viernes, 9 de marzo de 2018

Nosotras, la marea de mujeres

Por Guadalupe Podestá Cordero

Desde las postrimerías del tiempo las mujeres hemos sido guerreras, las sumisas llegaron con el patriarcado, una sumisión impuesta artesanalmente, en un principio, y luego en serie con el avance tecnológico.

Las culturas del mundo no nacen patriarcales, la humanidad, en sus inicios fue matricéntrica, seguíamos los tiempos de la tierra, la luna guiaba los ciclos de las cosechas y el sol nos ayudaba a ver claramente y acrecer sanos, he aquí, entonces, la clave de el pedido de igualdad. En las sociedades matricéntricas lo masculino es tratado al mismo nivel que lo femenino, porque se comprende que ambas polaridades sostienen al cosmos funcionando.

Feminismo no es, como algunos y algunas piensan, supremacismo femenino. Es, en el más profundo de los sentidos, la filosofía de la igualdad.

No decimos nunca que somos iguales a los hombres, sino que queremos igualdad de derechos, igualdad en los sueldos, igualdad ante la ley, igualdad en el poder sobre sí mismo.

Sobre el cuerpo de las mujeres se legisla, se dispone de su capacidad de engendrar como si esta fuese un bien estatal -sino, tómense el tiempo de revisar los derechos que las mujeres tenemos sobre el cuerpo y se encontrarán con que todos opinan sobre lo que podemos y lo que no- como si quien lo habita fuera tan tonta e irracional que no supiese claramente si desea o o ser madre.

Siglos, milenios de patriarcado nos han relegado del centro del escenario para dejarnos en una esquinita perdida, tenue, donde se nos da lugar de vulnerabilidad absoluto, sumisión y sujeción. Mujeres, las que para algunos llevamos el pecado prendido en el pelo, o lo traemos durmiendo en el cuerpo.

Para los modelos patriarcales la mujer virtuosa es callada, sumisa, casi tonta a la hora de moverse por el mundo, una eterna niña a la que hay que cuidar, asistir y sobre todo vigilar, mandar, castrar, silenciar...

Nos venden zonceras como "los hombres tienen inteligencia práctica y las mujeres inteligencia emocional", señoras, señores, la inteligencia es una y no se divide en practica y emoción, es inteligencia lisa y llana.  "Las mujeres son la paz, el refugio, la alegría" vamos, hay quien no tiene gana de ser ninguna de esas cosas que, además, son para los demás y no para sí mismas, porque a la vez se supone, debemos sacrificarnos, hacer malabares y demás cuestiones.

Como el supremacismo es una cuestión netamente patriarcal, machista -de andar marcando territorio- y las mujeres llevamos décadas de hacer estudios antropológicos, políticos, sociales. Con toda la información salimos a la calle. tomamos las calles de cada ciudad, de cada pueblo, nos hacemos sentir cada día. tomamos la palabra y la actitud. No hacemos un simple manifiesto, sinos que ponemos el cuerpo a la lucha y a la tarea de ganar conciencias.

La lucha por la igualdad, por la libertad de decidir, por recuperar nuestra voz sin patas patriarcales, no es nuestra sola, es de todos. Porque las que deciden ser madres, deben criar a sus hijos sin represiones, sin arquetipos perimidos, sin formatos negadores del derecho de todas y todos.

La marea se ha despertado y avanza indetenible por las calles, por las plazas.

La fuerza crece, cuando crece la conciencia.


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