martes, 30 de abril de 2013

El Pensamiento Antipolítico.

Por Guadalupe Podestá Cordero

Dicen que el mejor truco del diablo es hacerle creer a los demás que no existe. Bien, el mejor truco de las oligarquías es generar en la población el pensamiento antipolítico. “No politicemos” dice el mediano como si la decisión de sacar la política de su hablar no fuera una decisión política.

Ignorar que la vida es producto de nuestro pensamiento político es negar que crecemos mamando la ideología de la familia, pero además es la mejor justificación para la irresponsabilidad frente a la propia vida.

El pensamiento antipolítico es producto de los patrones y no del pueblo trabajador, al pueblo se lo forma en la idea de que “la política es sucia” o “la política es corrupta y peligrosa” para que no se metan, para que no indaguen, para que no transformen; porque al fin de cuentas la política es el pensamiento transformador, no sólo el arte de lo posible, sino encontrar la forma de que los sueños del bien o del mal se cristalicen en concreciones.

El pensamiento antipolítico es el lugar cómodo del mediopelo, es como el centro, que es una forma de no asumir que te paras a la derecha o a la izquierda, pero también implica un arriba y un abajo, concepto detestable y carente del principio de igualdad. Soy apolítico implica decir no quiero opinar, no quiero saber, quiero que otro decida por mí.

Esta producción maquiavélica del pensamiento terminó de imponerse en nuestro país en los noventa, donde lo importante era el ser individual, el yo y solo yo, donde el yupie alcanzó el pináculo de su exposición y los grandes monopolios convencían a todos que los gobiernos debían ser ejercidos por economistas de chicago (que cosa no Chicago fue mucho tiempo ciudad de la mafia y luego de los economistas fundidores de países, lo que son las cosas)

En esa época en la que los países de la Patria Grande caían como moscas, ser militante implicaba bancarse las malas miradas, las burlas y las sospechas, porque muchos aprendieron, en esa matriz capitalista que había que ir a hacer presencia a una agrupación para que te den algo, ese es el triunfo del oligarca, haber mancillado el concepto de militancia, transformándolo en el vicio parasitario del arribista.

Los que crecimos en familias militantes, sabemos que militar no es ir a buscar otra cosa que el cambio de situación del pueblo, que es luchar por mejores condiciones para todas y todos, soñar con que las revoluciones son posibles y trabajar para que sea cierto.

Ser apolítico es apoltronarse cómodamente en el egoísmo y justificar blandamente que no te importa el otro, dejando de lado el bien común, porque “yo en política no me meto” y las pomposas puntillas no se ensuciarán jamás con el barro de la lucha.

La idea del pensamiento antipolítico, es que no luches, que no te metas, que te dé igual. Y, lamentablemente, con un sector lo han logrado. Ese sector al que le da miedo confrontar y que frente a cualquier intercambio de ideas te dirá “mirá no sé, yo si no laburo no como” como si el que lo cuestiona no trabajase, porque lo que subyace en esto es la idea de que todo militante es rentado.

Detrás del retintín del “todo es mentira” “está todo armado” “se pelean pero a espaldas se ponen de acuerdo” lo que se esconde es el viejo “no te metás” que, se supone, después de treinta años de democracia debería haber sido desalojado de nuestras métricas de análisis, pero permanece, embozado en la actitud despreciativa de los intelectualoides que no han pisado la calle con los ojos de la lucha puestos. Porque leer a Marx, o a Perón, o a quien fuere, es bárbaro, pero llevarlo a la práctica se complica.
Cuando hablamos del enquistamiento neoliberal en la forma de analizar la realidad de algún sector estamos hablando en realidad de las formas de pensar que el imperio ha ido imponiendo como modas, aún desde ciertos sectores del pensamiento filosófico, y es allí donde el humano se aleja del bien común. El imperio te tienta a estar cómodo, calentito, victima resignada que no lucha para no ensuciarse. El pensamiento imperial crea ignorantes que a los que les puede vender su modelo darwinista.

Ese neoliberalismo imperial se ha agarrado firmemente de los miedos básicos creando formas de pensamiento que alejan al individuo del compromiso de asumir lo más profundo de sus ideas, pero que también lo eximen de poner la cara a la hora de luchar por lo que sueña o desea.
“yo no quiero politizar el tema” que ya está politizado viejo, excluir a la cosa implica traerla o aceptar que está presente, lo que no querés es decir lo que pensás porque te pesa, porque discutir te parece violento, porque te da miedo la confrontación, porque compraste el modelo new age del consenso urbano, que tiene una contra que no te contaron, no hay consenso sin discusión previa.

Entonces el apolítico se estereotipa en su ron individual, mareado en un torbellino ezquisofrenizante de contradicciones, miedos, segmentaciones discursivas y poses que “no están bien pero se usan”. El apolítico justifica genocidas cuando dice que los juicios por la verdad son para validar un gobierno, es capaz de linchar a un muchacho que no quiere romper el congreso en una “marcha por las instituciones”, es capaz de desear la muerte de aquella persona a la que acusa de avasallante dictadora, habla de la honestidad pero marcho junto a un falso ingeniero, habla de armonía y defiende al jefe de la policía metrorepresora.

No puede definir de qué lado se para, más que del lado “contra…” porque despotrica pero usa los beneficios, quiere no ser parte del pueblo, porque prefiere ser llamado “gente” porque para él o ella lo popular está manchado de grasa y tierra. Solo se pone el mote de pueblo cuando sale a gritar en contra de esos que le dan tantas cosas al pobre, entonces se vuelve pueblo en el sentido más griego de la palabra, porque el pueblo, el kratos, como ya dije en otra nota, no se componía de pobres, ni de mujeres, ni de esclavos. El apolítico sólo se reconoce pueblo cuando es “pueblo chico”

Al apolítico le da tirria la consigna “nacional y popular” porque es de acá y para todos, quizá se defina por “internacional y elitista” así pertenece al grupete que vive de la figuración en revistas. Hace mucho había una canción de Soda Stereo que los pintaba muy bien, se llamaba Jet Set, en una de sus estrofas dice: “Tengo el bolsillo agujereado /Pero al menos tengo un Rolex /Lo he logrado” porque el apolítico es consumista, pero no sólo de objetos, compra lo que padre monopolio vende, compra ideas, carísimas, porque suelen costar libertad y soberanía.

En fin, sé que no me ganaré amigos, pero tampoco es importante que todos nos amen, cosa que el apolítico busca desesperadamente, porque lo que subyace en el fondo del que no se anima a tomar posición, es el deseo de ser amado o mejor dicho el temor a ser rechazado.

lunes, 29 de abril de 2013

La violencia y la locura.

Por Guadalupe Podestá Cordero


De vez en cuando la especie humana nos vuelve a cachetear con ciertas acciones de una porción frente a los demás.

Como en una película vemos una secuencia continuada de abuso de poder, violencia indiscriminada y mal trato a enfermos, trabajadores de la salud, prensa, legisladores y demás asistentes.

La excusa: “reaccionaron a reiterados ataques violentos”, claro, reaccionaron a la violencia de las palabras con balas de goma, reaccionaron a la violencia de quien defiende lo suyo usando consignas con patadas y golpes, reaccionaron frente a la protesta de los miembros del taller 19 con matoneadas.

Dijeron que todo era causado por la violencia de quienes se resistían a que una topadora infame les haga puré los sueños de salud y libertad.

¿Y quién es el loco en esta situación? ¿Quién es el enfermo? ¿Quién el violento?

Un jefe de operativo que ciego de poder ordena a los suyos desalojar como sea, sin importar a quien se le apunte, a quien se golpee, a quien se amedrente ¿nace de la nada? ¿Quién le da carta blanca para la salvajada?

Estamos frente a una instancia maravillosa en la que desenmascarar ciertos juegos se vuelve simple, tal vez merced a la tecnología.

El origen de la Metropolitana no es paradisíaco ni está lleno de flores, cuando se le permite al jefe de gobierno de CABA formar su policía nunca pensó en servir a las personas, sino es tener un batallón de fieles perros cazadores y le encomendó la tarea al Fino Palacios, hombrecillo oscuro que no sólo está implicado en el atentado a la AMIA sino que tuvo unas excelentes referencias de parte de varios genocidas de la última dictadura cívico militar.

Este oscuro personaje se dedicó a juntar todo lo que había quedado fuera de otras fuerzas, la mayoría por apremios ilegales, cohecho, y demás. No la inició pensando en los derechos humanos, no la inició pensando en el bien comunitario, la inició pensando en que sus jefes no lidien con pobres, con marginales, con la humanidad no perteneciente a las élites y sus empleados.

Y los muchachos fueron al Borda a cumplir órdenes, a reprimir a todo aquel, que aún respaldado por la justicia, se opusiera al negocio del niño Mauricio. Porque el niño y sus amiguitos tienen que tener el terreno para su negocio de oficinas, no importa que todo haya quedado expuesto a la luz pública, no importa que todos sepan, importa lo que él desea. Aún alegando mentiras para respaldar el despojo y el destrozo del trabajo de los internos.

Al niño Macri la locura lo asusta, no la quiere ver, quiere ocultarla, condenarla, sin tomar en cuenta la locura que implica entrar a un neuropsiquiátrico con armas, correr a todos a golpes y tiros, humillar a la condición humana con la brutalidad más clara.

Pero salen a la conferencia de prensa para justificar lo que no puede justificarse. Para el niño Mauricio, esto es sólo jugar con sus soldaditos de plástico para ganar el estanciero, para nosotros es el horror de la violencia y el abuso de poder. Para él lo que producen los internos del Borda no es arte, para nuestra forma de entender el arte que nace en el Borda es la vía genuina de la salud, pero el niño Macri no puede entenderlo, porque comprender el arte requiere de amor y de esperanza aún en la oscuridad, cosa que no se si conoce, cuando a sabiendas vulneró la dignidad de aquellos que resistían su topadora cachiatoriana.
La locura del viernes fue desatar esa represión inmunda contra todos y todas, injustificada se mire por donde se mire, y una represión nunca tiene justificativos.

Violencia desatada, derramada en el delirio del que ostenta el poder de las armas, del que atenta por el bien de su economía contra la dignidad y la salud de todos los que esa mañana estaban allí.

Cuando escuche ambas conferencias de prensa, la que dieron sus empleados y la de él, solo pude pensar en una frase, que no es mía, sino de una canción de los Redondos “violencia es mentir”

El Día Después

Por Guadalupe Podestá Cordero


El día después se despereza y vemos que el mundo no se nos ha acabado, todos retomamos nuestra vida, muchos después de la vigilia, muchos después de dormir, otros van a dormir ahora porque trabajan de noche… todo sigue adelante, sin alteraciones. Hemos vencido, al fin, por un día, la ola apocalíptica.
Se sancionó la ley de democratización de la justicia, y nada más ha pasado en lo que refiere a la existencia de la República Argentina, que sigue aquí, latiendo al sur del continente. El tema es lo que se desencadena dentro de las fronteras que la economía dibujó en la Patria Grande.
Durante días vivimos el retintín agorero de los sembradores de fobias, de esos que se dicen republicanos y que sin embargo, han acompañado los intereses de las dictaduras militares e incluso el genocidio neoliberal.
La mayor de las consignas que lograron elaborar hizo pivote en el concepto de “gente decente” “somos gente decente” esgrimen, ¿será esta la clave? Piden un gobierno de gente decente, pero ¿a qué se refieren cuando dicen decente?
Desde la fundación misma de la Argentina hasta pasado el centenario, que los liberales económicos y conservadores tanto añoran, la clasificación de “decente” era sólo aplicada a las personas que no tuviesen en su torrente de sangre, ninguna gota visible originaria americana o sangre negra, en caso de ser criollo, tiene que ser blanco tirando a rubio.
La gente decente de esa época era la que no era pobre, porque los pobres, si no eran esclavos eran delincuentes por el mismo hecho de no tener lo que el decente.
Por qué podemos suponer que se habla de esa decencia en las protestas actuales? Simplemente porque una de las usinas de la protesta es un Mitre, otra de esas usinas es la SRA (Sociedad Rural Argentina, para el que no lo sabe) fundada por el nieto de un traficante de esclavos (Martínez de Hoz), porque se hace hincapié en la captación de la clase media, que siempre ha seguido a sus patrones sean terratenientes, feudales, empresarios, etc.
Todos los discursos que ponen su eje en la “decencia” salen de las mismas bocas que hace 200 años, cuando tachan de indecente a este modelo lo que dicen en el fondo es que con el vienen “los negros” gran cuco gran, desde siempre. Nuestra presidenta es una morocha nacida en Tolosa, que no fue pobre, pero tampoco rubia. Con ella vienen miles que no son rubios ni quieren serlo, o no les importa, porque no son “rubios por dentro” como diría la rancia anciana que por décadas asoló los mediodías argentinos.
Hace unos días, un poco más de un mes, en la mesa redonda sobre la Asamblea del Año Trece, Hernán Brienza hablaba de que en un punto el problema es “la negritud” haciendo referencia a la libertad de vientres y por qué era tan complejo decretar el fin de la esclavitud en la Argentina de ese tiempo, bueno, el problema sigue siendo el mismo.
Los movimientos sociales reales, las revoluciones reales, que surgen del pueblo y no de las burguesías (en tanto estamento económico), traen consigo la marginalidad y la negritud, porque a ese lugar es que, los poderosos, relegan al pueblo.
Aprendimos a pensar la historia con tipos que se negaban a sí mismos, un Sarmiento que negaba su porción mulata, por ejemplo.
En lo más duro del discurso esquizofrenizante de la derecha que despierta miedos para cimentar ferocidades, se esconde la negación de “lo impuro” del origen, porque muchos de los que vinieron a hacerse con la tierra eran hijos de cruzas non sanctas en sus terruños. Hijos de moros y españoles, hijos de africanos e italianos, raleados por el estrato social, conquistadores que fueron porquerizos en su juventud, poderosos terratenientes nacionales hijos de gallegos que agregaron un apellido francés para levantar el piné… triste no poder mirarse para adentro y no sentir dolor por quién se es.
Hoy vemos el día después, con la lluvia que tal vez avance, tal vez no, el clima ya no es confiable, pero nadie se ha muerto hoy por la ley, nada, ni una brizna de tierra ha desaparecido de debajo de nuestros pies.
Pero ayer hablaron todos los que ponen la cara y los que no la tienen.
La mujer que fue jueza por mano de la intervención militar en Chaco, bajo la dictadura del 76, el que mancha la memoria y el discurso de su padre con palabras de mala fe, los que forman parte de ong’s que son socias de fondos buitres, los que formaron parte de administraciones desastrosas y hasta ex gobernadores que han sido el homenaje a la inutilidad, pero todos tuvieron su lugar, todos su tiempo.
La biblia, el calefón, Muzzetta y Mimí, todos hablaron, nadie los calló, porque todos tienen derecho, porque aunque no nos guste lo que dicen, es justo que hablen, digan, pataleen. Lo que no es justo desde ninguna mirada, es instigar a la sedición, hablar de dictadura en un país que no sufrió una sino varias, no se puede hablar de nacismo en un país que tiene la cantidad de muertos y desaparecidos que carga el nuestro en su pasado.
Un muchachito en la marcha del 18 de abril (18a me suena a decimoctava y apenas es la tercera creo) tenía una bandera en la espalda que decía “el pueblo bien vestido jamás será vencido” , hasta ese tuvo lugar, igual que el de “No URRS” que venía medio tarde en las noticias, incluso cuando un vecino comerciante se apiadó y le abrió la puerta a un militante de PRO que se opuso a que rompieran el congreso para que no fuera linchado por los “demócratas” de la marcha.
En una democracia moderna todos tienen ese lugar, porque no nos engañemos, yo no quiero democracia ateniense, que es el concepto que ellos usan, porque en la ateniense los pobres y las mujeres no votan, porque para los griegos eran los estamentos más bajos de la sociedad, es más no eran parte de la sociedad. ¿Se entiende por qué quieren democracia ateniense no?
Depende de nosotros usar conocimiento para avanzar en la pelea por las palabras, el enfrentamiento de modelos de país no implica solamente lo económico, sino lo cultural, lo educativo, nuestras miradas básicas de lo circundante, pero también de lo interior de cada quien.
Solo reconociéndonos, mirándonos como país compuesto de millones con millones de sangres corriendo por sus cuerpos, que somos latinoamericanos (abiayalenses prefiero yo) y que no somos la “Europa de América” como la historia mitrista nos quiso hacer creer, no podremos tener una noción cierta de las trampas que tiende el enemigo a cada paso.
Solo caminando la vida con paso nacional y popular, podremos pararnos sobre nuestros pies y librarnos de las manipulaciones de las grandes corporaciones comunicacionales que no quieren sólo que les compremos los productos que venden, sino que quieren que pensemos lo que a ellos les gusta.
La vieja consigna de “justa, libre y soberana” solo se cumplirá en la patria cuando los que la habitamos nos miremos desde nuestra cara real, cuando seamos "el pueblo" y no “la gente”. 

sábado, 6 de abril de 2013


Acerca de las situaciones catastróficas Por Enrique Pichón Riviere

 

“La noción de situación catastrófica ha sido aplicada al estudio de situaciones colectivas de ansiedad y pánico, como inundaciones y terremotos, que toman a la colectividad humana desprevenida.”

Estas situaciones catastróficas han sido estudiadas en EEUU. con mucho cuidado, porque son muy frecuentes y se ha creado un instituto de situaciones catastróficas, donde se forman psicólogos sociales especializados, con técnicas de salvamento , de persuasión o de grupos que pueden influir sobre las comunidades, por ej. Para evacuar a tiempo a la gente, cosa que suele ser difícil. Dentro de las situaciones catastróficas en general, aparece como estado principal el pánico, que en algunos casos paraliza y en otros promueve la fuga. Da otros ejemplos en uno de ellos desencadena una situación de dispersión y ruptura de todas las pautas de conducta, porque la situación catastrófica estaba dada por la pérdida de roles habituales de cada uno y la pérdida absoluta de la comunicación; había personas que gritaban su peligro pero ya no había un lenguaje comprensible.

En toda situación de pánico se produce, como primer signo, un trastorno de comunicación, y lo importante es que se produce una negación del peligro y una negación de la identidad de las personas que se encuentran en situación de pánico. Por supuesto, que como situación catastrófica más intensa, está la guerra, los soldados están institucionalizados en sus cargos, con sus defensas adecuadas, no ceden.

El psicólogo social puede hacer mucho en situaciones catastróficas,  manejando las situaciones grupales y tratando de crear ideologías especiales de salvamento, contra líderes oposicionistas que siempre aparecen. En toda situación de pánico, el psicólogo puede actuar formando grupos y esclareciendo la intensidad de los miedos a la perdida y al ataque, que coexisten y cooperan en el mismo momento; de ahí la paralización de algunos o la fuga de otros.

Es que se pierde completamente el sentido de la cooperación y esto sucede en una situación de peligro maximilla tarea específica del psicólogo incluye tomar contacto con personas que provocan retardos y conflictos de todo tipo y que son lideres no solo de la permanencia sino además, lideres oposicionistas desde el punto de vista político, como si través de eso se realizara una acción mágica que derrotaran al gobierno existente.

La situación catastrófica tiene un aspecto curioso, que cabe relacionarlo con las psicosis hípnicas; hay en ellas una oscuridad y un pánico que puede ser definido como la presencia simultánea del miedo a la perdida y el miedo al ataque, con una intensidad tal que paralizan, con desorientación total o fuga hacia el lugar de peligro.

Relacionamos este tema con las psicosis hípnicas y confesionales que la psiquiatría describe, ya que en los estados catastróficos se ve justamente la confusión de roles entre los miembros: los miembros de un grupo determinado tienen roles confundidos, no pueden operar y entonces, necesitan personal que los oriente. Esto se parece, desde el punto de vista individual, a estados confesionales de otro tipo, que obedecen a múltiples causas, que pueden ser relacionados todos, con la pesadilla o con la noche, el soñar y el dormir. Estudiando grupos de personas siniestradas, se ve que tienen estados de insomnio, para entrar en estados de vigilancia permanente. En esas noches aparecen situaciones semejantes a las hípnicas individuales, ligadas a su vez con la mitología y el folclore, donde se teme la aparición del lobizón u otro personaje similar.

Los estados confesionales están en la base de de toda comunidad siniestrada: la gente pierde operatividad por la confusión.  Esa confusión se debe a un incremento súbito de los miedos básicos, que les impide operar y están estuporosos o hacen fugas muchas veces inadecuadas.

Las psicosis hípnicas pueden ser agrupadas de acuerdo con los mecanismos de sueño. El sueño incluye: un estado que es el de predormir, donde hay somnolencia, hay un estado de dormir con sueños y otro de dormir con actividad motriz.

Corresponden a los estados confesionales de la psiquiatría y hemos establecido una correlación entre ellos. Entre las psicosis hípnicas confesionales, la primera se llama confusión simple, en la cual se advierte, como síntoma característico, la confusión de identidades: trastornos de la memoria y trastornos de la propia identidad, donde el sujeto se siente confundido, realiza permanentemente un gesto como de quitarse algo de la frente y eso se llama obnubilación, como si tuviera un nube en la mente. La confusión simple carece generalmente de contenidos psicológicos, o tiene muy pocos, y puede parecer en cualquier momento del día.

Las otras formas más típicas son la confusión mental con onirismo. En estos, al estado de obnubilación se suma la proyección de estados del sueño en realidad. Son estados aneroides que se ven con gran frecuencia en los chicos. Cuando los chicos están con fiebre, llega a un nivel de excitación especial y los padece .Comienza a proyectar sus sueños angustiosos y eso le provoca un gran miedo. Estos estados son estados característicos de trastornos tóxicos infecciosos y constituyen el mayor número de psicosis exógenas…Estos pacientes, con un tratamiento adecuado, pueden resolver su situación muy rápidamente y la verdadera prevención de las enfermedades mental reside en las primeras 24 horas de todo paciente que sufra ese estado confesional, que alimentara cuadros más serios.

La otra enfermedad es equivalente al dormir con agitación motriz, es decir, la forma simbólica: hay una actividad, una agitación tan desesperada que produce una liberación de la motricidad, a diferencia del sueño normal donde la motricidad esta inhibida. Aparece el sonambulismo y la somnílocua-hablar en sueños-.Estos estados corresponden generalmente a la histeria.

El caso típico de confusión es la confusión mental estuporosa: es el estado de sueño profundo, llamado por algunos sueño de plomo y donde la persona tiene la sensación de no soñar; no es azaya que la actividad cerebral continua y nadie deja de soñar, lo cual se prueba con el electroencefalograma.

Recapitulando: cuadros de confusión simple, como equivalentes a la somnolencia: confusión mental aneroide, que es la confusión con sueños proyectados; la confusión mental agitada y estuporosa. Estos son los cuatro estados confesionales o psicosis hípnicas, llamadas así porque son psicosis de noche, no solo del dormir sino son de noche. Desde el punto de vista diagnóstico y pronóstico, el hecho de que comiencen de noche es un buen dato. Las psicosis confesionales se ligan a muchísimos estados, sobretodo posinfecciosos.es importante insistir en que esos estados confesionales -que aparecen por momentos: el sujeto entra en confusión y sale, entra y sale-porque sirven para alimentar situaciones catastróficas psicóticas muy profundas. La conexión entre situaciones catastróficas y situaciones hípnicas tiene la particularidad de que son todas de carácter súbito, donde se da el pánico como situación básica”.   (Clase parcial, dictada el 2 de agosto de 1968.)

 

 

Manual de la Atención de Salud Mental para Víctimas de Desastres (Pan American Health Organization (PAHO) / Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1990)

 

Desastres y salud mental

 

Cuando ocurre el desastre, surge la necesidad inmediata de conocimientos e información para planear y brindar ayuda. Los datos acerca del tipo de desastre y sus consecuencias son necesarios como marco de referencia para la elaboración de planes de ayuda específicos en el área de salud mental. A partir de las experiencias que han tenido otros con desastres, los administradores profesionales deben recopilar información acerca de los damnificados y su conducta. Por último, a fin de planear y prestar servicios eficaces, se precisa información sobre las diversas funciones y técnicas de salud mental de que se dispone para ayudar a las víctimas. Este manual presenta, a los planificadores y trabajadores de salud mental, ciertos conocimientos, información y técnicas para la prestación de este tipo de servicios después de un desastre.

Los desastres no son infrecuentes, aunque por lo general sí inesperados. De forma tradicional, la mayor prioridad en las actividades de ayuda en desastres se ha dirigido a proporcionar alimentos, refugio y atención médica. Sin embargo, cada vez se reconoce más que la ayuda psicológica a las víctimas es también prioritaria. De tal suerte, resulta evidente que la planeación y preparación anticipadas son tan importantes en el área de salud mental como en las demás actividades de auxilio.

Los administradores de salud mental necesitan conocimientos e información a fin de planear la ayuda en este campo antes de que ocurra el desastre.  Todo plan de servicios después de un desastre debe incluir conocimientos, información, evaluación y acción. Los conocimientos de los problemas psicológicos relacionados con los desastres y la información acerca de la manera de resolverlos pueden obtenerse antes de la catástrofe. No obstante, una vez que ocurre ésta, hay una necesidad urgente de información específica y evaluación inmediata. También hay que actuar con rapidez en la fase de la interrupción de la energía eléctrica y las fallas resultantes en las comunicaciones, así como las dificultades de transporte. Los problemas de comunicación contribuyen a la escasez de información precisa. Durante la etapa inicial después del desastre, es difícil saber qué ha ocurrido, cuántas personas han sido afectadas y quiénes son, dónde se necesita ayuda psicológica y cómo prestar esta última. Las formas de recopilar la información necesaria abarcan establecer contacto con las fuentes de los medios masivos de comunicación, pero en muchos casos se requiere la visita personal a los refugios de damnificados.

Ciertos grupos de población suelen convertirse en “blancos” prioritarios de los servicios de salud mental. La conducta de los damnificados varía con el tiempo y está relacionada con factores como la edad, situación económica, antecedentes de salud mental o magnitud de las pérdidas sufridas con el desastre. Por último, con base en los conocimientos, información y evaluaciones disponibles, debe elaborarse un plan de acción para brindar servicios de salud mental a los damnificados de una manera que refleje su realidad y el tipo de problemas emocionales y de conducta que sufren.

Los elementos principales del plan de acción son la identificación y selección de los diversos servicios de salud mental que deben prestarse. Es frecuente que se trate de servicios innovadores y flexibles que difieren, en muchos aspectos, de los empleados usualmente en clínicas u otras instituciones de salud mental.

Los conocimientos sobre orientación en crisis y terapia de grupo son necesarios, al igual que otros de búsqueda activa de pacientes, derivación de los mismos interinstituciones, organización de las comunidades y enseñanza al público. Los damnificados pocas veces solicitan servicios de salud mental porque el estigma de ser “un paciente mental” es mayor entre las personas de la población normal que de manera repentina necesitan tal ayuda. Por lo tanto, los trabajadores de salud mental deben localizar activamente a las víctimas afectadas. Esto con frecuencia implica búsquedas de puerta en puerta en las áreas afectadas, o referencias de persona a persona en los refugios de emergencia. Cada plan de acción debe tener en cuenta estos factores, definir los grupos blanco de los servicios, detallar el alcance y duración del proyecto, y delinear las estrategias de intervención que se emplearán.

En caso de un desastre, hay que satisfacer cuatro requisitos principales en la elaboración de un plan sistemático para los servicios de salud mental después de la catástrofe. El primer requisito son los conocimientos acerca de los desastres, la conducta de los damnificados y las técnicas de intervención. El segundo es la información sobre lo que ha ocurrido y quiénes están afectados. El tercero es la evaluación de los grupos más afectados por pérdidas y los problemas psicológicos relativos. El cuarto y último es un plan de acción en que se detallen los objetivos, blancos de los mismos, estrategias, duración y alcance del proyecto de servicios de salud mental propuesto.  Un manual incluye información, procedimientos y recomendaciones con que se pretende ayudar a los administradores y profesionales de salud mental en la planeación y prestación de servicios a damnificados. En la obra, el personal de salud mental encuentra información fundamental acerca de:

 

 Los tipos y fases de un desastre;

 Los conceptos acerca de la conducta de los damnificados;

 Algunos tipos específicos de problemas físicos y emocionales que surgen en los damnificados, y

 Algunas técnicas de auxilio apropiadas en el tratamiento de damnificados.

 

Una vez que ocurre el siniestro, los administradores necesitan identificar con rapidez a la población afectada, preparar el personal, diseñar programas de servicios específicos y coordinar sus actividades con otros. En este punto, los profesionales de salud mental también deben tener en mente la necesidad de indagar qué pasa con los damnificados. Los tipos de síntomas psicológicos presentes y la gama de estrategias de servicio eficaces son la base para ayudarles, y se deben considerar desde el principio e incluirse el diseño de un sistema de información que permita la evaluación adecuada de los resultados del programa y origine la presentación de los mismos a otros.

Los desastres son eventos extraordinarios que originan destrucción considerable de bienes materiales y pueden dar por resultado muerte, lesiones físicas y sufrimiento humano. Estos sucesos pueden ser causados por el hombre o naturales. En la primera categoría se incluyen los incendios, los conflictos bélicos, los disturbios civiles, los actos terroristas y la contaminación química, al tiempo que las inundaciones, los terremotos, las marejadas, los tornados o los huracanes son calamidades naturales. Las dos categorías guardan similitud en cuanto a sus posibles consecuencias en la salud mental, pero los autores del manual, con base en sus experiencias, se enfocan principalmente en los desastres naturales.

Las catástrofes usualmente son hechos inesperados a la vez que inevitables, y tienen diversas características. Algunas surgen con lentitud, mientras que otras lo hacen de manera repentina y sin advertencia alguna. Las hay que afectan un área amplia, mientras que otras ejercen sus efectos en un sitio específico. También varía su duración: algunas persisten durante horas, y otras, sólo duran segundos o minutos; por último, cada desastre produce daños materiales y pérdidas humanas en grado variable. Un terremoto causa daños materiales o humanos mínimos en un área despoblada, mientras que en otra densamente poblada la destrucción material y humana puede ser considerable.  Son diversas las definiciones del término desastre. En cada una de las siguientes, se hace énfasis en las diversas consecuencias de estos fenómenos naturales.  Harshbarger (1974) define los desastres como eventos rápidos y dramáticos que dan por resultado daños materiales y humanos considerables. Subraya la importancia de la vida comunitaria y plantea que los desastres deben considerarse con referencia a su potencial de perturbar las actividades de una comunidad y causar daño a los miembros de la misma.

Erikson (1976) señala que dos tipos diferentes de trauma psíquico, individual y colectivo, son evidentes en la conducta de las personas afectadas por un desastre. Define el trauma individual como: “… un golpe a la psique que rompe las defensas de la persona de manera tan repentina y tan fuerte que no es posible responder a él de manera eficaz…”, y el trauma colectivo como: “… un golpe a la trama de la vida social que lesiona los vínculos que unen a la gente y daña el sentido prevaleciente de comunidad. ” Estos traumas pueden ocurrir uno en ausencia del otro, pero es evidente que están relacionados y que suelen ocurrir en forma conjunta, además de experimentarse como dos mitades de un continuo en los desastres de mayor magnitud.  Schulberg (1974) analiza el vínculo entre los eventos riesgosos y las reacciones personales con uso del concepto de crisis. Esta última ha sido explicada en diversas formas, como una situación producida por el entorno, la percepción que tiene el individuo de un evento, un síndrome clínico, la interacción de la persona con su medio ambiente y un cambio decisivo en el funcionamiento personal. Cinco características que distinguen las crisis y revisten importancia central para la mayor parte de los puntos de vista sobre la teoría de la crisis, incluyen:

 

 Una secuencia cronológica que se desarrolla con rapidez;

 Cambios importantes en la conducta;

 Sensación personal de impotencia;

 Tensión en el sistema social y personal del sujeto, y

 Percepción de una amenaza para la persona.

 

Frederick (1977), al hablar de los desastres como crisis, no tarda en diferenciar los términos “crisis” y “emergencia”. Una crisis es un periodo crucial, que varía desde minutos hasta meses, en que una situación afecta el equilibrio social o emocional de la persona. Conforme evoluciona, puede transformarse en una emergencia, o sea una situación con necesidades urgentes y que requiere acción pronta.  Anderson (1968) asume un enfoque diferente y define los desastres con base en la reacción de la población afectada a la amenaza que representa el desastre mismo antes de que ocurra. Describe el desastre como agudo o crónico, según la forma en que la comunidad responde a dicha amenaza: “Desde el punto de vista conceptual, es conveniente diferenciar el desastre como un evento de crisis aguda que perturba físicamente la vida cotidiana, por lo demás normal, y origina pérdidas palpables, respecto de la amenaza de una situación de crisis crónica, en que se anticipa la perturbación de la rutina esperada.” Este autor afirma que un desastre tiene consecuencias diferentes en el individuo, la familia y las diversas instituciones de la sociedad afectada. Una crisis aguda surge cuando la comunidad carece de patrones culturales con relación a los desastres, que le permitirían enfrentar las consecuencias inesperadas del mismo. En otras palabras, la comunidad se ve tomada completamente por sorpresa. En una crisis crónica, los eventos del desastre no son del todo desconocidos antes de que éste ocurra y por lo general, se reconoce la posible amenaza antes de que la experimente el individuo.

Barton (1970) clasifica los desastres como parte de un grupo más amplio de situaciones de estrés colectivo que surgen cuando muchos miembros de un sistema social no reciben las condiciones de vida que esperan de dicho sistema. Agrega que tal estrés colectivo puede provenir de fuentes externas al sistema o de éste mismo. Considera el sistema social como una colectividad de humanos cuya interacción se mantiene en la forma de patrones identificables durante un periodo relativamente prolongado, y afirma que el desequilibrio sistemático es resultado del estrés de eventos catastróficos.  Barton afirma que los factores siguientes deben considerarse en la evaluación de estas situaciones de estrés:

 

 El alcance de la situación (por ejemplo, una pequeña parte del sistema puede estar bajo estrés porque es la única que ha sufrido una pérdida importante o porque es parte de un sistema que sufre tal pérdida);

 

 La velocidad de inicio;

 

 La duración del factor estresante (por ejemplo, los cambios que ocurren sin advertencia tienden a originar pérdidas mayores y hacer que el sistema tenga menor capacidad de respuesta, en comparación con los cambios precedidos de una advertencia, que permiten prepararse contra ellos, y

 

 La preparación social.

 

Kastenbaum (1974) describe los desastres según la gravedad relativa de los mismos en comparación con otros eventos importantes. La forma como la persona percibe una calamidad tiene cierta relación con la manera en que suele definir y clasificar otros eventos. La definición de algo como un desastre requiere antecedentes de estabilidad y normalidad, contra los que se compara la calamidad.

El término damnificadose refiere a las personas y familias afectadas por un desastre o sus consecuencias. Dichos sujetos experimentan un evento estresante e inesperado. Por lo común, se supone que la mayoría han venido funcionando adecuadamente antes de la catástrofe pero su capacidad de resolución de problemas se ve limitada por el estrés de la situación. Aunque los damnificados presenten síntomas de estrés físico o psicológico, no se consideran enfermos. Entre los damnificados de un desastre pueden incluirse personas de todas las edades, clases socioeconómicas y grupos étnicos o raciales, ya que las catástrofes afectan en forma indiscriminada a la población del área que sufre el impacto.

Algunos damnificados sufren más que otros, lo que depende de varios factores relacionados. Son particularmente susceptibles a las reacciones físicas y psicológicas ante un desastre, quienes:

 

 Son vulnerables como resultado de vivencias traumáticas previas;

 Están en riesgo a causa de enfermedades recientes;

 Experimentan estrés y pérdidas graves;

 Pierden sus sistemas de apoyo social y psicológico, y

 Carecen de habilidades para la resolución de problemas.

 

Los ancianos son un grupo que, en general, suele tener dificultades para enfrentar los desastres y sus consecuencias. Es usual que queden aislados de sus sistemas de apoyo y vivan sólos. Como resultado de esto, con frecuencia tienen miedo de buscar ayuda. Los problemas típicos en este grupo después de catástrofes son la depresión y sensación de impotencia. Es desafortunado que una respuesta común en algunos ancianos sea la falta de interés en la reconstrucción de su vida.  Los niños también son un grupo en riesgo especial, ya que es usual que no tengan la capacidad para comprender y racionalizar lo que ha ocurrido. Por consiguiente, suelen padecer problemas emocionales o de conducta en el hogar o la escuela. Quizá los trastornos más prominentes que se han señalado después de desastres son las fobias, trastornos del sueño, pérdida de interés en la escuela y conducta “difícil”.  Quienes tienen antecedentes de enfermedades mentales pueden requerir atención especial. El estrés que acompaña a una situación de esta naturaleza hace que sean frecuentes las recaídas en esta población, como resultado de estrés adicional o de las dificultades en la obtención regular de medicamentos.  Por último, otro grupo en riesgo, que debe considerar el profesional de servicios de salud mental a damnificados, abarca las personas que estaban experimentando algunas crisis vitales al momento del desastre. Entre los miembros de este grupo estarían, por ejemplo, personas que enviudaron o se divorciaron en fecha reciente, así como los sometidos a cirugía mayor con poca antelación. Estos damnificados suelen tener vulnerabilidad especial al estrés generado por un desastre natural.  En resumen, si bien los grupos en riesgo específicos que se han identificado ameritan atención estrecha del trabajador de salud mental, los damnificados pueden formar parte de todos los estratos sociales, económicos y étnicos, así como de todos los segmentos de población en el área del desastre.