viernes, 7 de abril de 2017

Carneraje

Por Guadalupe Podestá  Cordero

Hay dos modalidades en el mundillo carnero.


La primera es la del pobre gil que se come el cuento de la meritocracia y la “gran familia” que es la empresa en la que trabaja o el lugar donde cumple sus funciones. Es el que te dice que con cada paro “todos perdemos millones” “que de la crisis se sale trabajando” y toda la sarta de sandeces que el poder se encarga de difundir.
Lo que nuestro pobre fulano no comprende es que de la plusvalía que produce nada se lleva, que el coso ese que la va de presidente le dice que trabaje sábados y domingos para que él, empresario especulador al fin, pueda rascarse activamente de lunes a lunes.
Ese carnero meritócrata, hipócrita, porque le molesta tanto como al que más ganar poco y nada, yugarla de sol a sol combinando el laburo con alguna changa ocasional, no comprende lo dañino de su actitud ombliguista.
El gaznápido de respuestas simplonas, porque ya los medios le han mascado los conceptos y el cerebro, no llega a comprender que lo poco de derechos que le ha quedado lo consiguieron haciendo huelga hasta sus ancestros. En su desvarío te dirá que “la huelga nunca sirvió” “mi derecho termina donde empieza el del otro” o “es un paro político”. Estimado gazmoño, no existe ninguna actitud humana que no sea política, la explotación que la patronal ejerce sobre el trabajador es política, se llama capitalismo neoliberal. Y los que te han enseñado, medios mediante, que debés responder lo antes citado, también son neoliberales, serviles a los estratos oligárquicos de tu país.
¿Para quién te pensás que trabajan los hiperchequeadores que inventan hiperchequeos de datos que no existen?
El tirifilo que vive en la cornisa no se esfuerza para vos, no gilito, lo hace para sus jefes, esos jefecitos que ama hasta la baba porque le garpan los caprichitos.
Cierto, antes hablamos de dos modalidades… bueh, acá va la segunda.
El carnero adrede, ese que se alquila para romper huelgas, ese, que cuando era adolescente se quedaba en el aula para escrachar a sus compañeros que se rateaban antes de la séptima hora.
El carnero adrede, es un mercenario que desprecia a sus compañeros de clase, los tilda de vagos, y quiere escalar frente al jefe, porque como el anterior, se mueve por lo aspiracional y cree que carnereándola llegará a gerente y es probable que sí, porque en el imperio de los serviles meritócratas, en el reino de lo despreciable, carnerear y ser buchón son condecoraciones que los jefes valoran.
Esos son los que saben que se ganarán la rabia de los compañeros, pero recibirán el plus en un sobre, en negro, como siempre, de manos de un enviado del patrón, porque… mercenario detestable, has de saber que ni los imperios ni las patronales palmean la espalda del traidor, ellos tienen emisarios que se ocupan de eso.
Existe, en este juego un saldo injusto, la injusticia es que los dos tipos de carneros, pueden pagarse un churrasco por el esfuerzo ajeno, porque en su indignidad, en su ser piltráfico, no renunciarán al beneficio que puedan obtener los compañeros que luchan. Nooo. Celebrarán llegar arañando a pagar cuentas por el esfuerzo de los otros, de esos a los que desprecia, de esos que cuando reciben los palos y lo ve por tv dice “bien hecho por vagos”
Carneros del mundo, si tanto se regodean en su hipocresía y su carnerez, ¿no sería tiempo de renunciar a todos los derechos laborales?, porque todos ellos han nacido de huelgas, piquetes, revoluciones, luchas obreras a lo largo de siglos. Es más, no sólo a los laborales, también a los derechos civiles. A los derechos en sí.
Renuncien y pónganse grilletes y cadenas, grilletes atados a la negra bola de acero y marchen, reconociéndose esclavos serviles de las patronales, reciban latigazos con alborozo y coman las migajas baboseadas del plato del patrón, háganlo en humilde y silencioso recogimiento.
Mientras ustedes hacen eso, los trabajadores, seres dignos, seguirán ejerciendo su derecho constitucional a la protesta, seguirán cambiando la historia, seguirán poniéndose de pie, con el puño en alto o los dedos en V, pero luchando. Seguirán marchando por las calles que han construido sus hermanos, utilizando las técnicas que millones del humanos han desarrollado por siglos.
Porque frente a la explotación desembozada, frente al disciplinamiento social que se quiere imponer, lo que gana a un pueblo digno es el afán de lucha.
Vayan, carneros, vayan con sus manos ensangrentadas de traicionar compañeros y con la vergüenza de ver a un ser impresentablemente vil frente al espejo

1 comentario: