sentimos bastante solos. La derecha tecnocrática y asesina persigue a nuestros líderes, como sabrás acechan a Evo y a Rafael, y por aquí ni te cuento.

Como las elecciones nacionales las ganó la “Patria Contratista” colaboracionista de las dictaduras y vaciadora de países, ahora nos gobiernan caranchos, sabés dónde quedó el peronismo ¿no? En el corazón del pueblo, porque de verdad que se han borrado.

Cada vez perdemos más derechos, más dignidad e incluso historia. Milagro está presa, Cristina perseguida con causas que inventan todas las mañanas, los libertadores de América fueron desalojados así como las mujeres, de la casa de gobierno. Cerradas las instituciones de historia revisionista y muchos centros culturales, nuestros comunicadores y artistas en listas negras. El renacimiento de la región entregado por el “niño rico” y sus amigos.

Te juro compañero, si vivieras y volvieras a recorrer la región, no la reconocerías y mucho menos a esta patria nuestra que te quiso tanto.

Pero, eso sí, muchos, muchos más que los que piensa la oligarquía, seguimos la lucha, desde nuestros lugares, como podemos, porque por más que se empeñe la derecha continental en separarnos seguimos hermanados los pueblos en una unidad que quema en las venas porque es lucha.

Compañero Hugo, se extraña tu fuerza y se extraña tu risa.

Disculpá que no te trate formalmente, pero, a los compañeros no se les debe condenar a la fría distancia del protocolo.

Querido compañero, sé que andarás viendo como movés los hilos con Nestor, con Perón, con Eva, con el Che, a ver si frenamos un poco a esta derecha maldita y nos liberamos de la colonia cultural, económica y política.

Por estos días se han vuelto a encontrar San Martín y Bolívar en Guayaquil, para ser vistos en cine, pero claro, les dan poco tiempo en las pantallas porque los que manejan la cultura por aquí son muy cosmopolitas para Europa y los yanquis, pero son menos latinoamericanos que la Torre Eiffel.

Si, compañero, se te extraña, como se extraña esa generación completa de presidentes que revivieron la idea de Patria Grande.

Tal vez nos cueste pero volveremos, volveremos con más fuerza, la derecha arrecia pero no es invencible, y nosotros sabemos que nuestra tarea es vencer por amor a nuestro pueblo y para recuperar la felicidad para los más humildes de nuestra tierra.


Venceremos querido compañero, venceremos.





martes, 26 de julio de 2016

Eva de la Argentina - Película

Miniserie Carta a Eva

Carta a Eva capitulo 1

Capitulo 2
Video La Jefa Espiritual - Científicos del Palo

Eva

Por Guadalupe Podestá Cordero

Estamos en un nuevo aniversario de la muerte de Eva, estas fechas deberían ser las menos importantes en la rememoración de una vida, sobre todo de una tan importante.
Eva fue “Eva” desde siempre, aún antes de Perón, porqueconvengamos, que si ella no hubiese sido quien era, con esa potencia y esa convicción, con sus lecturas juveniles y sus ideales, con sus dolores de la pobreza y su energía de avance, al conocer a Perón hubiese sido simplemente una primera dama adorno, como lo eran todas en esas épocas. Una presencia que realza el ambiente y de vez en cuando juega a la asquerosa y siempre indigna caridad, y sólo eso.
Pero Eva no, ella era ese fuego que corre en las venas cuando se conoce la injusticia y esa convicción inapagable que sólo surge cuando se tiene claro hacia dónde se va.
Pensar en Eva no es pensar en la romanticona melodramática de “La Razón de Mi Vida”, sino en la revolucionaria de “Mi Mensaje”, el primer libro era lo que elegiría la historia oficial para descafeinarla, ni siquiera son sus palabras, pero en el segundo hay un clamor revolucionario que no tiene que ver con los tules y las gasas, sino con la potencia transformadora que incendia espíritus.
Ella era en sí misma la furia conducida hacia la construcción, imparable como río en la crecida, capaz de llevar todo dique, mitrista y liberal, por delante para bien del pueblo, para llegar a cada rincón, a cada alma, a cada sueño.
Ella, incendio voraz alimentado por la voluntad popular, es el espíritu de nuestra revolución casera, nuestra hasta la última fibra.
Por eso odiaba a los tibios, porque sabía que en ellos dormía el peligro de la ñoñería y la sujeción cultural, que es la que termina siendo útil a los poderes concentrados.
Eva, era odiada porque los que le habían querido negar la identidad y el derecho a ser quien era, por los encorsetados en ideas conservadoras, con unas tristes vidas que no dejarían tras de sí más que miseria y destrucción, esos la odiaban, los asesinos de pueblos. Y con ellos los esbirros insoportables, pobres piojos resucitados que creían parecerse al poderoso porque tenían alguito más que los demás.
Cuando se logra la igualdad de acceso a todo para todos se paga siendo odiado. Los pudientes la odiaron por ayudar a los “negros” a tener lo mismo que ellos, la odiaron por rescatar el término grasa y transformarlo en algo más cariñoso que “descamisado”.
Le decían barbaridades y le deseaban la muerte porque sabían que nunca serían amados como ella, si algo conocen las oligarquías y el gorilaje, es la envidia del amor ajeno. Será por la ruindad que les corroe las tripas, porque se saben odiados, que en su indignidad odian al pueblo y a sus amores.
Dejemos de recordar a la cuidada Eva de los tules para recordar a la que hablaba cara a cara con el pueblo, la que hablaba con los obreros y que antes de prometer estaba haciendo.
Ofende a su legado la tibieza que hoy se observa en lo que se hace llamar Peronismo, la obsecuencia de algunos de los que se quieren decir dirigentes, que seden ante la presencia lujosa del patrón con miradas hasta lujuriosas.
En un país que se debate entre volver al fondo del abismo de la mano del delirante niño caprichoso que juega con el poder, y volver a ser una patria justa, libre y soberana (como la que estábamos reconstruyendo) que se para frente a los buitres y dice no, que resulta aberrante y asquerosa la tibieza y blandura de algunos.
Eva decía que “el peronismo será revolucionario o no será nada” y últimamente parece que la dirigencia está eligiendo que sea nada, mientras las bases piden que sea revolucionario. Porque no basta con que duela la actualidad, ni que nos lamentemos por los presos políticos y la persecución con causas inventadas.

¿Puede, acaso, dudarse que Eva hubiese sido la primera en ponerse la lucha al hombro? ¿Qué hubiese hecho con un partido que observa como mueren de hipotermia 25 personas por no poder acceder al gas? En esta realidad nuestra, tan triste e indignante, donde el dinero pasa de los trabajadores a los poderosos de forma vergonzante mientras nos dicen que es para nuestro bien, la figura de Eva se agiganta, y no es la de la simple y buena mujer que amó a Perón, sino la de la compañera militante, con la mirada hecha fuego diciendo desde ese tiempo, que sobre las cenizas de los traidores construiremos la patria de los humildes.

viernes, 22 de julio de 2016

Argentina: El factor consumo.

Por José Natanson, vía Agencia Nodal
Hasta fines del siglo XVIII, la mayor parte de la población vivía en unidades de producción, sean minifundios campesinos o grandes propiedades, capaces de generar casi todo lo que consumían, con excedentes mínimos que se intercambiaban en los mercados locales. La Revolución Industrial, causa y consecuencia de todo tipo de transformaciones tecnológicas, económicas y sociales, amplió de manera exponencial la disponibilidad de bienes y servicios, creando un segmento intermedio, que antes sencillamente no existía, entre la suntuosidad de la aristocracia y el consumo de supervivencia del resto de la sociedad. Con el carbón y el vapor primero y la electricidad después, con el sistema factoría en un comienzo y luego con el fordismo, los productos se transformaron en mercancías en sentido capitalista clásico, objetos creados en serie para un comprador anónimo que los adquiría en el mercado. Nacía la sociedad de consumo.
En tanto práctica social, el consumo ocupó un lugar relativamente marginal en el desván de las ciencias sociales hasta que los estudios pioneros de Pierre Bourdieu demostraron su alcance y profundidad, el modo en que los patrones de ciertos grupos privilegiados –lo que hoy llamaríamos “el gusto”– se imponen como la pauta legítima del resto de la sociedad (1).
Esto explicaría por ejemplo que los sectores populares a menudo destinen parte de sus salarios a compras que están por encima de sus posibilidades, algo que enfurece a muchos progresistas escandalizados por el gasto en zapatillas o celulares que no son zapatillas o celulares sino verdaderas marcas sociales, casi una inversión en estatus. Y se produce también un movimiento en sentido inverso, que es la incorporación al catálogo de estilos de las clases medias modas originadas en los sectores más pobres, como los jeans caídos que usan los jóvenes blancos de los colleges estadounidenses y cuyo origen es la prohibición de utilizar cinturón en las cárceles de la comunidad negra. O, en Argentina, la incorporación de la música tropical al repertorio de las fiestas de Barrio Norte y hasta el surgimiento de bandas de “cumbia cheta” tipo Agapornis.
Pero no nos desviemos. Lo que quiero plantear aquí es que, desde su irrupción hace más de dos siglos, el consumo ha ido ganando centralidad en la vida social, a punto tal que, según Zygmunt Bauman, es el mismo sujeto el que se transforma en objeto de consumo, una especie de promotor de sí mismo a la hora de presentarse a una entrevista laboral, preparar el papeleo para la inmigración selectiva al primer mundo u ofrecer su “intimidad estilizada” en las redes sociales (2).
Por eso el consumo no debería ser visto como el síntoma de una alienación absoluta impuesta por un capitalismo todopoderoso a un hombre inerme, como sostiene el marxismo de caricatura, pero tampoco como la elección de un individuo libre, racional y plenamente informado, como creen los liberales. El consumo es comprar, pero también exhibir, desear y soñar. Es una forma de decir quiénes somos y quiénes no queremos ser. Es un factor que, desigualmente repartido por la estructura social, funciona como una vía de afirmación identitaria, un potente vehículo aspiracional y una forma de construir una relación simbólica con el mundo, que va de la vida cotidiana a la economía y de ahí, claro, a la política.
Consumo & política
La legitimidad política tiene explicaciones múltiples, que pueden ir de la conservación de un cierto orden social, la lucha contra un enemigo externo o la adhesión a un líder providencial, entre varias dimensiones no necesariamente excluyentes. Entre ellas, el acceso al consumo se ha ido convirtiendo en una de las principales, como parte de un fenómeno global que se vive en Argentina de manera particularmente intensa. Por la influencia de la inmigración europea, por el impulso igualitarista propiciado por la educación pública o por el acceso relativamente temprano a los derechos sociales, lo cierto es que en Argentina el consumo es uno de los ejes fundamentales de cualquier proceso de acumulación de poder.
Fue así con el primer peronismo, que con sus políticas de pleno empleo, salarios altos y vacaciones pagas contribuyó a crear la novedosa figura del “consumidor obrero”, reflejada por ejemplo en el boom de la venta de heladeras SIAM, que investigaciones posteriores comprobaron como un hito familiar en la memoria emotiva de las clases populares, o los cambios en la publicidad de la época, que incorporó a los avisos los códigos de señas utilizados por los trabajadores para pedir bebidas en los bares y cafés de barrio y considerados una grasada por las clases medias (3).
Aunque más espasmódicamente, el consumo siguió desempeñando un papel central en la vida política. Los primeros años de la dictadura, con el ingreso masivo de productos importados gracias a la apertura de Martínez de Hoz, y del alfonsinismo, con la estabilización y el crecimiento de inicios del Plan Austral, propiciaron aumentos transitorios del consumo que fortalecieron a los respectivos gobiernos, aunque el salto más grande, distinto a todos los demás, se produjo sin dudas durante el menemismo, cuando tres condiciones hasta entonces esquivas –inflación controlada, dólar barato, poder político fuerte– se combinaron con un momento bisagra en la historia mundial, signado por la globalización y el neoliberalismo.
Durante su largo ciclo en el poder, el menemismo no sólo produjo una enorme expansión del consumo sino que incorporó una serie de rasgos del primer mundo que transformarían para siempre la vida cotidiana, la fisonomía de las ciudades y la identidad social de los argentinos. De los servicios bancarios a la informática, de la tecnología inalámbrica a la medicina prepaga, de los countries a los vuelos baratos, las innovaciones de los 90 marcaron un cambio que no fue sólo de escala: los derechos del consumidor fueron elevados a rango constitucional con la reforma del 94.
Y luego el kirchnerismo, responsable del segundo gran boom de consumo de nuestra historia. En este caso, a diferencia de los 90, el impulso no pasó tanto por la incorporación de bienes y servicios hasta entonces restringidísimos o directamente inexistentes sino por la expansión a vastos sectores sociales de productos ya disponibles. Así, por ejemplo, los hogares con microondas pasaron del 7 por ciento durante el menemismo al 45 en la actualidad, las casas con computadora aumentaron del 8 al 57 y las familias con televisor del 93 al 97. En muchos casos hubo una sustitución de modelos viejos por otros más nuevos: el porcentaje de hogares con lavarropas no automático se redujo del 38 al 23, pero aquellos con modelos automáticos pasaron del 32 al 65, y lo mismo con la heladera con frezzer, que saltó del 37 al 76. En algunos rubros el aumento fue tan asombroso como constante entre uno y otro ciclo político: las cajas de ahorro pasaron de 5 millones antes del menemismo a 16 millones a fines de los 90 y 32 millones en la actualidad, en tanto las tarjetas de crédito saltaron de 5 a más de 20 millones (4).
Lo central, en todo caso, es que los valores sociales también fueron cambiando: la explosión de tarjetas de crédito supuso por ejemplo el debilitamiento del ideal inmigrante de la austeridad puritana y la legitimización del “vivir a plazo”, antes considerada una posición social vergozante. Este nuevo clima fue reflejado en series, libros (Vivir afuera de Fogwill, por ejemplo) y por supuesto en los videos de Peter Capusotto, el gran intérprete de la década kirchnerista, con su banda Con-Sumo, que proponía “dejar de pensar, porque pensar es entrenar la tristeza, y salir a gastar”. Y lo detectó la publicidad, con la arquetípica pareja del Banco Galicia: Marcos, que cuida las cuentas, y Claudia, compradora compulsiva. Como escribió Alejandro Sehtman, no deja de ser sintomático que Paola Barrientos, la actriz que protagoniza la campaña, se haya convertido en una ferviente defensora de Cristina Kirchner, mientras que todos imaginamos a Claudia votando al PRO. El kirchnerismo, que al final de su década había construido un aparato de poder fenomenal, terminó derrotado por el voto popular: había conquistado a la actriz pero se había olvidado del personaje.
Macrismo & consumo
El consumo, decíamos, es que más que comprar cosas. El consumidor se politiza cuando busca en las góndolas productos con la etiqueta de “comercio justo” o cuando, transformado en una especie de comprador-militante, reclama los precios cuidados (incluso la secta insólita de los veganos defiende una actitud vagamente política de respeto a los derechos humanos de las gallinas y los camarones). Y al tiempo que el consumo se politiza, el ciudadano se comporta cada vez más como un consumidor vigilante: en lugar de guiarse por viejas tradiciones ideológicas o valores familiares heredados, actúa, según la definición de Pierre Rosanvallon, como un “comprador exigente”, como alguien que mira, compara y recién después elige, y que puede por lo tanto votar a un partido un año y a otro al siguiente, a una fuerza política para presidente y a otra para gobernador (5). Lo sabe bien Jaime Durán Barba, que en la campaña electoral le recomendó a Mauricio Macri apostar a este elector emancipado y descartar las alianzas supuestamente esenciales para la victoria, como la articulación con un sector del peronismo en la provincia de Buenos Aires, para construir una oferta PRO pura, que al final terminó ganando.
Pero el consumo cae. Según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas, medidas en cantidades, disminuyeron un 4,8 por ciento en el primer cuatrimestre. El fin de semana largo de junio registró una ocupación hotelera del 40 por ciento, muy por debajo del promedio del año anterior, en un patrón que se repite en prácticamente todos los rubros, incluso alimentos. Y en este sentido no deja de resultar paradójico que el macrismo, con su fe en el mercado y la sobrerrepresentación del sector privado en su gabinete, haya entendido con singular perspicacia el modo de funcionamiento de la política en términos de oferta y demanda, pero al mismo tiempo olvide la importancia del consumo como organizador de las expectativas sociales y fuente esencial de legitimidad política.
Notas
1. Pierre Bourdieu, El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura, Siglo XXI, 2010.
2. Zygmunt Bauman, Vida de consumo, Fondo de Cultura Económica, 2007.
3. Natalia Milanesio, Cuando los trabajadores salieron de compras. Nuevos consumidores, publicidad y cambio cultural durante el primer peronismo, Siglo XXI, 2014.
4. Carla del Cueto y Mariana Luzzi, “Salir a comprar. El consumo y la estructura social en la Argentina reciente”, en Gabriel Kessler (comp.), La sociedad argentina hoy, Siglo XXI, 2015.
5. Pierre Rosanvallon, La contrademocracia. La política en la era de la desconfianza, Manantial, Buenos Aires, 2007.
**Editorial de Le Monde Diplomatique Argentina

Crece la tensión bilateral, Bolivia - Chile

Desde Agencia Nodal

Evo pide contacto directo con Bachelet para resolver trabas al libre tránsito

Bolivia ofreció diálogo a Chile para resolver los problemas de libre tránsito en los puertos de Antofagasta y Arica. El presidente Evo Morales pidió que se envíen notas oficiales haciendo conocer las dificultades que tienen los transportistas e incluso anunció que intentará una comunicación con su par, Michelle Bachelet, para que dé una solución por razones humanitarias.
“Quiero decir a los hermanos transportistas, a esas familias que se van con su garrafita, preparando almuerzo, comida, sin carne, gravísimo. Quiero decirles que intentaré comunicarme con la presidenta (Michelle) Bachelet (que) por razones humanas y humanitarias cómo (podemos) resolver estos temas, al margen de una nota oficial del Canciller”, declaró el presidente Morales, después de que recibió un informe extenso de la comitiva que viajó a los puertos de Arica y Antofagasta.
El Jefe de Estado pidió que vía Cancillería se envíen notas oficiales al Gobierno chileno para que mediante el diálogo se busque resolver los temas referidos al incumplimiento del Tratado de 1904, al libre tránsito, a la falta de condiciones en las que se encuentran los transportistas en Arica, y a las circunstancias en las que se encuentran los productos bolivianos, según al agencia ANF.
“He pedido a la Cancillería en este momento mediante una nota formal y oficial sobre estos temas (referidos) a la exportación e importación, sobre los abusos, sobre esta discriminación en los dos puertos (que) sean resueltos mediante (el) diálogo de manera conjunta (con Chile)”, sostuvo el Mandatario, para quien el “libre tránsito se ha convertido en libre abuso” y el Tratado de 1904 en un tratado para los negocios de sectores privados.
Según la autoridad, la presidenta chilena Michelle Bachelet no conoce de estas dificultades que tienen que atravesar los exportadores y en particular los transportistas. “Yo estuve tantas veces reunido (con la Mandataria) y tiene un profundo sentimiento humano”, sostuvo la autoridad.
El Canciller, los presidentes de las cámaras de Senadores y Diputados, los legisladores que viajaron en una comitiva a Chile, explicaron uno a uno los obstáculos y los problemas que tuvieron que atravesar para realizar un trabajo de inspección sobre el trato y las condiciones para la exportación del comercio boliviano.
Morales dijo que se sintió conmovido por la entonación de la Marcha Naval en Antofagasta y agradeció a toda la delegación por haber viajado y comprobado aquello que desde hace mucho tiempo es denunciado por los transportistas.
Recordó que existieron avances al establecer en el primer gobierno de Bachelet la agenda de 13 puntos donde se incluyó el tema marítimo, Silala, Lauca; pero que lamentablemente Chile fue abandonando cada uno de estos temas.
“Nuestra Cancillería puede demostrar cómo Chile uno por uno ha ido abandonando el tema del mar, el Silala, tenemos documentado. Lamento mucho (que) algunas autoridades de Chile solo intentan buscar conflictos”, sostuvo Morales.
REPRESALIAS Omar Aguilar, senador del Movimiento Al Socialismo, denunció que los transportistas bolivianos ya sufren represalias tras la visita de la delegación boliviana a los puertos de Arica y Antofagasta.
“Ya nos hemos informado (a través) de los transportistas que nos dicen que en sus trámites cuando buscan la carga les dicen ‘que busquen y pregunten a su canciller Choquehuanca, él les va a dar carga’”, dijo el senador en la sesión informativa con el presidente Morales.
DESVÍO DE AGUAS El canciller David Choquehuanca dijo que Bolivia constató en el lugar la desviación del río Lauca, ejecutada por Chile en 1961 y sin aceptación del país. Denunció que esa alteración permite que, cada segundo, aproximadamente 600 litros de agua corran hacia territorio chileno en perjuicio del caudal que naturalmente debería llegar hacia territorio boliviano, según ABI.
Choquehuanca hizo referencia a “algunos estudios” según los cuales esa pérdida llega incluso a 2.500 litros por segundo en tiempos en los que aumenta el caudal.
Encuentros entre Morales y Bachelet
22 de julio de 2006
Acuerdo en agenda bilateral de 13 puntos entre Bolivia y Chile, durante el primer periodo de Gobierno de Michelle Bachelet.
– De acuerdo a Evo Morales, Chile aceptó incluir en una agenda común la cuestión del acceso de Bolivia al océano Pacífico.
La presidenta chilena, Michelle Bachelet, anunció la posibilidad de que en el futuro próximo se concreten “proyectos energéticos en común” con Bolivia, según la radio Bío Bío, de Santiago.
9 de diciembre de 2006
La presidenta Bachelet se reunió con Evo Morales en la Cumbre Sudamericana.
17 de abril de 2007
Bachelet y Morales sostuvieron una distendida reunión en la Isla Margarita (Venezuela). La cita, que se extendió por cerca de media hora, se desarrolló en un ambiente distendido y cordial, pero no se conoció una versión oficial de los temas abordados.
8 y 10 de noviembre de 2007
Los presidentes de Bolivia y Chile sostuvieron una reunión para evaluar en Santiago la demanda marítima boliviana y otros temas de la agenda bilateral, durante la XVII Cumbre Iberoamericana.
18 de octubre de 2008
Los presidentes de Bolivia y de Chile mantuvieron una reunión de congresistas de la Unión de Países Sudamericanos (Unasur) en Cochabamba.
28 de agosto de 2009
La Mandataria chilena y el Presidente boliviano se volvieron a reunir en Bariloche, Argentina. El encuentro se llevó a cabo en el marco de la Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno de Unasur.
Según revelaron fuentes de la Cancillería, la reunión habría sido solicitada por el Gobierno de Morales y fue acogida por Chile.
29 de enero de 2015
Morales y Bachelet dialogaron para retomar la agenda bilateral. El canciller David Choquehuanca dijo que la agenda incluye la demanda marítima, mientras que su homólogo Heraldo Muñoz afirmó lo contrario.
“Han hablado de la posibilidad de retomar la agenda de los 13 puntos, sin exclusiones”, afirmó Choquehuanca en declaraciones a la agencia estatal ABI.
El jefe de la diplomacia chilena indicó, horas antes, que en el encuentro se abordó la “reposición” de la agenda, pero con la exclusión del tema marítimo que demanda Bolivia.
25 de septiembre de 2015
Nueva York: La Mandataria chilena coincidió con su par boliviano en una reunión de la ONU. No hubo reunión bilateral.

Chile entregó una segunda nota de protesta a Bolivia por viaje de Choquehuanca

La cónsul de Bolivia en Chile, Magdalena Cajías de la Vega, recibió este jueves una segunda nota de protesta por parte del Gobierno tras el viaje del canciller David Choquehuanca al norte del país.
El texto detallando los agravios fue entregado en un sobre cerrado por el subsecretario de Relaciones Exteriores, Edgardo Riveros.
“Me han entregado un sobre, está cerrado, que más les puedo decir”, fueron las palabras de la cónsul a la prensa.
Sobre este hecho también se refirió el agente chileno ante la demanda marítima boliviana, José Miguel Insulza, quien comentó que “el trato que recibieron los bolivianos ha siempre sido razonable, no hay problemas. Si se amontonan muchos camiones, hay muchas dificultades, es una ciudad muy grande, ha habido problemas además en el puerto por la cantidad de mercadería que puede recibir, todas esas cosas se pueden conversar”.
“Lo que es raro es que primero se venga y se haga todo el show y después se diga que es bueno conversar. A lo mejor si lo hubieran hecho al revés probablemente estaríamos más adelantados”, añadió.
Junto a esto, la Presidenta Michelle Bachelet ofició al Congreso a pronunciarse sobre el fin del convenio de visas diplomáticas, medida anunciada este martes por el canciller Heraldo Muñoz.

Choquehuanca, canciller boliviano: Exigencia chilena de visas entorpece la relación bilateral

El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, considera que la determinación de Chile de exigir visa a los diplomáticos y autoridades bolivianas como requisito para su ingreso al vecino país, entorpece aún más las relaciones bilaterales, que se vieron afectadas por la reciente visita de una comitiva nacional a los puertos de Antofagasta y Arica, donde evidenció trabas al libre tránsito de las exportaciones nacionales.
“ Eso ya no es solo poner más trabas, más trancas a nuestra relación, sino los costos. Chile ha puesto obstáculos, barreras a nuestro comercio así como quiere poner a los diplomáticos obstáculos que representan tiempo y costos”, señaló el jefe de la diplomacia boliviana durante la lectura del informe que entregaron autoridades del Legislativo y su cartera al presidente Evo Morales sobre el periplo a Chile, la mañana de este jueves.
La Cancillería chilena, a través de un comunicado, formalizó la decisión de exigir el documento a las autoridades nacionales tras la tensión suscitada por el paso por territorio chileno de la misión enviada por La Paz. “ En adelante todos los funcionarios diplomáticos y funcionarios de gobiernos bolivianos requerirán de una visa estampada en su pasaporte para poder entrar a nuestro país”, sentenció Muñoz ese día.
No obstante, Choquehuanca aclaró que las autoridades nacionales “van a poder seguir viajando” en el entendido de que si bien Santiago exigirá la validación del ingreso a su territorio, este trámite se puede concretar a través de un procedimiento administrativo. “Solo que nos han puesto varias trancas. Vamos a mandar ya nuestro pasaporte”, explicó Choquehuanca.
De hecho, desveló que cursa una invitación a su nombre para dictar una conferencia en una universidad de la costera Iquique y una similar actividad en Antafagasta. “En Antofagasta nos han dicho que hay movimiento de nuevos jóvenes que quieren integración, queremos conocer este proceso de cambio, nos dijeron”, relató la autoridad.
La Paz respondió a la premisa chilena con una negativa a romper el pacto bilateral sobre visas. Así lo confirmó el presidente Evo Morales a través de su cuenta de Twittwer: “Cancillería de #Chile afirma que quitará visa a diplomáticos bolivianos. Pese a sus abusos, Bolivia NO quitará visa a diplomáticos chilenos”, escribió.
En las últimas horas, Muñoz aseguró que ” el gobierno boliviano es el principal obstáculo al entendimiento de los pueblos de Chile y Bolivia”. Sin embargo, Choquehuanca considera que algunas autoridades chilenas “ están acostumbradas a tomar represalias por cada derecho que reclamamos”.
Esta situación representa uno de los más altos niveles de tensionamiento luego de que Bolivia demandara a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por un diálogo para resolver la causa marítima, y Santiago recurriera al mismo tribunal por las aguas del Silala.

CASO MOLFINO: Desaparecen las huellas que la justicia española guardaba de los asesinos de una Madre de Plaza de Mayo

Por Moserrat Mestre, vía Pájaro Rojo


Noemí Gianotti de Molfino, la madre argentina asesinada en Madrid.

Noemí Gianotti de Molfino fue asesinada por un comando de la dictadura argentina hace 36 años. Sus asesinos dejaron una serie de pruebas de gran valor judicial que no figuran en la causa. Una investigación realizada por ‘Público’ apunta al Juzgado de Instrucción Número 4 de Madrid y a la Audiencia Nacional, lugares por donde pasó la documentación.

DANILO ALBIN / PÚBLICO
MADRID.- Julio no es un buen mes en casa de los Molfino, una familia argentina que fue brutalmente golpeada por la última dictadura cívico-militar (1976-1983). El día 21 de este mes se cumplen 36 años del asesinato en Madrid de Noemí Gianotti de Molfino, una madre de desaparecidos que luchaba contra el horror… Hasta que el horror cayó sobre ella. Tres décadas después, sus asesinos siguen beneficiándose de la misma impunidad que entonces: según ha podido confirmar Público, las huellas que dejaron en la escena del crimen han desaparecido. No están. O alguien quiere que no estén.
Ya sea en los duros años setenta o en pleno siglo XXI, la historia de los Molfino es la historia de la lucha contra la impunidad. Marcela, una de las hijas de Noemí, fue secuestrada junto a su marido, Guillermo Amarilla, el 17 de octubre de 1979, poco después de que regresaran al país tras haber estado algo más de un año en París. Cuando los verdugos enviados por el Ejército les arrancaron de su casa, la joven estaba embarazada del que sería su cuarto hijo. Nadie lo sabía. Ni siquiera ella, que se enteró de la noticia cuando ya estaba en manos de los militares y no podía compartirlo con su pareja.
Todo indica que Guillermo murió antes que Marcela. ¿El motivo? Al igual que en otros tantos casos, la dictadura esperó que diese a luz, luego le quitó a su hijo recién nacido y entonces sí la mató. Quizás la hayan tirado de un avión. O quizás la fusilaron al borde de su propia fosa. Sólo sus verdugos, que hoy podrían seguir vivos, lo saben. Lo único que está claro es que el niño fue entregado a un funcionario del Batallón 601 del Ejército y su mujer, quienes se hicieron pasar por sus padres biológicos y lo anotaron con el nombre de “Martín”. El joven –que hoy se llama Guillermo Amarilla Molfino- recuperó su identidad gracias a la lucha incansable de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Mamá coraje

Vuelta al infierno de finales de los setenta. Mientras Marcela y Guillermo engrosaban la larga lista de desaparecidos, su madre pasó a formar parte de ese grupo de mujeres valientes que buscaban a sus hijas e hijos. Noemí –que había quedado viuda varios años antes- no dudó en recorrer varias oficinas de organismos internacionales para pedir auxilio. Tenía motivos de sobra: otro de sus hijos, Miguel Ángel, se encontraba preso en una de las cárceles legales del régimen, a la que había llegado tras sobrevivir a las torturas más crueles que la mente humana pueda imaginar.
Esta “madre coraje” llegó incluso a la sede de la ONU en Ginebra, donde compareció ante la Comisión de Derechos Humanos. Su voz empezó a molestar a la dictadura, que por entonces –primeros meses de 1980- realizaba una intensa campaña internacional para tratar de limpiar su imagen. Por esas mismas fechas, España ya era un aliado incondicional del régimen: tal como reveló Público, el gobierno de Adolfo Suárez concedió préstamos millonarios a la Junta Militar, además de mostrarle su apoyo en diferentes organismos internacionales. No en vano, España fue el primer país que reconoció oficialmente a los golpistas.
En ese marco, la Reina Sofía viajó a Argentina en junio de 1980 para participar en los actos por el 400 aniversario de la fundación de Buenos Aires. Mientras ella ofrecía una recepción en la embajada española con la participación de varios uniformados, un comando de la dictadura ponía fin a las denuncias de Noemí Gianotti de Molfino contra la dictadura. La mujer fue secuestrada en Lima (Perú), donde por entonces estaba afincada Noemí junto a Gustavo, uno de sus hijos. En el operativo también fueron secuestrados otros tres ciudadanos argentinos que se encontraban en esa misma ciudad, mientras que Gustavo, que por entonces tenía 18 años, logró salvar su vida gracias a que en ese momento se encontraba fuera del hogar.
El caso tuvo una amplia repercusión internacional. En España, la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) denunció públicamente los secuestros y advirtió sobre la escalada represiva del régimen más allá de sus fronteras. Aquello fue un preludio de lo que estaba por venir: 36 días después de su secuestro en Lima, Noemí Gianotti de Molfino llegaba a Madrid en el vuelo 742 de Varig, procedente de Sao Paulo, Brasil. Viajaba acompañada por dos hombres que, según contaría posteriormente una azafata, no la dejaban ni ir sola al baño. En el aeropuerto de Barajas eran aguardados por otros dos individuos que un par de días antes habían alquilado una habitación en el aparthotel situado en el número 37 de la calle Tutor. Los dos agentes introdujeron a Noemí por la zona de la cafetería, evitando así que el personal de recepción notase su presencia. Poco después pidieron un pollo al chilindrón, pan y vino blanco. Esa misma tarde, la madre argentina fue envenenada por sus captores.
Una vez consumado el crimen, los enviados de Videla colgaron el cartel de “No molestar”, invirtieron algunas horas en limpiar minuciosamente las huellas y abandonaron al lugar. Antes de irse, aquellos misteriosos individuos colocaron sobre la mesa de noche varios pasaportes falsos, con el objetivo de pintar el crimen como un “ajuste de cuentas” entre miembros del grupo armado Montoneros. Uno de los documentos llevaba la foto de Noemí, pero estaba a nombre de una desconocida María del Carmen Sáenz. Sobre la misma mesilla colocaron un ejemplar de Diario 16 en el que podía leerse un sugerente titular: “Los terroristas muertos eran de un comando legal”, decía la noticia principal, en referencia a un operativo contra ETA que se había realizado esa misma semana.
Tres días más tarde, cuando la empleada de la limpieza hizo de tripas corazón y abrió la puerta de la habitación 604, el cadáver de Noemí estaba tan hinchado que resultaba irreconocible. Sus asesinos habían cubierto el cuerpo con una manta, lo que facilitaría su rápida descomposición y, de paso, borraría de su organismo cualquier rastro del veneno suministrado. También intentaron eliminar cualquier rastro que pudiese identificarlos, pero no lo consiguieron: tras revisar el lugar, los efectivos de la Policía Judicial de Madrid hallaron dos huellas en un vaso que se encontraba en el lavabo, así como cinco colillas de cigarros que habían quedado en un plato del salón. De ahí bajaron al aparcamiento, donde permanecía el coche alquilado en el aeropuerto por los verdugos. Los policías madrileños buscaron más huellas, y las encontraron en un espejo del quitasol y en un paquete de tabaco de la marca “Benson and Hedges” que habían dejado sobre la bandeja del salpicadero.
De acuerdo a la documentación obtenida por Público, estas huellas sólo fueron cotejadas con la base de datos dactiloscópica de España, donde no dieron resultados positivos. En Argentina, lugar desde el que habían partido los agentes, jamás se comprobaron. El 20 de noviembre de 1980 -coincidiendo con un nuevo aniversario de la muerte de Franco- el juez encargado de este caso, Luis Lerga, decretó ese día el cierre de las investigaciones.

Misteriosa pérdida

31 años después, el destino de esas valiosas pruebas sigue siendo un auténtico enigma. Tras las denuncias formuladas en el documental No me olvides. El año que Videla mató en Madrid en torno a la ausencia de una investigación seria sobre las huellas, los familiares de Noemí consiguieron que el juzgado especial de delitos de lesa humanidad ubicado en San Martín (Buenos Aires) solicitase a España el envío de la causa judicial. Actualmente, este caso forma parte de la causa denominada “Contraofensiva”, que incluye otros 85 casos de asesinatos cometidos por la dictadura en Argentina, Brasil y Perú.
La solicitud de la causa judicial fue tramitada por la jueza argentina Alicia Vence a través del ministerio de Exteriores de ese país. Sin embargo, no valió de nada: fuentes próximas a la familia Molfino han confirmado a Público que en la documentación remitida por los tribunales españoles “no están las huellas”.
De manera paralela, este periódico comprobó ese mismo extremo en el archivo de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) de Buenos Aires, donde existe otra copia de la causa judicial. Tras revisar la voluminosa documentación judicial, Público ha confirmado que las huellas tampoco figuran en esta copia, entregada al ministerio de Justicia argentino en enero de 1999 por el Consulado General de ese país en Madrid, bajo el sello de “reservado”. Otro detalle importante: en esta documentación faltan algunos folios, que fueron omitidos sin ningún tipo de explicación.
Los misterios no terminan ahí. En el marco de una larga investigación periodística, el autor de este artículo accedió en enero de 2013 a las diligencias realizadas a finales de los noventa por el juez Baltasar Garzón, quien por entonces tramitaba una querella contra la cúpula militar argentina por crímenes de lesa humanidad. El denominado “caso Molfino” fue incluido en aquella causa a petición de los familiares de la víctima, por lo que todas las pruebas recabadas en 1980 –incluyendo las huellas- deberían haber sido enviadas a ese juzgado. Sin embargo, allí tampoco aparecieron.
Curiosamente, algunos días antes de que la Audiencia Nacional permitiese el acceso a esta documentación, una funcionaria identificada como “Laura” –en el formulario localizado por este periodista no aparecía su apellido- solicitó de manera “urgente” las piezas documentales 125 y 147 de esa misma causa, por lo que finalmente no pudieron ser consultadas por el responsable de esta crónica. Nunca fue posible establecer el contenido de esas carpetas. 36 años después del asesinato de Noemí, su historia sigue teniendo el mismo título: impunidad.

FUERZAS ARMADAS. El Imperio quiere que se conviertan en policías

Por Adrián Murano, vía Pájaro Rojo

En política nadie cree en casualidades. Por eso, cuando el ministro de Defensa Julio Martínez reconoció al carapintada Aldo Rico vestido de fajina y montado sobre un jeep de combate desfilando durante los festejos del 9 de Julio murmuró un categórico “Vienen por mí”.
Es probable que no se refiriera a su cargo –con atribuciones tan recortadas que lo vuelven casi decorativo–, sino a su lapicera: el ministro –más temprano que tarde– tendrá a la firma un proyecto de ley que le permitirá a las Fuerzas Armadas operar en seguridad interior, una tarea que los uniformados tienen vedada desde el retorno de la democracia.
El radical Martínez, al menos en público, no puso reparos a la idea, pero los soldados del PRO aun así le desconfían. Al fin y al cabo, la restricción para que las Fuerzas Armadas operen en seguridad interna es un legado preciado del gobierno de Raúl Alfonsín. Por sospecha o prejuicio, Martínez aún no tuvo contacto con el borrador del proyecto, que es manipulado en secreto por funcionarios de la cartera que responden al mayor retirado del Ejército Juan José Gómez Centurión, referente del PRO en la materia, que opera como ministro de Defensa en las sombras.
Gómez Centurión y Rico se conocen bien: el mayor macrista participó de los levantamientos militares de Semana Santa y Monte Caseros que jaquearon al gobierno de Alfonsín. A pesar de esos antecedentes, en 2012 el entonces alcalde Mauricio Macri lo puso al frente de la estratégica Agencia de Control Gubernamental de la Ciudad, donde protagonizó polémicas y escándalos varios, como la acusación de haber pretendido evitar que se investigara el incendio trágico de Iron Mountain. En ese episodio fallecieron diez bomberos y se incineraron documentos de importantes empresas argentinas, entre ellas, varias del clan presidencial.
En retribución a su lealtad, Macri quería que fuera Gómez Centurión quién ocupara el puesto que hoy tiene Martínez, pero el radicalismo puso el grito en el cielo por su pasado de betún y terminó como director general de Aduanas. Sin embargo, los cuadros que formó y condujo como director del área de Defensa de la Fundación Pensar –el think tank del PRO– ocuparon sillones clave del organigrama ministerial.
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Gómez Centurión. El poder en las sombras.
Gómez Centurión colocó como subsecretario de Planeamiento Estratégico y Política Militar de la cartera al coronel (R) Hugo Patricio Pierri, su mano derecha en Pensar. Y por debajo de Pierri ubicó al también coronel (R) Jorge Garcia Mantel, como director general. En las formas, ambos responden aÁngel Tello, un experto en defensa a quien los militares consideran progresista –quizá porque no hace exégesis abierta del genocidio–, pero que ve con buenos ojos la concreción de una reforma de la Ley de Defensa y la participación de los uniformados en seguridad interior. Afines en ideas y objetivos, Tello es el aliado ideal de Gomez Centurión y sus soldados, encargados de preparar y pulir el proyecto que pretende poner a los militares a combatir delitos.
El borrador se manipula como un secreto de Estado. Sus autores temen que una eventual filtración irrite a los socios de la UCR y detone una crisis en Cambiemos antes de tiempo. “La idea es presentarla en el segundo semestre” explica un empleado del Ministerio que, por obvias razones de supervivencia laboral, pide reserva de su nombre. Y agrega: “Pero la presentación en sociedad dependerá de que se pueda instalar fuerte en la población y la política la necesidad de la ley. ¿Cómo ocurrirá eso? Simple: con una campaña de saturación de noticias sobre el narcotráfico y su efecto corruptor sobre la política y las fuerzas de seguridad”. Basta prender la tele o repasar los medios afines al gobierno para comprobar que esa campaña ya empezó.
El miércoles pasado, de hecho, el diario La Nación tuvo un brote de celebración precoz. “La realización de desfiles en conmemoración del Bicentenario de nuestra Independencia fue un indicio de la reubicación de las Fuerzas Armadas en la consideración oficial y probablemente también social” prologó el artículo editorial, que incluyó un tácito aval al proyecto de ley en ciernes y una proclama reaccionaria a toda orquesta: “Se impone una completa revisión de la política de defensa que debería sustentarse en una discusión que se inicie con la decisión de contar con fuerzas armadas. Salvado esto, el marco de un programa consensuado debe incluir la reconciliación y la superación de los sentimientos antimilitares que han motivado no sólo el deterioro defensivo que exponemos en este editorial, sino también un tratamiento judicial asimétrico y claramente violatorio de los principios de la justicia en el tratamiento de los hechos de la guerra antisubversiva que nuestro país vivió en los años setenta”, publicó el periódico, memorando sus peores días negacionistas.
Es de esperar que, como el diario de los Mitre, la familia militar considere que la ley reivindica el accionar castrense durante la dictadura, y es probable que utilicen el envión para fortalecer sus reclamos de impunidad. En el gobierno, sin embargo, lo ven con otros ojos: creen que abrirá más oportunidades de negocios.
La incorporación de los militares a la lucha contra el narcotráfico y otros delitos transnacionales es un viejo anhelo de los Estados Unidos, que lleva años pregonando y pergeñando ese deseo a través de su Comando Sur. El proyecto que están elaborando los soldados de Gómez Centurión toma en cuenta las sugerencias de la Embajada como si fueran órdenes. Se sabe: los militares argentinos suelen padecer un extraño cuadro de nacionalismo colonial.
Según lo que llegó a oídos del ministro Martínez, el borrador retoma –en concepto y contenido– un viejo proyecto de Gabriela Michetti que proponía la “creación del Plan Nacional de Protección Aérea de la Frontera Norte”. No sería extraño: aquella propuesta de 2011 se elaboró en base a papers de la Fundación Pensar, confeccionados por las mismas manos que hoy trabajan sobre el nuevo borrador.
Parte de ese proyecto ya se hizo realidad con el decreto 228/16, que declaró la Emergencia de Seguridad. La norma prevé el derribo de aeronaves no identificadas, previo trámite de dar una voz de alto. El decreto de Macri, sin embargo, no avanzó sobre un aspecto que la Embajada considera central: dotar a las Fuerzas Armadas de facultades para que puedan realizar tareas de inteligencia y seguridad doméstica.
Aquel proyecto de Michetti ya lo reclamaba con todas las letras: “Nuestras fuerzas armadas están llevando a cabo servicios activos de índole policial en todas las misiones de paz o humanitarias en las que se encuentran involucradas. Resulta ridículo que puedan, por ejemplo, ejercer roles de seguridad interior en Haití actuando como una fuerza policial, pero que no puedan actuar en su propio territorio impidiendo el ingreso de aeronaves cargadas de droga”.
En aquel proyecto, como en el que se presentará, la propuesta se justificaba por la presunta mutación de las amenazas que supuestamente acechan al país. “Hoy en día los enemigos de los estados son el terrorismo, la narcoguerrilla, los movimientos separatistas, la piratería, etc. (sic). Los nuevos enemigos, hasta hace poco más de una década, eran aquellos para los cuales se entrenaban los miembros de las fuerzas de seguridad, pero que rara vez fueron combatidos por las fuerzas armadas. Las amenazas que estos conflictos implican en la actualidad para las naciones, son de tal magnitud que deben ser consideradas materia propia de la defensa nacional”.
En Colombia, México y Brasil, por citar países de la región que ejecutaron los deseos del Comando Sur, los resultados distan de ser los que pronosticó Michetti. La incorporación del personal militar al “combate” del delito doméstico incrementó el espiral de violencia y corrupción, creando incluso nuevas y sofisticadas bandas paramilitares más sanguinarias y salvajes que los delincuentes con los que debía “combatir”.
En un país con la historia de la Argentina –maltratada por una larga suceción de golpes cívico-militares–, el asunto provoca, además, otros temores. Si bien es cierto que se ejecutó una profunda depuración interna, y que las nuevas generaciones de uniformados se educaron en democracia, existen razones para sospechar que persisten sectores castrenses proclives a operar en política en función de intereses sectoriales.
Con base en esos antecedentes, Elisa Carrió, fundadora de Cambiemos, cruzó duro a su socio carapintada Gómez Centurión. “Meter a los militares en seguridad interna es un disparate”, le reprochó en noviembre pasado, durante una jornada de debate en la Universidad de Belgrano. A Carrió, en rigor, no la perturba tanto que le saquen el bozal a los uniformados sino quién manejará las correas. El rechazo, en tal caso, es su manera de negociar que le permitan consentir o impugnar esa designación crucial.
Hay varios anotados en esa pulseada. Los soldados del PRO, la UCR sensible, la pata mercantil de Cambiemos y la Embajada de EE UU pujan por controlar ese renovado aparato armado que –se presume– será dotado con recursos técnicos de última generación.
Rápido para esos mandados, el que picó en punta fue el operador radical Enrique “Coti” Nosiglia, quién ya colocó a un miembro de su nutrida escudería en la primera línea del ministerio: el flamante subsecretario de Asuntos Internacionales, José Luis Vila.
Ex militar, camarada de liceo del polémico ex jefe del Ejército César Milani y con vasta experiencia en el submundo del espionaje, Vila reporta al viceministro Tello, pero responde a Nosiglia, Gran Maestre de una red que combina negocios, política y poder. Carrió, su enemiga íntima desde hace décadas, ya advirtió que está dispuesta a darle batalla. Por la historia de los contendientes, es de esperar que llueva munición gruesa.

¿Todo es igual, nada es mejor?

Por Emir Sader, vía Pájaro Rojo

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La nueva estrategia de la derecha latinoamericana tiene por objetivo destruir la reputación de los más grandes líderes populares de nuestros países. Dado que no pueden comparar los gobiernos que éstos pusieron en marcha con los llevados a cabo por los gestores neoliberales de turno —porque pierden en todos los campos—, se dedican a intentar mancillar la labor realizada por unos dirigentes que están detrás de los más grandes avances que nuestros países han conocido.
Así, cuando hablamos de Cristina, Lula o Dilma, no hablamos de que son los presidentes que han rescatado a sus respectivos países de las peores crisis de su historia, o de que han sabido disminuir drasticamente la desigualdad, la miseria y la exclusión de sus sociedades, tampoco nos referimos a ellos como los líderes que han defendido y reivindicado la soberanía de dichos países frente al mundo. Lo mismo pasaría con Evo, Correa o Mujica. Para la derecha y sus portavoces, estamos ante dirigentes corruptos, incapaces de gestionar con eficacia los recursos públicos, que han logrado el apoyo popular sirviéndose de un dinero de origen inconfesable.
Así es como la derecha pretende abrir camino para volver a gobernar sin sustos en nuestros países. Sin tener que soportar a los sindicatos o a los movimientos sociales, sin tener que destinar recursos que garanticen los derechos de todos. Tendrían, de nuevo, el Estado en sus manos para promover y reforzar el interés de las minorías ricas, las mismas que habían dejado de poder manejar el Estados y los gobiernos a su gusto.
Las campañas en contra de Cristina, Dilma y Lula solo son posibles porque la derecha sigue manejando el monopolio de los grandes medios y cuenta, además, con la complicidad de la judicatura, que calla frente a las monstruosidades que los gobiernos de derecha hacen, pero se prestan a perseguir sin ninguna prueba a los dirigentes populares. Unos dirigentes cuyo comportamiento resulta inaceptable para la derecha porque ha demostrado que se puede y se debe gobernar para las grandes mayorías en contra de los medios y los partidos de derecha.
La destrucción de la reputación de los líderes populares por parte de los medios y de la judicatura es un proceso de manipulación de la opinión pública como nunca se había conocido en América Latina. Se trata de acumular sospechas sin pruebas con el fin de provocar mecanismos de rechazo de liderazgos con amplio apoyo popular pero que en las capas medias suscitan fuertes resistencias.
Destruir las imágenes de los liderazgos que más han fortalecido a la democracia en nuestros países porque han sabido incorporar a amplias capas del pueblo, antes siempre excluidas y olvidadas por las elites, es un crimen en contra de la democracia. Un crimen perpetrado por aquellos que quieren dirigir gobiernos antipopulares por sus políticas, pero que para ello necesitan denigrar los liderazgos que han hecho exactamente lo opuesto de lo que ellos hacen.
Liderazgos como los de Cristina, Lula, Dilma, Evo, Rafael Correa y Pepe Mujica, entre otros, son patrimonios de la democracia latinoamericana, ya que pertenecen a nuestra historia como dirigentes que han recuperado el prestigio de la política con gobiernos que reconocen los derechos fundamentales de las grandes mayorías, que han proyectado la imagen de nuestro continente en el mundo con políticas soberanas y de integración regional y con todo el Sur del mundo.

De aquellos polvos, estos lodos

Por Teodoro Boot, vía Pájaro Rojo

A raíz de la arbitraria detención de Milagro Sala (y ahora la de su esposo Raúl Noro), de la persecución de dirigentes y activistas de la organización social Túpac Amaru, y de la violenta represión de los trabajadores del ingenio Ledesma, el gobierno de Gerardo Morales ha sido comparado con las dictaduras militares. Pero a la luz del arbitrario e ilegal manejo del Poder Judicial local, por momentos trae reminiscencias de los tiempos del contubernio y la década infame.
Estas analogías son indisimulables, pero hay algo más detrás de la represión y la persecución política y gremial, algo más allá de la desvergonzada utilización del Poder Judicial como penúltimo recurso de los regímenes oligárquicos. Y ese algo más es particularmente siniestro, pues nos remite a tiempos a la vez gloriosos y aciagos de nuestras luchas por la independencia, cuando por detrás de la guerra, con inusitada crueldad una clase social desnudaba su odio político y su desprecio racial.
Vienen a cuento algunos sucesos que tuvieron lugar en el norte argentino y la actual Bolivia cuando, hace 200 años, un pequeño grupo de diputados procedentes de algunas villas y provincias hoy argentinas y algunas villas del Alto Perú, proclamaban la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.

La sublevación del Alto Perú

Por más que haya quienes, de Cornelio Saavedra en adelante, insistan en que el “terrorismo” de Juan José Castelli enajenó el apoyo del Alto Perú a la revolución que, triunfante en Buenos Aires, se había iniciado un año antes precisamente en Chuquisaca y La Paz, la causa antiabsolutista siguió gozando de gran popularidad entre la mayor parte de los criollos y, muy especialmente, entre las masas indígenas del actual territorio de Bolivia. Cumpliendo órdenes de la junta de Buenos Aires, el 15 de diciembre de 1810 Castelli había ordenado fusilar en Potosí al mariscal Vicente Nieto (gobernador presidente de la Audiencia de Charcas), a Francisco de Paula Sanz (intendente de Potosí) y al capitán de navío Córdoba y Rojas, responsables de la sangrienta represión y ejecución de los líderes de la revolución de La Paz de 1809. El acto, que no hacía más que continuar con la política de “guerra a muerte” seguida por las tropas absolutistas, le granjeó la enemistad de las clases acomodadas de la región, pero no así la de la masa popular.
No se trató de una invasión, como se la quiso presentar con posterioridad: la marcha del improvisado ejército patriota fue precedida y facilitada por diversas insurrecciones, como la que el 14 de septiembre había tenido lugar en Cochabamba liderada por Francisco del Rivero y la que el día 24 tomó la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde un cabildo abierto formó una junta de gobierno. Pocos días después, el 6 de octubre, la ciudad de Oruro se pronunciaba adhiriendo a la Junta de Buenos Aires.
El 14 de octubre, cuando el ejército patriota todavía se encontraba en Yavi, al norte de Jujuy, las milicias de Oruro derrotaban a los 1500 soldados realistas al mando de Fermín Piérola, envidados a reprimirlos. En su retirada hacia La Paz, Piérola había intentado resistir en el pueblo de Sicasica, pero los vecinos se lo impidieron. El 19 de noviembre una división enviada por Rivero entraba en la ciudad de La Paz y días antes, el 13, otra división había ocupado Chuquisaca.
Recién un mes después, el 27 de diciembre, llegarían Castelli, Balcarce y 400 soldados de la vanguardia de la expedición auxiliadora.
Las posteriores derrotas de las fuerzas patriotas se debieron a las disensiones internas, la ineptitud de la conducción militar y el inferior armamento de las tropas, pero no a la falta de apoyo popular. Es más, fue desde esos momentos y muy especialmente tras el levantamiento en la sierra peruana del cacique Mateo Pumacahua, que los ejércitos realistas se ensañaron muy especialmente contra los cada vez más numerosos quechuas y aymaras que se sumaban a las fuerzas revolucionarias.
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Juana Azurduy

El cerco a La Paz

Tras la primera gran derrota de las fuerzas patriotas, sorprendidas el 20 de junio de 1811 en Huaqui por un poderoso ejército, y atribuida por Cornelio Saavedra al extremismo de Castelli, el jefe realista José Manuel Goyeneche volvió a vencer el 13 de agosto a Díaz Vélez en la batalla de Amiraya y se apoderó de La Paz y Chuquisaca, mientras los restos del ejército patriota conseguían llegar a Salta.
En una suerte de demostración de que no era acertado el juicio de Saavedra, entre el 14 de agosto y el 14 de octubre la ciudad de La Paz fue asediada por entre 15 y 19 mil indígenas conducidos por el jefe revolucionario Juan Manuel Cáceres, los curacas Titicocha, Santos Limachi, Vicente Choque, Pascual Quispe y el cura Jiménez Manco Capac, quienes habían elaborado un programa de doce puntos suprimiendo el tributo indígena, la mita y el yanaconazgo, mientras establecía el reparto de las tierras pertenecientes a los españoles.
Cáceres cercó la ciudad e intentó tomarla numerosas veces, lo que no consiguió, no obstante haber recibido el refuerzo de cinco mil indios conducidos por Esteban Arze, hasta ser desalojado por la llegada de un ejército realista.
Desde entonces, dos expediciones patriotas habían fracasado en el Alto Perú y, tras el desastre de Sipe Sipe, el 29 de noviembre de 1815, el destrozado Ejército del Norte llegaba a Jujuy y pronto retrocedería hasta Tucumán, mientras las tropas de Joaquín de la Pezuela estaban ya en la quebrada de Humahuaca, donde eran a duras penas contenidas, entre otras, por las montoneras de Juan José Fernández Campero, marqués de Yavi, comandante de la Puna bajo las órdenes de su primo Martín Güemes.
¿Cómo fue entonces que las localidades de Chichas (Potosí), Mizque (Cochabamba) y Chuquisaca pudieron enviar diputados al congreso?

Las republiquetas

El de Güemes no fue el único “ejército gaucho”. Varias montoneras y grupos guerrilleros (llamados “republiquetas”) resistieron el dominio realista sobre el Alto Perú e impidieron, no siempre exitosamente, su avance sobre Jujuy y Salta: la seguramente más recordada en la actualidad fue la que comandada por Manuel Ascencio Padilla y su esposa Juana Azurduy, resistía desde 1809 al norte del departamento de Chuquisaca, con centro en el pueblo de La Laguna. No obstante el destrato recibido por parte de Rondeau, Padilla se mantuvo activo hasta su muerte ocurrida el 14 de septiembre de 1816.  Pero mayor tamaño y significación tenían la de Santa Cruz de la Sierra, donde Ignacio Warnes había sido designado gobernador, la que con epicentro en Mizque y Vallegrande conducía Juan Antonio Álvarez de Arenales, el vencedor de La Florida, comandante supremo de todos los grupos guerrilleros del alto Perú, y la de Larecaja, que operaba a las orillas del lago Titicaca acaudillada por el sacerdote tucumano Ildefonso Escolástico de las Muñecas.
Sobreviviente de la revolución de La Paz de 1909, donde le fue perdonada la vida en razón de su investidura, y de la sangrienta batalla de Umachiri, tras la que fueron ejecutados todos los jefes quechuas, el cura se había instalado en la otra orilla del lago Titicaca, donde llegó a reunir varios miles de combatientes, pero apenas armados con palos y hondas. Desde Larecaja, Muñecas envió varias pequeñas expediciones sobre La Paz, a la que también hostigaba la “División de los Aguerridos” de José Miguel Lanza, otro sobreviviente de la Junta de La Paz y líder de la invicta Republiqueta de Ayopaya, que resistiría hasta la llegada de Sucre a La Paz, en 1825.
En la zona de Tarija, entre los ríos Grande y Pilcomayo, actuaban Eustaquio Méndez, Francisco Pérez de Uriondo y José María Avilés, mientras desde Cinti, en el actual departamento de Chuquisaca, el curaca aymara Vicente Camargo amenazaba la fortaleza realista de Cotagaita, en Porco y Colpa José Manuel Zárate y Miguel Betanzos cortaban las comunicaciones entre Potosí, Oruro, Chuquisaca y Cochabamba, en Azero el grupo guerrillero era liderado por el “semisalvaje, feroz, astuto y desconfiado” Vicente Umaña, mientras las selvas de Santa Cruz eran dominadas por el jefe guaraní Pedro Cumbay.

Un año fatídico

No obstante el enorme apoyo popular con que contaba el Ejército del Norte, la impericia de sus jefes y los “hechos y lubricios” que Padilla le echaría en cara a Rondeau, lo llevaron a una completa derrota en la batalla de Sipe-Sipe, tras la que debió replegarse, dejando a las republiquetas y a sus guerrilleros librados a su suerte.
El 27 de febrero de 1816 los ejércitos realistas derrotarían al más numeroso pero mucho peor armado ejército de Larecasa. Todos los prisioneros fueron ejecutados, entre ellos el segundo de Muñecas, Juan Crisóstomo Esquivel; pero, una vez más, el cura logró escabullirse, hasta ser capturado poco después. Su condición sacerdotal lo libró de la ejecución y por orden de Pezuela, fue trasladado a las casamatas del Callao, donde jamás llegaría: en julio de 1816, desde el frente de combate, Fernández Campero, diputado por Chichas, coronel guerrillero y marqués de Yavi, comunicaría al Congreso que, en la ribera del río Desaguadero, el cura Muñecas había sido asesinado junto a sus acompañantes en un falso intento de fuga fraguado por sus captores.
Poco antes, Fernández Campero había informado que en Cinti, el 3 de abril de 1816, tras una horrenda carnicería, el caudillo Vicente Camargo habia sido capturado y degollado por el comandante español Buenaventura Centeno en persona. Luego de eso,  más de 500 patriotas fueron torturados y murieron frente al pelotón de fusilamiento en la denominada masacre de Arpaja. La cabeza de Camargo fue enviada como trofeo de guerra al general Pezuela, quien ordenó colocarla en la plaza de Cotagaita, mientras sus brazos, piernas, pies y manos fueron expuestas en diferentes puntos del camino desde Arpaja y a lo largo del río a Cotagaita.
Pero no le fue mejor al comandante de la Puna: derrotado en la batalla de Yavi el 15 de noviembre de 1816, Fernández Campero fue tomado prisionero por los realistas. Bárbaramente maltratado, tras ser recluido cuatro años en la fortaleza del Callao, no pudo sobrevivir al largo viaje rumbo a la prisión que lo aguardaba en España y en 1820 falleció en Jamaica.
Junto con Fernández Campero, los realistas tomaron prisioneros a treinta seis oficiales, y otros trescientos cuarenta combatientes, entre los que Diego Cala fue asesinado de inmediato por ser de “raza indígena”.
Los habitantes de Yavi fueron trasladados en masa hasta Potosí, donde más de cuarenta de ellos, incluidos mujeres y niños, fueron degollados el 6 de enero de 1817 por el mismo “delito” que el comandante Cala.
Durante ese fatídico 1816, Manuel Ascensio Padilla fue capturado tras la batalla de Laguna y ejecutado por el coronel absolutista Francisco Javier Aguilera, quien ordenó que su cabeza fuera colocada en una pica en la plaza de La Laguna, donde permanecería varios meses, hasta ser rescatada por los guerrilleros comandados por su viuda, Juana Azurduy.
El 21 de noviembre, tras la batalla de Pari, el mismo Aguilera entraría en Santa Cruz con la cabeza de Ignacio Warnes en la punta de una pica, para de inmediato asesinar a más de 900 indígenas como castigo por su adhesión a la causa patriota. Era lógico: encima de indios, retobados.
Hasta donde se sabe, ninguno de esos asesinos se llamaba Gerardo Morales, pero no nos hubiera extrañado en lo más mínimo.